San Martín se fue golpeado de Morón. Y no sólo metafóricamente: la mayor carga de bronca pospartido se debía no a la chance perdida de recuperar la cima sino a que el “gallo” salió a dar riña más que a jugar. Los roces fueron constantes a lo largo del partido, y en el “santo” consideran que la terna arbitral fue demasiado permisiva con la violencia de los locales. “Ya sabemos cómo son los arbitrajes. Fue clarito el penal que me hicieron, pero el árbitro me dijo que no vio la jugada. Como siempre, se lavan las manos. Nosotros intentamos jugar, pero ellos nunca quisieron. Les preguntaba por qué no jugaban, por qué habían ido a pegar, y se reían. Creo que era la única manera en que nos podían parar. Mirá que estoy acostumbrado, pero lo de este partido no me pasó nunca en mi carrera. Tantas piñas, codazos, patadas. Mirá que Riestra pega, pero lo que pasó con Morón fue increíble”, se despachó Emanuel Dening, que se llevó un corte en el rostro de cancha del “gallito”.
“Fue una batalla campal. Nosotros fuimos a jugar, pero hay chicos que piensan que por pegar una piña los van a llamar de Primera. Lamentablemente, se van a quedar acá en el ascenso, porque son conductas que no suman”, completó Leandro Ciccolini, que volvió en buena forma tras recuperarse de su lesión. Sin embargo, tanto él como el resto se quejaron de no haber podido jugar como esperaban, un poco por la rudeza con la que salió Morón y otra por el mal estado de la cancha.
“Estaba peor de lo que parecía desde afuera, porque tenía mucha arena pintada de verde para disimular. Se hacía difícil controlar la pelota”, advirtió el volante, aunque al igual que los demás, reconoció que eso no justificaba la falta de conexión que mostró San Martín en la generación de juego.
Pero eso ya es harina de otro costal. Lo que haya hecho o dejado de hacer San Martín en el oeste bonaerense a esta altura es lo de menos; lo que importa es lo que va a hacer el domingo a partir de las 15 en La Ciudadela, cuando recibirá a Almirante Brown en un partido decisivo por donde se lo mire. La “fragata” quedó dos puntos por encima del equipo de Pablo Frontini, por lo que aún hay chances de neutralizar el golpe, al menos parcialmente; la fracción restante dependerá de que la necesidad de Gimnasia de Mendoza (está a un punto de meterse al Reducido) frene a Agropecuario en Carlos Casares.
Lo positivo es que hay confianza absoluta. “Nos faltó suerte, pero yo sé que el domingo vamos a ganar. Estoy muy confiado en eso”, aseguró Dening, apoyado sobre la solidez y efectividad que ha mostrado el equipo cada vez que jugó en su casa.
“Si logramos estar más finos en la circulación de la pelota y en los metros finales, cosa que nos faltó esta vez, seguramente vamos a ganar”, confía también Ciccolini.
En el plantel entienden que no es momento de tirar la toalla. La cuestión, eso sí, será sobreponerse a ciertas ausencias notables que tendrá el equipo para enfrentar a Brown. Una de ellas es la de Gustavo Abregú, una de las figuras contra Morón, quien llegó a la quinta amarilla y deberá cumplir un partido de suspensión. Otra es la Nahuel Banegas, expulsado sobre el final tras una mala reacción. Al tratarse de una roja directa, el 3 podría perderse también la visita a Defensores de Belgrano en la fecha de cierre.
“No creo que una situación así amerite más de una fecha. Él no tiene antecedentes, así que confío en que podremos contar con él para la última fecha”, se esperanza Frontini. No obstante, el DT entiende que debe estar preparado para cualquier escenario. “Ahora tendremos que reinventarnos, como venimos haciendo constantemente. Siempre lo digo: nosotros entrenamos para todos, no para 11. Tenemos un plantel de más de 30 jugadorees, y al que le toque entrar, deberá responder. Todos en están en condiciones de jugar, en la medida que durante la semana me demuestren las ganas que tienen.