“El amor está en el aire” o “El lanzador de flores”) nació en 2003. Apareció en el muro de un lavadero ubicado en un suburbio de la ciudad de Belén, Palestina. Se trata de una de las obras más potentes de Banksy, el enigmático artista británico. Constituye una metáfora con una gran carga de crítica social: la imagen representa a un manifestante con el rostro cubierto que, en vez de lanzar piedras, empuña flores. Así, la agresión se transforma en un llamado a la paz en una región bañada por la violencia.
Ayer, a más de 12.000 kilómetros de Medio Oriente, un grupo de adolescentes y de activistas sociales inauguraron una obra inspirada en la de Banksy, pero con una impronta tucumana inconfundible. Los alumnos del colegio Sagrado Corazón le pusieron el rostro de Juan Bautista Alberdi a la figura del manifestante y cambiaron las flores por la Constitución Nacional. El fondo sobre el que se recorta la silueta es una bandera argentina que ocupa el paredón de una propiedad que está en Marcos Paz al 400, en Barrio Norte (los organizadores aseguraron que el dueño los autorizó a hacer la pintada).
De esta iniciativa también participó Meta Tucumán (una institución que busca la transformación cultural a través de acciones concretas, como la de ayer) y fue apoyada por el Grupo Alberdi. Para reforzar la idea que nutre el mural, ayer por la mañana, los artistas, sus docentes y representantes de estas dos organizaciones regalaron constituciones “de bolsillo” a quienes pasaban caminando frente a la versión vernácula de aquella obra icónica.
“Les tiramos la Constitución para que dejen de incumplirla. Hay muchos valores que figuran en ella, pero no se respetan. En los últimos años se ha ido cambiando, pero esos cambios se hicieron en relación con intereses y no con la libertad, que era la propuesta de Alberdi”, argumentó Mariela Gramajo, docente de Artes del Sagrado, sobre las ideas que inspiraron a los adolescentes.
El “Bansky tucumano” puede funcionar como un recordatorio de que algo no está funcionando bien en estas tierras. Solana Colombres, integrante de Meta, lo puso en palabras: “estamos convencidos de que, como decía Aristóteles, no puede haber ciudades justas sin ciudadanos justos y no puede haber ciudadanos justos sin ciudades justas. Y en Tucumán hay una falta de conciencia que se sufre día a día. Esto no tiene solo que ver con la seguridad, sino también con la belleza y la limpieza. Tenemos derecho a una ciudad limpia, bella. Quiénes mejor que los chicos de los colegios para empezar a plantar la semilla ciudadana”. Ella cree que existe hilo invisible pero resistente entre todo lo enumerado arriba, el prócer y nosotros, los habitantes del Tucumán actual: “Alberdi es la república, las instituciones. Y la carne de las instituciones somos nosotros. Si no volvemos a fortalecer las redes ciudadanas no hay futuro, no importa quién nos gobierne”.
Tal vez expresiones como la de Marcos Paz al 400 llegan en el momento propicio. Vivimos en una provincia que posee un sistema electoral amañado por el clientelismo (y de lo cual muy pocos dirigentes parecen avergonzarse); acorralada por el narcotráfico y la pobreza, con un sistema de transporte al borde del colapso, con infraestructura deteriorada que socava la calidad de vida de sus habitantes y con un clima de hostilidad permanente que crispa a cualquiera. Y esos problemas son apenas expresiones superficiales de un colapso de dimensiones aún mayores.
Es cierto que el “Lanzador de flores” de Bansky no tiene la capacidad de frenar la violencia, pero es innegable que su mensaje es lo suficientemente potente como para generar una reflexión de alcance global. Entonces, por qué no dejar que ese Alberdi que nos tira con constituciones nos ayude a enfocar nuestra atención en valores y en acciones que contribuyan a frenar el deterioro de Tucumán. Creemos que este puede ser un camino para alejarse lentamente del abismo.