Hace ocho años (2015) ocurrió un hecho único en las relaciones internacionales entre las primeras potencias mundiales y la República Islámica de Irán. Con los cinco poderosos países que integran el Consejo de Seguridad (CS) de Naciones Unidas -desde hace 78 años, nada menos- con asiento permanente y con el privilegio de vetar lo que no les venga bien, se constituyó un conjunto de países al que se agregó Alemania. ¿Para qué? Un semejante ensamble de países potencia nunca antes se había constituido. La respuesta al “¿para qué?” cobra entidad cuando se expresa que es para considerar con Irán su incorporación voluntaria a la cuestión nuclear y su aplicación bélica. Se procuraba conformar con Irán un acuerdo formal para que sus iniciativas científicas y fabriles ligadas a lo nuclear lo sea sólo en el terreno del uso pacífico de semejante recurso energético. ¿Alguien imaginó un acuerdo de esta naturaleza y trascendencia? Fue un singular armado que se concretó pese a tantas opiniones pesimistas, razonablemente pesimistas, Casi como suponer (hoy) que Netanyahu, el premier ultraderechista de Israel en su discurso ante la Asamblea General de la ONU de la semana pasada habría dicho que decididamente su gobierno resolvió dialogar con los palestinos. Tanto con los de Gaza (Grupo Hamas) como con los de Cisjordania (Regido por la “Autoridad Nacional Palestina”).
Claro que Irán recibiría a cambio, con su incorporación al acuerdo, gestado durante el gobierno de Barack Obama, una disminución de las sanciones económicas y de congelamiento de fondos por su política conocida de enriquecimiento de uranio durante el gobierno de Ahmadinejad. El Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA) por sus siglas en inglés, elaborado y suscrito por EEUU, Gran Bretaña, China, Federación Rusa, Francia y Alemania, llamado “Grupo 5+1 e Irán” tuvo poca duración. Comenzó en enero de 2016 y la decisión de Donald Trump de retirar a EEUU del acuerdo fue el 4 de mayo de 2018. No sólo se retira del acuerdo que, sino que, en el fondo, es una traición a sus pares de Gran Bretaña, Federación Rusa, Francia, China y además a la propia Alemania, entusiasta y responsable del acuerdo tan trabajado. Lo que hace Trump es actualizar las sanciones a Irán. Coloca una brasa sobre el fuego. Pero, además, el mensaje subyacente a la autoridades de Irán es decirle “somos enemigos, podremos enfrentarnos en algún tiempo si persistes en incrementar y mejorar los preparativos para alcanzar un arma nuclear”. ¿Dónde, en qué academia, habrá estudiado el multimillonario “Milei” estadounidense sobre política exterior y estrategias diplomáticas?
Irán reacciona
Es natural que si uno de los siete suscriptores de un acuerdo multinacional de las singulares características como el que involucra a la República Islámica de Irán por su programa nuclear, nada menos, lo abandona, se produzca un cisma. La recomposición requiere una ardua tarea como la que emprendieron los representantes de los países involucrados en la fórmula 5+1 aunque Irán, por la intempestiva decisión de Trump- pese a consejos de miembros de su gabinete de seguridad que en vano operó para demostrar que el acuerdo era “mejor que nada”.
Sólo se puede entender la actitud de Trump verificando en una lista otras actitudes prepotentes en las que hizo valer, a su modo, que era dueño de un poder casi absoluto, sin importar antecedentes políticos o culturales del asunto en cuestión. Sobre el cambio climático, Acuerdo de París, suscrito por 196 países, (incluido los EEUU, el principal emisor de gases de efecto invernadero) Donald Trump se expresó en contra porque afectaba la economía del país. Un país que es el principal emisor de gases de efecto invernadero. Muy suelto de cuerpo y en una avanzada de su característica manera de referirse a cuestiones trascendentes, sin trepidar, llegó a decir que, de todos modos, “no vendría mal unos cuantos grados más de temperatura en este invierno”. Y una acción torpe y reveladora de su pretendida omnipotencia: anuló de un zarpazo el acuerdo Reagan-Gorbachov sobre los euromisiles que llevaba 32 años operando, desde 1987
Manos libres
Irán se sintió, naturalmente, liberado de las ataduras del acuerdo y manifestó en su tiempo que si persisten las sanciones y EEUU rompe lo pactado se siente con las manos libres para continuar con su programa nuclear, ya sin el monitoreo de los cinco del Consejo de Seguridad más Alemania. Un dato esencial a tener en cuenta El presidente de Irán, en ese tiempo, Hasan Rohani, se había pronunciado como entusiasta defensor del acuerdo nuclear. Pero, los sectores más duros de su gobierno vieron en esta actitud de Trump un agravio que, finalmente, les desata las manos para proseguir con un programa nuclear como el que tenían proyectado antes del emblemático acuerdo “Grupo 5+1 e Irán”. En un comunicado, el Secretario General de la ONU en ese entonces, Ban Ki Moon, describió el acuerdo como «histórico» y puso de resalto la resolución de las negociaciones diplomáticas.
Es necesario, para un análisis del complejo asunto que Irán cuenta entre sus víctimas por asesinatos terroristas a un grupo especial: los científicos nucleares. Desde 2010 se produjeron cinco asesinatos, todo ellos para eliminar a científicos y técnicos nucleares. El último, en noviembre de 2020, asesinado por un robot a control remoto (Desde otro país. ¿Israel?), Mohsen Fakhrizadeh. Era el director del programa nuclear iraní y el cerebro de la implementación del programa de armas nucleares. Desde Teherán se acusa a Israel. Hay fundamentos de sobra, por la naturaleza de esos asesinatos y la intencionalidad que conllevaban: intención evidente de pretender con ello desmantelar de científicos y técnicos al programa nuclear iraní. Cherchez la femme, dirían los franceses en otros escenarios pero aquí valdría cherchez l´ennemi. Y no hace falta buscar demasiado. Israel es el enemigo declarado de Irán. Ya desde 2011 Netanyahu, y su entonces ministro de defensa Ehud Barak, urdían bombardear los centros de gestión nuclear de Irán. No eran meras elucubraciones sobre modos de actuar. Eran planes concretos como el desarrollado en junio de 1981 cuando Israel monta la operación Babilonia (u Ópera). Una escuadrilla de aviones descargó sobre suelo iraki, a unos 17 kilómetros de Bagdad, dañando severamente las instalaciones de la central nuclear que construían los franceses en Osirak, con fines eminentemente pacíficos. Pero Israel suponía que estaba en capacidad de producir armas nucleares y toma la decisión de “defensas preventiva”. El costo fue un ingeniero francés muerto y diez soldados iraquíes. El Consejo de Seguridad y la Asamblea General de la ONU fustigaron severamente la acción militar. No pasó de eso.
La paradoja
El TNP, tratado esencial para la regulación del sistema de armas nucleares, aunque privilegia a los poseedores de tales armas, ha sido firmado en su tiempo por Irán. Y oh, paradoja. Israel no. Ello significa que Irán puede ser objeto de inspecciones de la OIEA (Organización Internacional de Energía Atómica) con sede en Viena y de la que es director general por segundo periodo el diplomático argentino Rafael Mariano Grossi. A Israel, pese a que se supone con estudiados antecedentes y por aquello que tanto conocemos aquí en Tucumán (“ni niego ni afirmo”, Bussi dixit) tendría 200 bombas nucleares. La asimetría de la que se quejan en Medio Oriente se funda en que hay países que poseen armas nucleares y otros que no y suscribieron sin embargo el TNP todo lo cual lleva a que no se pueda establecer una ZLAN (Zona libre de armas nucleares) que es, y sigue siendo, un objetivo de la OIEA y de la mayoría de los países del M.O. Un proyecto muy avanzado en ese sentido en el seno de la ONU de hace unos años orientado a establecer en el Medio Oriente una zona libre de armas nucleares quedó en proyecto frustrado por la oposición de Israel. Una oposición coherente con dos factores determinantes: Israel no suscribió el TNP (tratado de no proliferación nuclear) pese a los pedidos en ese sentido de la OIEA y de los 191 países que lo firmaron. Claro, Israel debería deshacerse de sus armas nucleares, tal y como lo viene solicitando el Organismo Internacional de Energía Atómica desde hace tiempo.
Volvemos al título de esta columna y cargamos la tinta en Donald Trump, que pretende otra vez competir por la presidencia de EEUU. Si Estados Unidos no se hubiera retirado, como lo hizo, del tratado que se orientaba exitosamente a bloquear la capacidad nuclear bélica posible de Irán, hoy, en 2023 ni Israel ni algún otro país del mundo podría oponerse a la creación de una zona libre de armas nucleares en Medio Oriente.
Por ello, la culpa es de Trump.