El juicio por la sedición policial que derivó en los saqueos registrados entre el 8 y el 11 de diciembre de 2013 se asemeja a un partido de tenis. Las declaraciones de los imputados y de los testigos van de un lado a otro de la red y hasta aquí el partido sigue igualado. La semana pasada, los tres ex funcionarios que declararon en el debate dejaron en claro que la decisión operativa debería haber sido tomada por el ex jefe de Policía Jorge Racedo, uno de los acusados. Ayer comenzó a declarar el ex subjefe de la fuerza Víctor Sánchez, que señaló que ellos sólo recibieron órdenes de los funcionarios políticos.
El ex comisario, como lo hicieron todos los que declararon hasta el momento, confirmó que el domingo 8 de diciembre, después de haberse enterado de los inicios de la protesta, hubo una reunión entre el Ministerio de Seguridad y la plana mayor de la Policía en la estación de servicio ubicada en avenida Belgrano y América.
“En esa reunión le sugerimos al ministro (Jorge) Gassembauer desalojar a los manifestantes que estaban reunidos en una sede partidaria que desconozco a quién pertenecía. Pero no nos autorizaron a llevar adelante esa medida. Además, la policía es subordinada al poder político: lo que dice el ministro no puede ser contrariado”, dijo Sánchez en una de las primeras frases picantes que salieron de su boca en la audiencia de ayer.
“¿Si no coincidían su criterio con el del poder político estaban atados de pies y manos?”, le preguntó el querellante José María Molina. “En este caso dispuso aguantar, como dijo el ministro. Él consideraba que los incidentes se podrían haber agravado si se desalojaba el lugar”, respondió rápidamente.
En su testimonio, el titular de la cartera de Seguridad dijo que el único que podía tomar esa decisión era Racedo, pero que no lo hizo y que fue el ex fiscal de Estado, Jorge Posse Ponessa.
“Nos pidió básicamente que no busquemos el enfrentamiento porque eso podría agravar aún más el problema. Por eso decidió que busquemos un canal de diálogo con los referentes de la protesta. Pero él nos pidió que recién lo hiciéramos al día siguiente”, agregó.
Sánchez también destacó que, en esos momentos, no entendía muy bien cuál había sido el sentido de esa orden. “Él nos había ordenado que nos encontráramos con los hombres que venían dialogando con el Poder Ejecutivo, pero en este caso, los que estaban al frente de la protesta no lo reconocían como interlocutores”, destacó. “Se hizo el encuentro. Hablamos con uno de ellos y nos dijo lo que ya sabíamos: no podían hacer nada porque no estaba al frente de esa protesta”, añadió en su declaración.
Sin temor
Por primera vez en el debate, que ya lleva siete jornadas, un testigo habló de los policías. De los sediciosos y de los que siguieron prestando servicios durante esas jornadas. Sobre los huelguistas reconoció que reconoció entre los líderes a Miguel Toledo, Ángel Chaile, Sergio Hogas, Diego Herrera y Flavia Bedmar. Los últimos tres son los únicos que están sentados en el banquillo de los acusados, puesto que los otros dos fallecieron. “Estaban armados y alcoholizados. No creo que los que hayan estado ahí estuvieran en contra de su voluntad. Todos y cada uno de los efectivos que abandonaron sus casas y no estuvieron en su puesto de trabajo lo hicieron para sumarse, por lo menos solidariamente, a la protesta”, explicó.
El ex subjefe también mencionó la tarea de los uniformados que no se plegaron a la sedición. Recordó que el martes a la tarde, al haberse quedado sin municiones, consiguieron que Gendarmería Nacional los abastaciera. Convocaron a los efectivos en la Esquina Norte para retirar esos elementos.
“Les puedo decir a todos que vi las condiciones que se encontraban. Estaban preocupados, sucios, heridos y cansados. Aún así estaban listos para seguir trabajando”, explicó. “Se habla mucho de lo que hicieron los gendarmes en esos días. No lo niego, su ayuda fue importante, pero no había más de 18 en las calles”, finalizó. Hoy continuará respondiendo las preguntas de los defensores.