Una compleja y delicada cirugía se realizó con éxito en la pequeña Delfina, paciente santiagueña de cinco meses de edad, que fue derivada a la provincia para recibir la intervención y mejorar su calidad de vida, tras haber sido diagnosticada con un quiste en la pared laríngea que dificultaba su normal respiración y crecimiento.
Desde su nacimiento, Delfina presentó síntomas que alarmaron a su familia: su llanto no era como el de cualquier otro niño, tenía un sonido grave y diferente que fue aumentando progresivamente. Pronto, y por medio de una fibroscopía que le practicaron en su provincia de origen, descubrieron que presentaba una obstrucción de la vía aérea alta a causa de la presencia de un quiste dentro de la pared de la laringe, por sobre sus cuerdas vocales.
Ese quiste era el causante de la dificultad respiratoria que le generaba a Delfina esfuerzos que no la dejaban crecer como se espera, ni amamantarse bien, ya que le producía momentos de asfixia.
Según explicó el jefe del servicio de Endoscopía del hospital del Niño Jesús, Carlos Adolfo Mariotti, se trata de un caso sumamente infrecuente: “En mis 30 años de carrera, casi seis en el Garrahan y 24 en el hospital del Niño Jesús, vi tan solo cuatro o cinco casos y solo en mi estadía en el hospital de Buenos Aires; incluso asistimos derivaciones de hospitales de la región -Santiago del Estero, Catamarca, Jujuy, San Juan, La Rioja- y tampoco habíamos visto casos como este, que fue derivado justamente de Santiago del Estero”.
En Santiago, detalló el profesional, apuntaban a derivarla al hospital Garrahan y uno de los médicos que la atendían sugirió la derivación a Tucumán, al hospital del Niño Jesús: “Cuando la vi, decidí repetir la fibroscopía para cerciorarme del diagnóstico y programamos una microcirugía de laringe bastante complicada, que se realiza completamente por vía endoscópica. Anteriormente se hacía por cervicotomía, es decir, por medio de una incisión cervical para acceder hasta el quiste, pero actualmente se la realiza por vía endoscópica”.
Debido a la corta edad de la paciente, el especialista hizo hincapié en lo minucioso de la labor quirúrgica, que se realizó con la ayuda de ópticas y pinzas especiales de corte, que permiten separar al quiste de las paredes de repliegue aritenoepiglótico: “La laringe en una bebé de entre 4 y 5 meses es muy pequeñita, tratamos por todos los medios de no dañarla y una vez que se resecó todo el quiste, se cortó el pedículo y se quemó el área donde había nacido. En algunos casos tiende a reaparecer, pero al cauterizar la zona donde se formó, hay menores riesgos de que se produzca de vuelta”.
Delfina salió de la cirugía respirando con normalidad y sin necesidad de tubo endotraqueal, con un llanto más nítido y mejoría notable en la succión sin cansarse; se le realizó posteriormente una endoscopia de control y se encontraron las estructuras operadas totalmente cicatrizadas y con una forma casi igual a la anatomía habitual: “Después se le realizó otro control endoscópico y lo cierto es que tuvo una muy buena recuperación. Cada 15 o 30 días al principio debe regresar y posteriormente cada dos o tres meses, para prevenir la posibilidad de que vuelva a formarse el quiste, de todas maneras, cuando damos de alta al paciente se instruye a su familia sobre las pautas de alarma, para que, ante la presencia de cualquier síntoma de la bebé, regresen lo antes posible”.
El equipo que intervino se conformó, además del doctor Mariotti, por una enfermera, un anestesista y por el doctor Martín Hilal, que realiza cirugía maxilofacial: “Quedamos muy contentos y conformes, generalmente se necesitan varias manos en este tipo de cirugías porque es mucho el instrumental que se emplea, vas cambiando de pinzas para no dañar el tejido, el quiste tiene una particularidad y es que tiene unas paredes muy finitas que se rompen fácilmente y a su vez está muy adherido a la mucosa normal, por lo que despegarlo tratando de sacar la cápsula completa es muy costoso, pero es la meta que nos planteamos, ya que si queda un poquito de cápsula tiende a regenerarse”, dijo, al tiempo que manifestó su gratitud por el apoyo del doctor Hugo Botto, quien fue su jefe en el hospital Garrahan, y estuvo presente de forma simbólica como consejero y mentor, aportándole algunas pautas para el éxito de la intervención.