La llegada anticipada de la primavera sin duda trajo aparejados algunos cambios en el medioambiente. Pero no solo eso, sino que las condiciones de luz y las temperaturas son capaces de producir, además de la clásica alergia estacional, algunas alteraciones en el cuerpo humano.
Si la alergia estacional se caracteriza por producir una afección en la parte superior del sistema respiratorio, la astenia primaveral puede ir un poco más allá. La astenia, por sí sola, produce una pérdida de fuerza o sensación de desgano. En la primavera, con cambios climáticos físicos, los ritmos circadianos pueden alterarse, produciendo malestares que pueden durar hasta dos semanas.
Los síntomas de la astenia primaveral suelen ser leves y desaparecer cuando los ritmos del cuerpo se acostumbran nuevamente a las condiciones de la primavera. Es un trastorno que, si bien afecta a gran parte de la población, no se manifiesta en todas las personas. No se trata de una enfermedad propiamente diagnosticada, sino de una reacción del cuerpo a cambios de temperatura y luz en algunas épocas del año.
Cuáles son los síntomas de la astenia primaveral
La astenia primaveral suele manifestarse entre los 20/25 y los 50 años y se da mayormente en mujeres. El síntoma característico, si bien no es exclusivo de este trastorno, es el decaimiento o desgano que puede dificultar o impedir llevar a cabo actividades cotidianas. Entre los síntomas, es común encontrar los siguientes:
* Fatiga, agotamiento y cansancio
* Distracción y falta de concentración
* Sentimiento de irritabilidad y aflicción
* Alteraciones del sueño
* Alteraciones del apetito
Si alguno de estos síntomas es frecuente o persistente, es necesario consultar con un especialista. Para combatir la astenia, hay algunos puntos clave a tener en cuenta como mantener una dieta balanceada y nutritiva que aporten energía y refuercen las defensas. Para ello, es útil comer frutas y verduras de estación. También es esencial hidratarse e ingerir la suficiente cantidad de agua y mantener un buen descanso.
La astenia, contrariamente a lo que puede creerse, no se soluciona con reposo, si no que puede servir realizar actividad física suave para recuperar la fuerza y energías que ocasiona esta condición.