“Que un ciudadano muera mientras hacía gimnasia es objetivamente un dato que habla por sí solo y nos dice que no está bien efectuar tantos disparos. Mucho menos si se confirmó que el arma de los delincuentes era de juguete. Lo que quiere decir que sólo lo apuntaron y se retiraron sin hacer disparos. Creo que lo más correcto sería esperar los resultados de una investigación completa”, explicó Patricio Char, uno de los penalistas que opinó sobre el caso.
El profesional subrayó: “alcanza con un inocente muerto de esta manera, para entender que la justicia por mano propia, la pena de muerte y la doctrina Chocobar, sólo traen más tragedia y nos alejan de la paz social”.
Víctor Padilla opinó: “con respecto a la cantidad de disparos, hay que analizar el caso concreto. En principio resultan excesivos, pero hay que analizar las circunstancias particulares, que aún no están determinadas, ya que son materia de investigación. Creo que el policía se podría haber visto superado por la situación, teniendo en cuenta los recientes casos similares en donde perdieron la vida otros efectivos”.
“Siempre depende de cómo fue el caso. Hay que tener presente que la función policial tiene como objetivo mantener la seguridad en lugares públicos, acorde a las leyes vigentes, con la finalidad de proteger a los ciudadanos y sus bienes de cualquier acto delictivo. Pero la fuerza pública también tiene sus límites: debe emplearse en congruencia con los principios de necesidad, proporcionalidad y humanidad”, advirtió Agustina Lasquera. “En definitiva, el desarrollo del proceso y de las evidencias que se produzcan serán fundamentales para saber si se actuó acorde a la ley o si, por el contrario, hubo un exceso en el uso de la fuerza pública, violando derechos humanos fundamentales. Será un juez o una jueza quien establezca esto”, agregó.
José del Río indicó: “con los pocos elementos que aún se cuentan en la incipiente investigación, el policía actuó correctamente. Ante una agresión que implica robo, la exhibición de un arma que, si bien es de juguete, se asemeja a una real, los dichos de los asaltante que hacen alusión a la acción de disparar... Todo ello ocurre en un breve lapso de segundos lo que le da al policía muy poco tiempo de analizar la situación con serenidad”. “Entiendo que se ampara por legítima defensa. Luego con la investigación habrá que ver si hubo exceso de disparos cuando los agresores ya se encontraban abatidos”, añadió..
“Claramente la situación procesal del policía va a girar sobre dos cuestiones importantes: primero, determinar si dio la voz de ‘alto, policía’, y, segundo, saber si efectivamente los asaltantes hicieron la amenaza para ultimar al preventor del orden. Corroborar estas cuestiones con testigos presenciales será clave para dilucidar la situación procesal”, consideró Patricio Frescia.
Por último, Ernesto García Biagosch señaló: “entiendo que el hecho de que los asaltantes hayan tenido un arma de juguete no perjudica al efectivo. Al análisis debemos hacerlo al momento del hecho y en esa situación apremiante no podría exigirle al agente que en ese escenario, siendo víctima de un delito reconozca si el arma que portaba el asaltante era operativa o no”.