Cartas de lectores: siestita tucumana

Cartas de lectores: siestita tucumana

13 Septiembre 2023

Cierro los ojos: las reminiscencias de un pasado no muy lejano me transportan a mi vieja Villa San Cayetano, con una sola calle pavimentada, las otras de poco ripio y mucha tierra, que usábamos de canchita; un ejército de vendedores ambulantes que en hora de la sagrada siesta, a viva voz vendían de todo un poco... achilata, palito picolé, bombón helado, juguito congelado, manzanita, colita i' chancho, algodón de azúcar, cubanitos con dulce de leche, bollos y tortillas para el mate... Hoy sus hijos vendedores , en los mismos horarios, pero en forma moderna y sofisticada, con altoparlantes o bocinas, en las calles ya pavimentadas te masacran los oídos con pregrabados que a modo de humilde lamento, que dicen: “Atención chicos y señora ama de casa, saquen sus platitos que está llegando el masitero a su barrio; tenemos ocho variedades de las más riquísima masas; la tradicional pastaflora con dulce de membrillo, los exquisitos pañuelitos con rica crema pastelera, los cañoncitos rellenos con sabroso dulce de leche, los infaltables alfajores de maizena y los de chocolate, las crocantes palmeritas, las sabrosas milhojas de hojaldre y las más largas, las más sabrosas, las más ponzoñosas y ricas lenguas de suegra; todas masas ricas, frescas y baratas; además llevamos los rosquetes más grandes y ricas bolas i' fraile. Por favor, nuestras vendedoras están listas para atenderlos...” Grande es la sorpresa cuando salimos y observamos muchas veces que el vendedor va solo y empujando un carrito o en carro a caballo, con su propaganda a todo volumen, la mercadería bien protegida e higiénica y aunque el ruido nos moleste e interrumpa nuestra siesta tucumana, esa persona es un ser humano que se sacrifica para trabajar honestamente y nos está brindando un sabroso y eficiente servicio; algo les compremos y recemos para que Dios siempre los proteja.

Francisco Amable Díaz 

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