Cuenta el mito que en el mar de Nápoles había sirenas, seres mitad hembra y mitad pájaro. Entre ellas, Partenope, quien junto a sus hermanas Ligia y Leucosia intentó hacer naufragar a Ulises, quien astuto como era, decidió atarse al mástil del barco para resistir su canto, mientras sus marinos iban con los oídos tapados con cera para no escuchar el canto de las sirenas. La desesperación se apoderó de las tres sirenas, que se dejaron ir a la deriva. Partenope quedó entre las rocas del islote Megaride, frente a las costas de Nápoles. Fue ahí donde perdió la vida, pero antes puso un huevo. Este fue recogido por Virgilio, no solo poeta sino también mago y taumaturgo. Creyéndolo encantado, lo escondió en el sótano de Castel Marino, colocándolo en una jarra de vidrio llena de agua, protegida por una jaula de hierro, colgada de una viga de roble. Por esto el castillo cambió de nombre por Castello dell´Ovo (Castillo del Huevo). La leyenda habla de la naturaleza crucial del huevo escondido. Si se rompiera o cayera, el castillo se destruiría o hundiría en el mar y la ciudad de Nápoles sería golpeada por una serie de desgracias. Al parecer hasta ahora el famoso huevo sigue indemne porque siguen en pie tanto la ciudad como el castillo.
El Castello dell'Ovo, como se lo conoce hoy, ve su nombre derivado del latín Castrum Ovi. Es el castillo más antiguo de la ciudad de Nápoles. Un lugar encantado, que se destaca en el espléndido panorama del golfo napolitano. Se encuentra frente a via Partenope y detrás hay un mar brillante iluminado por el sol. Una zona turística entre las más importantes de la ciudad, con numerosos clubes y restaurantes en lo que se conoce como el Borgo Marinari, ubicado en la base de la antigua estructura. El castillo se encuentra en el islote de toba de Megaride, una vez conocido como Megaris, unido al continente por una delgada franja de roca. Una rama natural del monte Echia. Es aquí donde se fundó Parthenope en el siglo VIII a. C., por mano humana.
Todo depende de ese huevo: el destino del castillo y de toda la ciudad de Nápoles. Cuenta el mito que la estructura sigue en pie gracias a la presencia del objeto escondido por Virgilio. ¿Cómo podemos olvidar la legendaria “respuesta de emergencia” del Reina Giovanna, transmitido de generación en generación? Su majestad tranquilizó a los ciudadanos tras el terremoto de 1370. El daño que sufrió la ciudad fue enorme, con la gente preocupada por el destino del huevo y, por tanto, de todos. La reina les explicó que el huevo seguía intacto y evitando cualquier desgracia. Pero hubo de reconstruir el istmo que une Nápoles con el islote que había sido afectado por el evento.