“Un día me dijeron ‘no podés volver a domar, ni podés andar en caballos malos’. Yo tenía 21 años, y sentí que me cortaban las manos si dejaba de trabajar con ellos. Ahí comencé a intentar amansarlos de una manera distinta”, cuenta Martin Hardoy, reconocido experto en caballos y uno de los principales difusores de la doma racional en la Argentina. No era lo que Martín buscaba (de hecho, estudiaba Veterinaria), ni lo que había aprendido de los peones en su casa. “Ese era un sistema agresivo. Y con ese monté en jineteadas durante bastante tiempo, pero un día me largaron con un caballo malo, me caí y se me desvió una vértebra [...] No podía domar más. No así”, relata. Pero -dicen- no hay mal que por bien no venga; y el accidente lo hizo descubrir una pasión y una tarea a la que le ha dedicado los últimos 30 años de su vida: educar.
Y a eso vendrá a la Expo 2023. Hardoy recorre el país con técnicas y herramientas para enseñar a amansar equinos sin el uso de la fuerza. En Tucumán dará workshops sobre las diferentes razas de caballos; el control, alimentación y manejo de caballos; el uso de perros pastores y algunas técnicas específicas del amanse. Pero antes de su aparición en esta Expo, charla en exclusiva con LA GACETA.
- ¿Cómo llegás inicialmente a esta doma sin violencia?
- Cuando decidí irme a vivir al campo, dejé de estudiar veterinaria y decidí operarme de la columna. Entonces, el médico me dijo que no podía volver a domar [...] y empecé a leer y a buscar videos de algunas técnicas que se usaban en el exterior. Empecé a ver que se entregaban más rápido, sin tanta fuerza. Soy una persona tranquila, paciente... Entonces mi personalidad me ayudaba con los caballos. Cuando les mostraba a los peones, me decían que tenía que ver con mi forma de ser. Pero no, es por las técnicas que fui adquiriendo sin hacer fuerza, más o menos en 1982. Veía videos de métodos americanos y así empecé a aprender; después hice cursos con especialistas de Brasil, de Estados Unidos y también en la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre. Junté todo ese conocimiento, con lo que los paisanos me habían enseñado del sistema tradicional y desarrollé un método propio. Un día, una señora de Corrientes me pidió ayuda [...] cuando me di cuenta, ya lo hacía en Chaco, en Santa Fe, y después, en todo el país.
- Hoy es mucho más frecuente la doma consciente. ¿Qué beneficios genera en comparación con las formas clásicas de amansar?
- En el sistema tradicional, el caballo obedece por miedo a un mayor castigo, tirón o dolor. Llega un momento en que empieza a entender cómo funciona la cosa para que no le peguen más. Ahora, eso es interesante, porque el paisano durante tanto tiempo hacía versos de ‘mi amigo el caballo’... Se habla de amistad, pero toda la situación era agresiva. ¿Cómo podés ser amigo de alguien si utilizás un método doloroso y agresivo? Al final, la diferencia entre los sistemas (tradicional y moderno) es la diferencia que hay entre seducir y doblegar. Cuando doblegás, quedás preso y obedecés. En el sistema racional yo trato de seducir [...] toco la rienda para molestarlo y, cuando se acerca a mí, dejo de hacerlo. El caballo entiende que eso le conviene y así empiezan a obedecer [...] Ya no se trata de trabajar en contra suyo, sino con él.
- La doma tradicional ha sido transmitida de generación en generación. ¿Es muy difícil romper con tantos siglos de tradición? ¿Por qué se da este cambio de paradigma?
- La razón por la que se está dando es porque es un método en el que uno se esfuerza menos. Simplemente eso. La gente se da cuenta de que es capaz de amansar un caballo sin correr casi riesgos. Es una cuestión sencilla: todos los animales del mundo sobreviven tratando de economizar energía. Tanto caballos como humanos tratamos de hacer el trabajo esforzándonos lo menos posible. Y el sistema tradicional gasta mucha: le pegamos al caballo en la cabeza, en la rienda... El aprendizaje de los métodos tradicionales es empírico; no hay maestros, es intuición y experiencia que se va heredando de generación en generación. La doma sin violencia es el arte de seducir al animal. Tiene razones, funciones, métodos y protocolos claros.
- ¿Cualquiera puede amansar?
- Existen dos tipos de doma, la de abajo y la de arriba. La de abajo es la conquista del caballo para que se haga doméstico; cuando nacen, son animales salvajes, pero a medida que el hombre se involucra en su vida se van domesticando. Domesticarlo significa que no tenga miedo al humano. Pero, domarlo arriba, supone otras cosas: el arte de la equitación, el tipo de montura, el largo de los estribos, el uso de ayudas. Cualquiera podría amansar un caballo de abajo, pero andar a caballo es otra cosa, e implica la ciencia de la equitación. Y también es un don y una decisión, que implica paciencia; si no tenés el don de la paciencia, la vas a perder con los animales. [...] Todo se aprende. Algunas personas van a poder amansar rápidamente, de forma casi intuitiva y van a ser grandes jinetes, y hay quienes quizá podrán estudiar toda la vida y, si no les interesa o se involucran, es muy difícil que lo sean.
- ¿Qué tiene de positivo el contacto con un caballo? Pensando en el público en general, que quizá tiene sólo un contacto eventual.
- De acuerdo con algunos estudios, se sabe que hay que cosas que reducen el riesgo de infarto de miocardio. Uno es la calefacción por fuego; si calefaccionabas tu casa con fuego, dormías con tranquilidad porque sabías que no te ibas a congelar, y que te ibas a relajar mirando la fogata. Un segundo elemento que te daba tranquilidad era el perro; te hacía sentir seguro... sabías que si alguien te buscaba, el perro iba a ladrar, iba a estar atento. Y el caballo tiene un poco que ver con eso: el que tenía uno podía recorrer más distancia, las personas se relajaban porque, con un caballo atado, podían escaparse de cualquier lado. Y esto es algo que pasó durante miles de años; tener un caballo domesticado te daba un poder distinto y mayores posibilidades. Quienes tenemos la oportunidad de estar con un caballo, manejarlo y disfrutarlo, nos relajamos más. Tomamos, quizá, toda la información del día a día, de las redes sociales, y todo eso lo podemos descargar arriba de un caballo [...] pero, además, existen cosas como la equinoterapia que se logran gracias a los caballos, que no son terapeutas, sino un vehículo. Los caballos mejoran la calidad de vida de las personas.
- Amansar implica, entonces, mucho control de las emociones. ¿Qué tanto de las lecciones de amanse se pueden aplicar a nuestra vida cotidiana?
- Hay mucho de la doma que puede llevarse a la vida cotidiana, porque el amanse tiene que ver con el sentido común, con la vida y con la personalidad misma. Es que hay una cantidad de acciones que generan en el caballo reacciones opuestas; entonces, si empezamos a controlarnos nosotros con ellos, aprendemos a controlarnos en la vida. Muchísimas veces personas me dijeron que lo que se aprende en la doma es utilizable en todos los ámbitos de la vida. Tiene que ver con la paciencia, con pensar antes de reaccionar, con controlarse para controlar... Con el caballo uno se puede equivocar, y en la medida que aprendamos a equivocarnos menos; tenemos más control de todo en nuestra vida.
- En la Expo también presentás algunas recomendaciones para trabajar con perros. ¿La doma consciente se puede extrapolar a esos animales?
- Hay todo un mundo por descubrir en el manejo de perros de trabajo: para mejorar el bienestar del caballo, para ayudar al hombre de campo y para que los animales sufran menos; para que los perros se golpeen menos, no tengan que morder... Se habla mucho de bienestar animal, que sí, tiene que ver con ovejas, vacas y chivos, pero también con perros. Voy a llevar animales en distintos estados de entrenamiento para ver cómo se controlan; ellos hacen las cosas por instinto, y hay maneras de enseñarles y usarlos para que puedan conducir solos, para que puedan adentrarse en el monte sin necesidad de un caballo... El perro es un empleado más en el campo, y con muchas bondades.