El cuerpo de Taylor Fritz habló desde el primer momento. A medida que pasaban los games los hombros iban cayendo, los brazos se abrían en gestos de impotencia, las piernas no conseguían acompasar un ritmo armónico. La culpa era de Novak Djokovic (foto) y del tenis letal, implacable, que desplegó en el Arthur Ashe Stadium. Fue paliza del serbio (6-1, 6-4, 6-4), impropia de una instancia como los cuartos de final del US Open. Pero así es Djokovic cuando entra enfocado, y eso que por momentos el servicio no le funcionó a pleno. Nada grave.
A esta altura aquel partido dubitativo de tercera ronda con Laslo Djere, cuando se obligó a jugar cinco sets, ya es una anécdota. Está en semifinales y siguiendo con atención la marcha de Carlos Alcaraz por el otro lado del cuadro, consciente de que hay otra batalla contra el español flotando en el horizonte.
De todos modos, habrá que ver cómo resuelve Alcaraz su batalla de hoy con el alemán Zverev, que viene entonadísimo tras ganarle un partidazo a Jannik Sinner. Y hay más en el menú del español, porque el otro partido de cuartos será el combate ruso entre Daniil Medvedev y Andrey Rublev: cualquiera de los dos que le toque en semis implicará un esfuerzo supremo.
La jornada de martes en Flushing Meadows se selló con la derrota de la dupla argentina Máximo González-Andrés Molteni. Quedaron eliminados a manos del estadounidense Rajeev Ram y el británico Joe Salisbury por 6-4 y 6-3.