Algunos deportistas, algunos deportes, casi que ruegan para que los grandes medios les dediquen algo de espacio. Otros, en cambio, parecen abusar de su hegemonía histórica.
Ejemplo: el mismo miércoles pasado en el que toda la atención de la prensa deportiva estaba puesta en el clásico Racing-Boca por un boleto a semifinales de Libertadores, hubo otro equipo argentino, Defensa y Justicia, que concretaba la hazaña de eliminar de la Copa Sudamericana a Botafogo, líder amplio y muy probable próximo campeón del Brasileirao. Pero en la tele casi no hubo tiempo para dedicarle siquiera cinco minutos a Defensa.
Menos espacio recibió ese mismo miércoles la selección masculina de vóleibol, pese a que aplastó 3-0 a Brasil en su tierra y puso fin al dominio eterno, 72 años de reinado, del local en los Sudamericanos. Fue una hazaña de la selección que venía de lograr medalla de bronce en los últimos Juegos Olímpicos.
Pero en esas horas todo era ocupado por la victoria por penales de Boca ante Racing.
Volverá a suceder esta semana, pero ya con la selección de Lionel Scaloni como protagonista. El inicio de las Eliminatorias sudamericanas para el Mundial 2026 (Argentina debuta el jueves contra Ecuador en el Monumental) se adueñará de todo.
Inclusive está relegando el debate que todavía no escuchamos (pero sí nos merecemos) sobre el nuevo sistema AFA-ID para comprar boletos que permitan ver a la Selección y que, así como fue presentado, dejará sin chance de ver al equipo de Scaloni a cada vez más gente.
Hay que tener dinero para comprar abonos de 24.000 pesos (precio mínimo) o hasta de 4,9 millones de pesos para tener la chance de ver a la Selección en las eliminatorias, como lo establece el nuevo sistema ID, que debutó el viernes último y que está provocando críticas fuertes al presidente de la AFA, Claudio Tapia -foto- (en las redes, no en los medios).
El primer caso (24.000 pesos, socio bronce) es más barato, claro, pero sólo abre la puerta a la ilusión, no garantiza la seguridad de poder asistir al partido. Es el derecho histórico y básico a la ilusión, pero al que ahora la AFA le ha puesto precio. Tiempos modernos.
¿Y dónde ponemos hoy aquella emoción por las cinco millones de personas que salieron a las calles a celebrar el título de Qatar? Obvio, no habría estadio que alcance para satisfacer a todos. Pero el camino del sistema ID iniciado por la AFA, con la Selección campeona, momento dulce para los abusos, es el que menos podría ayudar a cuidar la esencia del fútbol. Eso que los ingleses bautizaron como el “people’s game”. El juego de la gente.