Si bien cada familia tiene tradiciones, los Ulas tienen una característica inusual al resto de las demás: cinco de los 18 hermanos caminan en “cuatro patas” desde que nacieron. La comunidad científica se quedó impactada al descubrir ese caso y, desde entonces, lo siguieron para estudiar si tiene alguna relación con las teorías de la evolución.
La familia Ulas se volvió famosa debido a un documental de la BBC llamado La familia que camina en cuatro patas. El modo usado por los miembros es el “gateo de oso”, por su similitud con el desplazamiento del animal.
Resit y Hatice Ulas tienen 18 hijos y seis de ellos manifestaron el inusual modo de desplazamiento. Sin embargo, uno de ellos falleció a la corta edad de cinco años. Los hermanos Safiye, Hacer, Senem, Emine y Hüseyin tienen entre 25 y 41 años y, debido a su forma de transportarse, sufrieron numerosos actos de humillación, a veces hasta incluso agresión física con piedras.
¿Qué dijeron los científicos sobre la familia Ulas?
En el documental se los califica como “el eslabón perdido entre el hombre y el simio”. Parte de la comunidad científica tuca califica el rasgo como una “involución” humana. Por la controversia con aquellas teorías, Nicholas Humphrey, psicólogo evolutivo de la London School of Economics, criticó la postura que se presentó en Turquía. La acusó de ser “profundamente insultante” y “científicamente irresponsable”.
En una entrevista con 60 Minutes Australia, Humphrey resaltó la importancia del bipedalismo y explicó: “Lo que nos distingue del resto del mundo animal es el hecho de que somos una especie que camina sobre dos piernas y mantiene la cabeza en alto en el aire... Por supuesto, también es el lenguaje y todo lo demás”.
Según el Daily Star, una serie de estudios reveló que los hermanos tienen el cerebro en un tamaño reducido a comparación del resto de los humanos. A pesar de este dato y la comparación con antecesores, se señaló que su locomoción difería de las de los simios.
El profesor británico reveló una perspectiva alternativa a este caso: “Creo que es posible que lo que estamos viendo en esta familia sea algo que corresponda a una época en la que no caminábamos como chimpancés, sino que era un paso importante entre bajar de los árboles y volverse completamente bípedo”. Además, sugirió que su desarrollo pudo haber sido afectado por la falta de estímulos que los impulsarán a ponerse de pie a partir de los nueve meses de edad.
A pesar de la discriminación, los jóvenes llevan una vida normal y, para ayudarlos con su progreso, se les proporcionó un equipo de fisioterapeutas que los ayudaron a aprender a caminar en dos pies. En su segunda visita a Turquía, el profesor notó mejoras significativas en su modo de traslado.