01 Septiembre 2023
En holandés jongbloed significa “sangre joven”. No obstante, cuando salió a disputar la final del Mundial 78 contra Argentina, Jan Jongbloed era un veterano de 37 años; la juventud deportiva ya era parte de su pasado. Es más, había llegado como suplente, pero la lesión de Piet Schrijvers en el partido previo con Italia le abrió la puerta de una revancha. Cuatro años antes Jongbloed era el arquero de la “naranja mecánica”, derrotada por Alemania Federal en la final del Mundial 74. Pero no hubo posibilidad de desquite -ni para él ni para Holanda, hoy Países Bajos- en la cancha de River, porque Argentina se impuso por 3-1 y alzó la Copa por primera vez.
Los DT confiaban en Jongbloed más que la prensa y que los aficionados. Lo criticaron mucho, sobre todo por los goles que le marcaron Gerd Müller (en el 74) y Mario Kempes (en el 78). En Alemania atajaba sin guantes, en Argentina aceptó usarlos. No hubo caso, las vueltas olímpicas fueron ajenas.
Pero para Jongbloed, fallecido ayer a los 82 años, las derrotas resultaron anecdóticas en comparación con el dolor de padre. Su hijo Eric murió alcanzado por un rayo en 1984, mientras disputaba un partido de fútbol. Y Jan estaba presente.
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