Hora de Mundiales. Los Murciélagos se coronaron el viernes tricampeones del Mundial para ciegos. Unos días antes habían hecho lo mismo las Murciélagas. Hegemonía blanquiceleste en los Mundiales jugados en Birmingham, Inglaterra.
El siguiente Mundial al que me refiero es el de básquetbol, que comenzó también el viernes en Japón, Indonesia y Filipinas, con 32 selecciones y sin Argentina. La confirmación del momento difícil de nuestro básquet, que tampoco se clasificó a los Juegos Olímpicos de París 2024. Duro de aceptar porque todavía está fresca la Generación Dorada, su oro de Atenas 2004, sus otros podios y logros y la más fresca actuación en el Mundial de China 2019, segundos con el liderazgo ya de Facundo Campazzo y el interminable Luis Scola. La mirada parece puesta en el difícil recambio de jugadores, pero los especialistas hablan también del recambio dirigencial y una Liga interna que complicó su desarrollo.
El tercer Mundial (cuarto en rigor si incluimos a Las Murciélagas) es el de Rugby, que comenzará el 8 de septiembre en Francia. ¿Se imaginan a Argentina enfrentando amistosamente a Brasil en Wembley a solo 12 días del Mundial de fútbol? ¿Impensable no? Eso fue lo que hicieron el último viernes el campeón defensor del título (los Springboks sudafricanos) contra los candidatos de siempre (los All Blacks neozelandeses). El dinero lo pudo y el partido terminó con paliza sudafricana. Impensable también la serie previa de Inglaterra (rival de Argentina en el debut), que se midió contra rivales difíciles y solo agravó bajas de jugadores por suspensiones o lesiones e inseguridad por un rendimiento pobre, como se vio ayer en la caída histórica contra Fiji en Twickenham.
Y me quedan dos últimos Mundiales. El de Atletismo por un lado, casi ignorado aquí por la ya histórica falta de atletas argentinos en la élite. Y el de fútbol femenino por otro. El que España le ganó a Inglaterra en la final de Sidney una semana atrás. Era el momento de gloria. Pero lo arruinó el presidente de la Federación, Luis Rubiales, con euforia desmedida en la celebración, tomándose los genitales en el palco primero y besando luego en la boca a la jugadora Jenni Hermoso en la premiación. Y, finalmente, desafiando a todos. Al punto que ayer fue suspendido por la FIFA. Rubiales, en rigor, no fue el único. Hubo prensa que acompañó con titulares desafortunados. Las risas de colegas radiales. Y todo un ambiente del fútbol que aplaudió al presidente omnipotente. Queda todavía mucho camino por recorrer en materia de género. Y saber también que un Mundial te puede consagrar. O arruinar tu carrera.