El hombre subió hasta el sexto piso del Palacio de Hacienda, uno más de donde Sergio Massa tiene su despacho. El candidato presidencial de Unión por la Patria no estaba, pero Juan Manzur debía acudir a dos citas ineludibles.
La primera estaba relacionada con los créditos. Fue hasta la oficina del secretario Legal y Administrativo del Ministerio de Economía de la Nación, Ricardo Blas Casal, a preguntar cómo estaba el financiamiento internacional para las obras encaradas en Tucumán con fondos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). De paso quiso saber si el ministro había dado el visto bueno para esos $ 10.000 millones que le permitirá cerrar el segundo mandato como gobernador, el 29 de octubre próximo.
La segunda cita tuvo tintes de política electoral y fue con Raúl “Cabezón” Pérez, que se convirtió en el interlocutor del massismo ante figuras del interior provincial. Manzur no es cualquier dirigente. Al referente del Frente Renovador, uno de los confidentes del tigrense, le llamó la atención que el tucumano saliera de su autoletargo político. Por cuerda separada, el massismo también habló con el gobernador electo Osvaldo Jaldo. Para las presidenciales del 22 de octubre, pidieron más músculos en la provincia, un territorio peronista que en las PASO trastabilló ante ese torbellino libertario llamado Javier Milei. El actual vicegobernador no quiere ni pronunciar ese apellido. Su meta es ahora modificar la imagen del sexto distrito electoral más importante de la Argentina para que en octubre le ofrende a la coalición oficialista un triunfo con por lo menos 420.000 sufragios, una cifra que se proyectó para las internas de hace dos semanas pero que, en definitiva, no pudo ni siquiera superar los 312.000 votos.
La lapicera sigue siendo lo suficientemente poderosa para mantener a raya el poder territorial de ciertos dirigentes justicialistas. Se trata de una versión argentina de aquella frase atribuida al dramaturgo y político británico Edward Bulwer-Lytton (The pen is mightier than the sword), que también llamó a “perseguir al todopoderoso dólar”, como lo hace el Gobierno nacional para robustecer las reservas internacionales. Massa sabe que hacer campaña con un ajuste sobre sus espaldas, fruto del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, torna dificultoso el contacto con los ciudadanos. A 15 días de la devaluación brusca del 22% en el tipo de cambio oficial, el conductor de Economía y virtual presidente de la Nación en ejercicio no puede hilvanar aquellos anuncios que mitiguen tamaño daño al poder adquisitivo de los argentinos que, para mal de todos, también padecerá los efectos de una inflación del 12% en el plaguiento agosto que se va.
Septiembre será un mes “disciplinador” dentro del oficialismo. Massa sabe que, sin recursos, los dirigentes territoriales no bailan y, si eso ocurre, le abrirán el camino a la Casa Rosada a Milei. Todos (y Jaldo no es la excepción) creen que si las urnas le sonríen al libertario, la suerte de las provincias estará echada. En los próximos días la dupla Massa-Agustín Rossi recibirá a los gobernadores actuales y electos de Unión por la Patria para definir la estrategia de campaña. Luego será el turno de los principales intendentes del país. La cumbre será anterior a la presentación del proyecto de Presupuesto Nacional 2024.
El esfuerzo de los mandatarios provinciales será titánico. Entre ellos corre una duda sobre la reacción social frente al ajuste que deberá hacer el Gobierno nacional. “Hoy la gente está más enojada con nosotros más que el día de las PASO”, señala un operador manzurista para definir el humor social frente a la devaluación y a las exigencias externas de restricción del gasto público. El massismo había preparado cuatro ejes para revertir la imagen en los próximos 58 días.
1- Un plan de estabilización de precios y control de moneda. Es lo que vino ejecutando el titular de Aduanas, Guillermo Michel, en las conversaciones con los principales formadores de precios. Además, está relacionado con la decisión de congelar en $ 350 al dólar oficial hasta fines de octubre.
2- Un programa de compensación y distribución de recursos que compense la devaluación. El propio Alberto Fernández se encargó de anticiparse a Massa en los anuncios desde La Pampa cuando dijo que el paquete contendrá una suma fija para asalariados, un bono para jubilados y pensionados, y un aumento de planes sociales como la tarjeta Alimentar y la Asignación Universal por Hijo. Luego vino el FMI y le puso coto a la expansión del gasto salarial.
3- Un acuerdo político con los gobernadores y con los intendentes de la coalición gobernante para el armado de un gran aparato electoral. Esta convocatoria está firme y se hará entre esta semana y la próxima.
4- Si hay posibilidad de una segunda vuelta, llamar a un gran acuerdo social que exceda lo partidario. Algo de eso pronunció Massa cuando convocó a un gobierno de “unidad nacional” para después del 10 de diciembre, fecha en la que Fernández entregará los atributos presidenciales a su sucesor.
Manzur está más activo que antes de las PASO. Eso es lo que el massismo esperaba de uno de los vicepresidentes del PJ nacional. No se trata de convicción, sino de oportunidad. El gobernador tiene que diseñar su futuro político que, hoy por hoy, sólo se percibe desde una banca en el Senado de la Nación. En su entorno esperan que, en las presidenciales, el oficialismo tucumano se quede con tres de las cinco bancas a diputados en disputa. Jaldo, en tanto, trata de consolidarse en las tres secciones electorales, a través de reuniones con los principales referentes, una situación que se profundizará a partir de la próxima semana. Tal vez haya algunas convocatorias masivas, pero lo que el jaldismo está tejiendo son alianzas y fidelización de peronistas. La transición de la gestión puede esperar. En su entorno cuentan que el tranqueño guarda bajo siete llaves los nombres de los integrantes de su futuro gabinete. “Si eso depende exclusivamente de él, nos tendrá en vilo hasta el 23 de octubre, luego de las presidenciales”, confiesa uno de sus más estrechos colaboradores. Sin embargo, varios jaldistas anticipan que habrá sorpresas en la conformación del futuro elenco gubernamental.
Puja por los fiscales
Muy cerca del edificio donde Manzur fue a pedir pista al massismo se reunían los principales dirigentes de Juntos por el Cambio. La cumbre fue a una cuadra y media de distancia, en la que también se realzó la importancia de los gobernadores en la próxima contienda. La oposición puede mostrar un escenario interesante en cuanto a los acompañamientos en las provincias. Jujuy, San Juan, San Luis, Chubut y Corrientes ya están definidas. Se espera que haya un resultado favorable en Mendoza, Santa Fe, Entre Ríos, Ciudad y Provincia de Buenos Aires. Patricia Bullrich tiene previsto reforzar sus visitas a Tucumán para acompañar a Mariano Campero y a Valeria Amaya, los principales postulantes a la Cámara Baja. Pese al resultado de las internas, en el radicalismo particularmente creen que pueden revertir la mala perfomance electoral y alcanzar dos bancas.
“El combate electoral que se viene debe ser provincial; se le puede ganar a Pablo Yedlin y también a Ricardo Bussi”, afirma un referente de la coalición opositora. El radicalismo ya ha dado una muestra de unidad, pese a los reproches internos hacia el presidente del distrito local, Roberto Sánchez, por las demoras en convocar a la estructura. Lo que está pendiente hasta ahora es un diálogo con los otros socios de Juntos por el Cambio. Particularmente, Campero ha llamado en reiteradas oportunidades al intendente capitalino y líder del Partido de la Justicia Social, Germán Alfaro, sin que hasta ahora haya recibido una respuesta. Aún sigue en deuda la foto de unidad que no se tomó la noche de las PASO, tal como se había acordado con anterioridad a la puja interna en JxC. Aquello de que “la democracia ordena” ha quedado solo en la expresión de deseo. Todo indica que la cumbre puede darse entre mañana y el martes. De todas maneras, el actual intendente de Yerba Buena ya hizo un acercamiento con varios dirigentes del alfarismo, que prometieron trabajar para la campaña. Juntos por el Cambio cree que puede mejorar en 80.000 votos su perfomance de las internas de hace dos semanas para tratar de lograr dos escaños en Diputados.
Ricardo Bussi transita la campaña con relativa tranquilidad. El presidente de Fuerza Republicana suele decir en las reuniones que en las provinciales intentaron liquidarlo, pero que resucitó en las PASO y que FR se consolidará en las presidenciales. El actual legislador recuerda que el 11 de junio sucumbió ante el fuerte aparato electoral del PJ y por eso recolectó 17.441 votos. Con Milei en la boleta, la cosecha subió a 350.378 sufragios durante las primarias.
Bussi está tratando de fortalecer el ejército de fiscales de mesa que requerirá para las presidenciales. En Fuerza Republicana señalan que ya hay más de 1.500 voluntarios (en su mayoría jóvenes) para cuidarle los votos al líder de La Libertad Avanza. El presidente de FR se encuentra en conversaciones con algunos dirigentes del radicalismo, según señalan en su espacio, que quieren acompañar la propuesta de Milei. En el medio de esta disputa está el recuerdo de la alianza que motorizaron con Campero para fortalecer a la oposición. “No hay margen para nada. Tal vez Mariano se vea cara a cara con Ricardo en algún debate y, de ese intercambio, pueden saltar chispas”, señala un funcionario del candidato a diputado por JxC.
La elección presidencial del 22 de octubre se aproxima a pasos agigantados. El oficialismo hará prevalecer su lapicera, como lo hicieron los gobernadores en las provincias. La diferencia con otras contiendas es que, por ejemplo, en Tucumán ya hubo tres “inversiones proselitistas” que dañaron las arcas de las coaliciones. Sin padrinos mágicos será imposible mover voluntades. Hay fuerzas que le temen al voto espontáneo, ese mismo que castigó a los políticos en las internas pasadas. La clave para recuperar la confianza no sólo pasa por la pluma y la espada, sino también por la palabra, tan devaluada como el peso, en boca de un político en campaña.