¿Corte Milei?
Javier Milei, diputado y candidato presidencial de La Libertad Avanza (LLA). Javier Milei, diputado y candidato presidencial de La Libertad Avanza (LLA).

Aún estamos en shock. Esta frase, dicha por un empresario y dirigente deportivo, refleja el estado del país tras la sorprendente victoria de Milei, que hoy capta y seguirá captando la atención política; ya no es tema sólo de cafés, sino también de peluquerías. ¿Corte Milei?, le pregunta el estilista en tono de broma a un joven cliente, y lo que parece una humorada es el inicio de una charla sobre economía y la conveniencia del ingreso al Brics. En cumpleaños surge inevitable la charla por el libertario: que es lo nuevo frente a lo viejo, que sus propuestas son inconstitucionales e irrealizables, o hasta que es una mala copia de Menem.

Y si causa sorpresa, ahora que se conocen los números oficiales de las primarias en Tucumán, hay que detenerse en los votos que consiguió el líder de la Libertad Avanza: 350.000. Cifra que le sirvió para destronar al peronismo, que hace 20 años venía invicto en comicios nacionales. No sólo es significativo porque lo desbancó sino porque, matemáticamente, sus votos habrían provenido precisamente de votantes del oficialismo. Baste comparar los guarismos de la elección provincial y las PASO para llegar a esa primaria conclusión. El 11 de junio, Unión por la Patria (Jaldo-Acevedo) logró 613.000 sufragios; el 13 de agosto, Unión por la Patria (Massa-Rossi) obtuvo 319.000 adhesiones. Casi 300.000 menos. Lo que redondea la curiosidad matemática es que si se suma lo que consiguió Fuerza Republicana en la elección provincial (45.000) con los votos que perdió el PJ, se llega a los 350.000 de Milei.

Estos números abren la puerta a muchos interrogantes, algunos que desvelan, principalmente, al Gobierno provincial. Uno de esos es: ¿por qué tanta deslealtad? Una primera respuesta debe tener en cuenta los distintos sistemas electorales de ambos comicios, ya que el acople obliga a la dirigencia territorial a trabajar por sus propios intereses y a fidelizar el voto como sea: carisma, recursos o promesas. Son batallas individuales que suman victorias al espacio; así cuantos más gladiadores haya compitiendo entre sí aportarán todos al frente.

Al no haber incentivos individuales para sufragar por la dupla Massa-Rossi, la dirigencia territorial no se preocupó en demasía por movilizar o desarrollar una campaña. Con el pasar de los días, se está advirtiendo el error o el descuido, por eso se habla nuevamente de poner en marcha la maquinaria peronista, con todos los recursos al alcance para “recuperar” el mote de invencibles. Ya se mencionó que de haber repetido la elección de junio, el oficialismo le habría permitido a Unión por la Patria ser segundos en las PASO, detrás de Milei, y no terceros. O sea, este dato trasunta una preocupación: el balotaje.

Porque con los números de las primarias, el oficialismo queda fuera de la segunda vuelta; de ahí que cobren valor esos 300.000 sufragios perdidos por el PJ entre una y otra elección. Matemáticamente, Tucumán puede ser clave para que Unión por la Patria llegue al balotaje, porque de eso se trata, de llegar como sea a la segunda vuelta, como segundos, porque “la casta” descuenta que el libertario volverá a ganar en octubre.

Sin embargo, más allá de cualquier explicación sobre el “fenómeno Milei” en la provincia, lo que debe llamar la atención al oficialismo es por qué la mitad de sus “bases” o simpatizantes le dieron la espalda a Unión por la Patria y se volcaron por la Libertad Avanza. Básicamente, no entienden por qué esos votantes suponen que una gestión provincial del PJ puede andar mejor con una gestión nacional de signo contrario. ¿Acaso no entienden de política?, ¿Trescientos mil no lo entienden?

En todo caso, debería preocuparle cómo harán para que convencerlos de que deben regresar al redil del peronismo. Más aún, cómo convencerán a esas miles de almas de que les conviene otro gobierno justicialista cuando, justamente, el Frente de Todos anda a los tumbos en el Gobierno en medio de dramáticos índices sociales y económicos. Tanto que no respondió satisfactoriamente a la víscera más sensible del hombre: el bolsillo; como solía repetir el viejo líder del PJ.

Pese a todas estas especulaciones, hay una pregunta que no encuentra una respuesta convincente: ¿de dónde salieron o dónde estaban ocultos esos miles de votos a Milei en Tucumán? Puede que hayan salido del espacio que siempre acompaña al peronismo, pero ¿por qué a Milei?, justo al que reniega de la dirigencia política tradicional, la que justamente gobierna la provincia. ¿Mensaje de malestar de la dirigencia territorial con los que conducen el espacio porque no les dieron las herramientas para fidelizar el voto?, ¿exceso de celo en el cuidado del voto de Milei para que no crezca tanto Juntos por el Cambio?, ¿muestra de poder interno de un grupo del peronismo para reflejar que puede alterar los resultados, o que tiene capacidad de daño?, ¿descuido estratégico por no evaluar correctamente el alcance del efecto libertario en Tucumán, aún cuando tenían encuestas que mostraban el notable crecimiento de Milei?

Todas esas preguntas podrían responderse afirmativamente; y ese combo permite entender en parte el cimbronazo electoral en Tucumán. Hay que considerar, además, que en ese respaldo también debe haber alguno que otro desencantado con las dos gestiones últimas, la de Cambiemos y la del Frente de Todos, que ahora buscan alguien que altere la realidad, aun con algunas propuestas más efectistas que efectivas.

El mensaje de fondo va por esa línea: me cansaron los mismos, vamos por algo nuevo. Milei refleja en parte ese hartazgo por la dirigencia política, cuyos apellidos se vienen repitiendo en las últimas décadas, sin que haya renovación. Este topetazo de realidad que se dieron los políticos, los desafía a mostrar -en sólo dos meses- que están a la altura de las circunstancias y que pueden revertir la situación; y de que desde la política aún se pueden dar respuestas para mejorar la calidad de vida de la comunidad, y no solo a sus familiares.

Es poco tiempo para que se renueve la credibilidad de la sociedad, por lo menos de la que ya sufragó por la Libertad Avanza, ese grupo parece estar convencida de que tiene que sobrevenir el tiempo del mileísmo. Aquí hay que observar un detalle no menor si es que Milei se convierte en presidente: va a tener un Congreso adverso, donde la casta, como él la llama, manejaría el 80% o el 90% de ambas cámaras legislativas. ¿Pretenderá gobernar por decreto o manejarse con plebiscitos?

Con ese posible esquema institucional, el consenso deberá convertirse en el arma central de la gestión para hacer desaparecer el concepto de grieta para gobernar, o Argentina puede correr el riesgo de copiar a Perú, donde los diputados destituyen presidentes. ¿Puede suceder esto en el país? Veamos. El artículo 53 de la Constitución nacional fija que la Cámara de Diputados acusa ante el Senado al presidente, vicepresidente, al jefe de gabinete de ministros, a los ministros y a los miembros de la Corte Suprema por mal desempeño o por delito en el ejercicio de sus funciones. El artículo 59 fija que al Senado le corresponde juzgar en juicio público a los acusados por la Cámara de Diputados. “Cuando el acusado sea el presidente de la Nación, el Senado será presidido por el presidente de la Corte Suprema. Ninguno será declarado culpable sino a mayoría de los dos tercios de los miembros presentes”. Milei, seguro, no tendrá 24 senadores propios que lo defiendan.

En fin, el marco legal está para que pueda ocurrir. Que se no se llegue a esa eventual instancia de grave conflicto institucional dependerá de que los responsables de la conducción política del país consensúen cómo salir de la crisis y no sigan agrietándolo. En campaña vale el Milei versus la casta, vale esa grieta electoral, pero en gestión -en caso de que el economista llegue a la Casa Rosada-, Milei no podrá gobernar manteniendo esa distinción, porque tendrá que gestionar con la casta dominando el Parlamento; por decirlo de alguna forma: cogobernar con la casta que detesta. Eso sin mencionar que tendrá en contra a los sindicatos, a la CGT, y a las organizaciones sociales.

Un panorama que pinta incierto, aunque todavía falta atravesar los comicios. Y así como nadie encuentra una explicación al fenómeno Milei y al sorpresivo voto en Tucumán en favor del libertario, nadie parece prever qué puede ocurrir en el país y en la provincia. En Unión por la Patria tienen claro por dónde deben ir para arrimarse a la segunda vuelta: aceitar la maquinaria electoral del peronismo en los territorios y en hacer campaña electoral con las medidas económicas que genere el candidato principal, intentando capear la crisis. Un poco demasiado tarde.

En Juntos por el Cambio, la situación también es complicada: Bullrich debe seducir al voto larretista y convencer que Milei es una mala copia de la coalición opositora, y no una mejor versión de ellos. Los votos dicen otra cosa. Si es que se produjo un shock en los comicios por un resultado impensado, por una adhesión sorpresiva, el escenario circunstancial que se armó le pone un signo de interrogación al tiempo que puede sobrevenir en el país. Lo único seguro es que la dirigencia tendrá que adoptar con más responsabilidad el lugar que les toque en suerte, de acuerdo al voto popular; sino el país seguirá en bajada. El aviso fue dado en las PASO: así no va más; no fue un que se vayan todos, sino un que venga otro. Hasta aquí es una advertencia.

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