“Era una práctica cultural hace 30 o 40 años atrás, cuando no había cosecha mecanizada, entonces se hachaba la caña y abajo se la quemaba. No digo que eso desapareció, pero deben ser menos del 2% los que siguen haciendo eso”, indicó Marcelo Fernández, ex presidente de Cañeros del Este, quien asegura que a pesar de que el 95% de los productores no quema sus campos, siguen siendo “demonizados” por los incendios. El productor habló en entrevista con LG Play.
Fernández remarcó que el fuego los perjudica y que desea que la sociedad sepa eso. “Cuando nos queman un cañaveral en pie perdemos un 10% de peso. No se olviden de que el ingenio nos paga no solo por el rendimiento del producto sino también por peso. Perdemos entre 5 y 10 kilos de azúcar por tonelada cuando la caña fue quemada”, explicó, y aseguró que ningún productor “sería tan estúpido” de atentar contra su bolsillo.
Por otro lado, el cañero agregó que las llamas también dañan futuras cosechas. “Las altas temperaturas de la quema generan que la fauna microbiológica del suelo muera”, indicó Fernández.
El ex mandatario de Cañeros del Este remarcó que su cosecha es muy reactiva a una simple chispa. “La gente que pasa, con que tire una colilla de cigarro te prende todo, porque la caña es muy combustible, no se olviden que de la caña se hace alcohol. Por eso, además, no pueden poner cableados sobre campos cañeros”, enfatizó, haciendo referencia a los cortes de luz que generan muchas veces estos incendios porque afectan los conductos eléctricos. Luego agregó otro ejemplo sobre lo inflamable que puede ser esa cosecha: “con que una ceniza encendida llegue al cañaveral se puede provocar un fuego que no se lo para más”.
Por todo esto, solicitó reuniones con el ministerio del Interior y el Gobierno para mejorar la prevención, pero también les llamó la atención a los cañeros que siembran bajo el cableado eléctrico, algo que está prohibido.
Otra mirada
“Estamos segurísimos de que quemar la caña es totalmente perjudicial para el productor cañero. Quemar implica eliminar el rastrojo del suelo, algo que cumple un papel fundamental en los campos”, explicó Juan Fernández Ulivarri, investigador en caña de azúcar de la Estación Experimental.
El experto señaló que sus estudios demuestran que en un lapso de 10 años la quema fue disminuyendo, pero que además hubo años que tuvieron condiciones predisponentes para la quema. “Sobre todo los años que tuvieron otoños secos. Esa condición climática no afecta sólo a la caña sino también a pastizales. Podemos ver que en años así surgen incendios en todo el país”, destacó.
Fernández Ulivarri advirtió que las zonas más afectadas por el fuego son las de minifundistas que no pueden acceder a la cosecha mecanizada. “Lamentablemente esos cañeros queman la caña, pero son quemas controladas”, agregó. Explicó que existe una certificación sobre un curso de prevención del fuego y que el INTA es la institución que debería buscarles una solución a esos pequeños productores que aún queman su cosecha.