Llegar a Puerto Madryn no es una tarea sencilla para un tucumano. Requiere principalmente de mucha paciencia; sobre todo si se viaja en una época en la que la ciudad de las ballenas está abarrotada de turistas deseosos por ver a los cetáceos de cerca.
En ómnibus, el viaje puede llegar a tornarse interminable. En avión se torna necesario hacer trasbordo en Buenos Aires para acceder desde allí a Trelew (a Puerto Madryn hay pocos vuelos diarios desde CABA). Luego, son 65 los kilómetros que separan a Trelew de Madryn.
Todos esos vericuetos quedan en el olvido cuando se accede a la ciudad por la ruta 3. “Madryn, la más linda”, reza un cartel y es imposible contradecirlo.
Unos kilómetros antes, durante el trayecto, se puede observar el imponente Parque Eólico, que fue construido hace seis o siete años y que genera la energía eléctrica que abastece a la planta Aluar, la mayor productora de aluminio de nuestra tierra.
Madryn es una ciudad demasiada tranquila, en la que sus 130.000 habitantes no suelen salirse de la rutina, según comentan.
Sin embargo, la temporada de avistaje de ballenas atrajo un sinnúmero de turistas, que caminan por las calles con los cámaras de los celulares atentas a capturar las bondades que la naturaleza le entregó a la “perla del golfo”.
“Esta vez parece que llegaron muchas más ballenas; y a diferencia de años anteriores se las está viendo en muchos lugares en los que antes no era lo acostumbrado. No sé si será producto del cambio climático o qué”, apunta el recepcionista del hotel en el que está concentrado San Martín, ubicado justo frente al mar. “Esta mañana la marea estaba alta y vi unas cuantas ballenas justo ahí. Estaba sentado en el bar del hotel y las vi. Salí corriendo, crucé el boulevard y quedé impactado”, dice Miguel Romero, encargado del departamento fútbol del “santo”.
Hoy habrá que madrugar y estar atentos al mar. Ojalá tengamos suerte.