El campo de las simulaciones domina “El sonido de lo frágil”

El campo de las simulaciones domina “El sonido de lo frágil”

Una mujer contrata a una actriz para que se haga pasar por una mucama en el texto dirigido por Gilda Sosa que se verá en La Veleta.

NADA ES LO QUE PARECE. Sobre lo absurdo y las fabulaciones se construye la obra “El sonido de lo frágil”. NADA ES LO QUE PARECE. Sobre lo absurdo y las fabulaciones se construye la obra “El sonido de lo frágil”.

Una mujer contrata a una actriz para que interprete el papel de mucama por un día. Pero ¿quién puede controlar los acontecimientos cuando una idea es tan ajena a quiénes somos? Una constelación absurda de simulaciones, fabulaciones y humor, donde lo frágil es lo único capaz de reconectarnos y nadie es lo que parece.

Así se presenta “El sonido de lo frágil”, la obra interpretada por María Victoria Felipini y Luciana Taverna que se verá a las 21 en La Veleta Cultural (Crisóstomo Álvarez 124). “¿Qué sonido tienen las historias personales? ¿Cuánto silencio necesitan los vínculos para encontrarse? ¿Cómo se eligen las palabras que llenan los silencios?”, inquiere la directora Gilda Sosa, en diálogo con LA GACETA.

- ¿Cómo surgió la obra?

- En diferentes momentos de mi vida, me encontré con dos anécdotas de clase media aspiracional, que por algún motivo quedaron habitando en mi imaginario. En una de ellas, una familia se endeudó en la remodelación de su casa para recibir a parientes de Europa y en otro caso, uniformaron a las mujeres que habitualmente limpiaban, para armar el cuadro de las mucamas de la casa. ¿Qué se nos juega como sociedad ante la mirada europea que tanto legitimamos? ¿Qué tan bien puede salir un plan basado en lo que no somos? Esos interrogantes se mezclaron con la atmósfera de la pandemia. La relación con el sonido y el silencio vienen de ahí, de sentir el cuerpo y la propia vida en una instancia nueva que era preciso escuchar. Ese momento nos trajo la conciencia de que naturalizamos estar rodeadxs de ruidos ya que por contraste nos encontramos con el silencio en las calles, los barrios, las plazas… y a su vez, la saturación de voces hegemónicas, para diagnosticar y calificar el momento inédito que estábamos atravesando como sociedad, como mundo.

- ¿Y qué historia se construyó desde el sonido y los silencios?

- Parte de la pregunta de cuál es la jerarquía que tienen los sonidos en nuestras vidas. Lo que no alcanzamos a oír, lo que nos acostumbramos a escuchar y, muchas veces repetimos como una caja de resonancia, sin tomarnos el tiempo de decodificar sus significados e implicancias. Se trata de detectar cómo construimos sentido a partir de las voces que nos rodean. Es una materialidad que va trazando una historia paralela a lo que “se cuenta”. La obra se estructura a partir de evidenciar la contradicción del personaje de la dueña de casa, quien para recibir a su prima que viene de Europa, contrata a una actriz para realizar el papel de mucama por un día. Esta contradicción, que en apariencia es la más evidente, lleva el peso de micro silencios biográficos que, a su vez, van construyendo un vaivén de cercanías y distancias entre los personajes. Tan significativo es lo que “no se dice” entre ambas que desata el giro de la obra.

- ¿Cómo es el ejercicio del poder de la dueña de casa?

- Muriel ejerce un poder territorial y de supuesto caudal económico y status social, que todo el tiempo se resquebraja. Ese ejercicio desesperado está sostenido por un andamiaje de farsas y estereotipos que provocan más humor que tensión.

- ¿Quién tiene el real poder en la relación que van creando?

- Si contesto la pregunta, develo mucho de la obra... pero es claro que el poder no lo tiene quien cree tenerlo.

- ¿Hay una simbiosis a partir de las necesidades mutuas?

- No diría simbiosis, pero entre ellas sí se construye una relación de mutua necesidad que las tensiona al punto del estallido, lo que provoca la caída de sus máscaras.

- ¿Cuál es tu fragilidad y cuál la de la sociedad donde vivimos?

- Mi fragilidad es sentirme vulnerable frente a un contexto que por momentos es demasiado estridente y superpoblado de información. Frente a los propios imperativos de hacer, avanzar, hacer, avanzar, siento que el silencio, la pausa, se transforman en espacios preciados que me tengo que gestionar con valentía. Muchas veces me siento frágil frente a la otredad pero, a su vez, siento que es un desafío que quiero recorrer. En el vínculo con la otredad hay una clave sobre cómo somos como sociedad, la naturalización del odio a quienes no piensan ni viven según nuestros estándares, rompe nuestro tejido social, y nos deshumaniza. En este sentido, la fragilidad puede ser un gesto distinto, que al menos interrumpa las prepotencias y los gritos desaforados, de quienes pretenden imponer un modelo que adora el poder individualista como fórmula de “sociedad exitosa”.

- ¿Cómo se cuela el humor en esa atmósfera dentro de la casa?

- Surge cuando las máscaras de los personajes son insostenibles, cuando la simulación, el ridículo y la torpeza de Muriel y la mucama quedan expuestas sin demasiado vericueto.

- ¿Lo femenino es parte central de tu trabajo dramatúrgico?

- Ubicarme en el lugar de escritora y directora ya me abre preguntas individuales y colectivas en relación al rol de la mujer y las disidencias en las artes escénicas (ver “Una visita previa”). En “El sonido de lo frágil”, hay dos temáticas que dialogan de manera interseccional con las temáticas de género: la clase social y las disidencias. La manera de encarar el trabajo es distinto, pero la necesidad de seguir hurgando en las desigualdades e injusticias estructurales, es la continuación de un grito feminista.

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