La cuarta jornada del nuevo juicio por el crimen de Facundo Ferreira, el niño de 12 años que fue asesinado de un disparo en la cabeza en la zona de El Bajo, y por la cual están imputados los motoristas Nicolás González Montes de Oca y Mauro Díaz Cáceres, sirvió para aclarar algunas dudas respecto de cuál es el correcto uso de armas de fuego por parte de los miembros de la fuerza policial y el estado en el que los médicos encontraron a Facundo cuando fue asistido e ingresado al hospital.
El abogado defensor Macario Santamarina, comenzó el interrogatorio de Roque Rodolfo Yñigo, oficial general de la Policía, y Claudio Néstor Dadín, quien fue director de la Escuela de Suboficiales y Agentes de la Policía de Tucumán en 2018, consultándoles sobre cuáles eran las normas que regían la actuación de un empleado policial de la provincia en 2018. Dadín dijo que en ese momento no regía un protocolo específico, sino que la institución policial se regulaba por diversas normativas, entre ellas la ley provincial 3.656. También dijo que en la Policía regía el código de conducta propuesto por la ONU, que recomienda cómo debería hacerse un correcto uso de la fuerza y explicó cuándo un oficial está autorizado a emplear un arma de fuego. “El uso de armas de fuego siempre va a depender de las circunstancias en las que se encuentre el oficial; la recomendación de la ONU dice que se debe hacer un uso progresivo de la fuerza, es decir ir desde lo menos agresivo: si la circunstancia del caso lo permite debe ser leve, pero todo depende del nivel de agresividad que está recibiendo; y en caso de ser necesario usar el arma, habría que hacerlo intentando no causar heridas mortales, sino utilizarlas para neutralizar la situación”.
La querella, a cargo de Carlos Garmendia, y la fiscalía, representada por Estela Giffoniello, solicitaron que los comisarios hicieran un examen de las armas secuestradas y explicaran algunas cuestiones técnicas. La secretaria de la sala exhibió sobre el estrado tres pistolas, dos de calibre nueve milímetros (el arma reglamentaria que tenían los imputados la noche del crimen), una de calibre 22 (según la defensa es la que portaban los menores), y una escopeta que también era un arma reglamentaria que tenían los acusados al momento del hecho).
Dos de las primeras advertencias que hicieron Yñigo y Dadin fue indicar que la única arma que no es prevista por la Policía es la de calibre 22 y que una de las armas de nueve milímetros tenía el cargador en su interior. También explicaron que los dos tipos de pistolas deben ser accionadas con ambas manos para realizar el primer disparo.
Garmendia y Santiago Xamena, quien representa a la Fiscalía de Estado junto con José María Molina, aprovecharon el momento para consultarles a los comisarios respecto de cuál sería la manera correcta de accionar de los oficiales frente a una situación hipotética. “Si en una persecución policial van una o dos personas en una moto escapando pero no efectúan disparos, ¿sería correcto que la policía realice disparos con postas de goma?”, preguntó Garmendia, a lo que Dadín respondió que no. Xamena, por su parte, le consultó si en una persecución en la cual las personas que van escapando no hacen caso al alto de la policía sería correcto realizar un disparo con postas de goma hacia el suelo para advertir a los involucrados. Dadín dijo que sí sería correcto.
También les preguntaron si los oficiales están facultados para realizar un control en el tránsito, a lo que respondieron que sí, siempre y cuando “se produzca algún ilícito o algo que les llame la atención, pero siempre deben hacerlo en presencia de dos testigos y avisando a sus superiores. Cuando se inicia una persecución también se debe dar aviso”.
Asistencia médica
A pesar de que el martes J.A., el joven que conducía la moto en la que circulaba Facundo cuando fue asesinado, declaró que los oficiales no solicitaron una ambulancia, ayer Jorge Rodríguez, el primer médico que asistió a Facundo luego de recibir el disparo, desmintió este dicho. “Esa noche, a la 1.30 aproximadamente, nos llamaron por el medio radial y nos dijeron que había habido un accidente de tránsito en Río de Janeiro y Avellaneda y que era de extrema urgencia. Cuando llegamos había tres policías, Facundo estaba tirado boca abajo con un charco de sangre alrededor de su cabeza y una moto tirada a su lado. A tres metros había otra moto parada con un policía y un adolescente”. Rodríguez dijo que lo primero que hizo fue tomarle el pulso a Facundo y que todavía estaba con vida, razón por la que lo subió a la ambulancia y lo llevó hacia el hospital Padilla. “Facundo llegó con vida, falleció a las dos horas de haber sido ingresado al hospital”, indicó.
El cardiólogo dijo que ni él ni el personal médico que lo atendió en el Padilla notaron que el niño tenía un disparo hasta que le hicieron una tomografía; luego de ese estudio se dieron cuenta de que el motivo de muerte no había sido un accidente de tránsito. “La herida estaba muy difuminada por la sangre. El diagnóstico informó que tenía el impacto del proyectil, que había ingresado por la parte trasera de su cabeza y salió por la parte del frente”, explicó. (Producción Periodística: Micaela Pinna Otero).