Amenazas de bomba en colegios de Tucumán: de divertido no tiene nada

Amenazas de bomba en colegios de Tucumán: de divertido no tiene nada

 la gaceta / foto de analia jaramillo  la gaceta / foto de analia jaramillo

Art. 149 bis: “Será reprimido con prisión o reclusión de seis (6) meses a dos (2) años el que hiciere uso de amenazas para alarmar o amedrentar a una o más personas. En este caso la pena será de uno a tres años de prisión, si se emplearen armas o si las amenazas fueren anónimas”.

El frío texto de la ley deja en claro que no estamos en presencia de una simple broma, o de la travesura de estudiantes aburridos. La ola de amenazas de bombas en colegios y escuelas que se dio desde la semana pasada genera alarma, pero sobre todo temor. Se vieron imágenes de pequeños de primer o segundo grado llorando, aterrorizados en las veredas de los establecimientos, ante la experiencia de ser evacuados nada menos que por una amenaza. Nadie debe pensar en esto como algo trivial.

En la Policía hoy le temen al efecto cascada. Advierten que luego del primer caso las amenazas se dispararon. Y explicaron que la modalidad también fue copiada de uno a otro caso. El modelo de mail que llegó a cada uno de los establecimientos es similar, incluso con párrafos que se refieren a “una sociedad podrida” y sin valores con réplicas de películas como “V de vendetta” o “El club de la pelea”. “La escuela hace esclavos perfectos. Intentaste hacernos tan insignificantes como tú. Siempre pensamos en el día en que decidimos salir de las sombras tras conocer el tiroteo de Belgrado, valiente guerrero de 13 años. El odio ya no se puede contener. Todo lo que sentirás antes de morir serán fragmentos que perforan”, dice una de las misivas que se recibió en el Instituto Pellegrini. “Me comunico con ustedes para informarles que hay explosivos en el previo (sic) debido a su mala representación como autoridades de la institución. Mediante esta vía buscamos que mejoren no como representantes del Colegio sino como personas también, gracias”, dice el que recibieron en el Colegio San Francisco. Ayer la directora general y representante legal del San Francisco, Sandra Sagripanti, aclaró que, si bien por protocolo debían hacer las evacuaciones, se dieron cuenta de las falsas amenazas a partir de los mensajes que llegaron, mal escritos, y porque tenían conocimiento de los textos que habían estado apareciendo en otros colegios. “Era muy obvio que eran alumnos, pero esta vez tristemente eran nuestros propios alumnos los que hacían la broma”, se lamentó. Pero hay un dato aún más revelador. Los mensajes son una copia literal de otros que se enviaron a principios de año en colegios de Capital Federal. Toda esa información está a mano de cualquiera en foros de internet donde los alumnos buscan material. En mayo en Buenos Aires se detuvo a un alumno de 16 años que había sido el autor de al menos 10 amenazas de bombas en colegios de la provincia. En Tucumán tomaron el modelo de lo que él hizo.

El modus operandi es el mismo. Los alumnos (ni las autoridades educativas ni la Policía dudan de que se trata de ellos) crean una cuenta de mail supuestamente encriptada y desde allí envían las amenazas. No es nada difícil. Una simple búsqueda en los navegadores permite encontrar páginas para crear cuentas de mail supuestamente seguras, desde las cuales finalmente envían las amenazas. Pero nada hoy es tan seguro como para permitir que esto quede impune. De hecho la Policía está esperando que la Justicia accione y libere medidas de allanamientos ya que pudieron descubrir, haciendo el camino inverso del o los “bromistas”, quiénes fueron los autores de los amedrentamientos. A las casillas de correo de los colegios llegaron mensajes del tipo “proton mail”, un servicio de correo electrónico cifrado que no puede ser rastreado, pero en caso de que las autoridades pidan la información las empresas deben entregarla.

Ayer, José Farhat, secretario de Participación Ciudadana de la provincia, advirtió: “Tenemos que entender que estas alertas no solo tienen un costo de recursos sino que también calan profundo en niños, niñas y adolescentes”. E informó que en lo que va del año ya hubo 15 casos similares. Todo para evitar, como históricamente, que se tome un examen o participar de una clase que consideran aburrida.

Uno de los problemas a los que se enfrentan los investigadores es justamente la tecnología. Antes este tipo de amenazas se realizaban por teléfono, o como mucho con notas manuscritas. Hoy, con las redes sociales, el universo de posibilidades se agiganta. Además de por mail se conocieron casos de amedrentamientos por Facebook, Instagram, Telegram y por supuesto por Whatsapp.

El martes, el Ministerio de Educación emitió un comunicado aclarando los pasos que se deben seguir ante hechos similares: “Ante las amenazas de bomba registradas en instituciones educativas de gestión privada de la Capital, el Ministerio de Educación de Tucumán informa que, una vez que se toma conocimiento, como está establecido según el protocolo para estas situaciones, inmediatamente se informa a las áreas competentes de la Dirección de Defensa Civil y se ponen a disposición del Ministerio de Seguridad todos los elementos que puedan ayudar en la investigación. A su vez, se pone a disposición de las autoridades de los establecimientos todos los medios para promover la reflexión y toma de conciencia sobre la gravedad de estos hechos”. De esta manera ponen sobre el tapete lo complicado de la situación y las consecuencias que pueden acarrear. Incluyendo una condena.

Lo otro que no se puede dejar de ver es la situación de los padres. También se trata de una cuestión de educación. Y de saber qué hacen sus hijos. Todo dentro de una sociedad donde los modelos son cada vez menos. Y además hay serias consecuencias económicas para el Estado por todo lo que implica movilizar movilizar a las brigadas antiexplosivos, bomberos, policías, inspectores de tránsito y alumnos, por lo que muchos consideran una simple broma. Aunque no tengan nada de divertido.

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