Marc Augé: “Hoy la globalización aparenta ser una necesidad natural”

Marc Augé: “Hoy la globalización aparenta ser una necesidad natural”

El antropólogo francés, fallecido el lunes de esta semana, fue uno de los pensadores más influyentes de las últimas décadas a nivel mundial. Referente privilegiado para pensar la modernidad tardía en Occidente, algunos de sus libros y su concepto de “no lugar” son ineludibles a la hora de referirse a los espacios de circulación, consumo y comunicación propios de la globalización. Augé abordó, con la misma profundidad, los cambios que ha sufrido nuestra percepción a partir de la irrupción de las nuevas tecnologías y la abundancia de información que atraviesa nuestras vidas. En esta entrevista, publicada en este suplemento en 2014, habla sobre estas cuestiones a propósito de El antropólogo y el mundo global, uno de sus últimos libros.

Marc Augé: “Hoy la globalización aparenta ser una necesidad natural”
30 Julio 2023

Por Ezequiel Mario Martínez
Para LA GACETA - BUENOS AIRES

- ¿Cuál es la función actual del antropólogo?

- El rol del antropólogo es siempre analizar las relaciones entre los individuos en el seno de un grupo social, en el marco de un contexto. Lo que cambia es la naturaleza de los grupos (por ejemplo, la familia) y la naturaleza del contexto, cada vez más global.

- ¿Cómo se manifiesta hoy la oposición entre naturaleza y cultura en el marco de la globalización?

- La oposición Naturaleza - Cultura ha sido siempre problemática en la medida en que nosotros conocemos la naturaleza sólo a través de los avances de la ciencia. Hoy en día la globalización tiende a hacer desaparecer las culturas locales y aparenta ser una necesidad natural. El límite se desplaza: se discute sobre una oposición entre lo universal y lo global: una cultura inconclusa y una naturaleza falsa.

- ¿Puede explicar el concepto de “sobremodernidad”?

- Si yo prefiero el concepto de sobremodernidad al de posmodernidad es porque el prefijo “sobre” -en el contexto del inglés “over”- expresa la superabundancia de causas y determinaciones. Estamos en una época donde los factores constitutivos de la modernidad son siempre atribuidos a la obra, cuando implican en realidad a personas.

- ¿Por qué define al mundo actual como un mundo de la discontinuidad y de lo prohibido?

- La escala global -en vista de ciertas imágenes aéreas- nos puede dar una sensación de continuidad y uniformidad; el mundo se convierte en una gran ciudad. La aceleración de los transportes, la circulación casi instantánea de las imágenes y los mensajes nos hace sentir, cada día más agudamente, la estrechez del planeta. Pero dentro de cada una de las grandes ciudades del mundo nos encontramos con la diversidad y las desigualdades: guetos y exclusión de un lado, riqueza y arrogancia del otro.

- ¿Puede explicar esta frase presente en el libro: “la multiplicación de los espacios anónimos crea, paradójicamente, nuevas familiaridades”?

- Los espacios típicos de la sobremodernidad son los nuevos espacios de circulación, del consumo y la comunicación. Se parecen entre sí. Todos los lugares son iguales, ya sea un aeropuerto, una autopista o un supermercado. Los juegos de imágenes son los mismos en todos lados, la única diferencia es el idioma.

- En su libro habla de la felicidad… ¿es un objeto de estudio para usted?

- Evidentemente sí, porque es la esencia de la relación entre uno y otro, los unos y los otros. Ahora bien, si la felicidad es difícil de definir, la desgracia, la angustia, la soledad y la pobreza la ponen en evidencia.

- ¿El relato liberal del mundo global y el consumo generalizado se ve cuestionado por el crecimiento de la desigualdad a nivel planetario?

- El tema del “fin de la historia” es el fin de la globalidad liberal triunfante: la extensión a toda la tierra del mercado liberal y la democracia representativa. El problema radica en que los regímenes dictatoriales se acomodan muy bien al mercado liberal y que la brecha entre ricos y pobres no deja de crecer. El gran relato liberal es una utopía.

© LA GACETA

PERFIL

Nació en Poitiers, Francia, en 1935. Etnólogo y antropólogo, doctor en Letras y Ciencias Humanas, fue profesor de Antropología y rector en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París. Dentro de su obra, conformada por más de 40 libros traducidos a múltiples idiomas, sobresalen Los no lugares: espacios del anonimato, Hacia una antropología de los mundos contemporáneos, El viajero subterráneo: un etnólogo en el metro, Ficciones de fin de siglo, Diario de guerra: el mundo después del 11 de septiembre, Futuro, El tiempo sin edad y El antropólogo en el mundo global. Instaló en la discusión académica el concepto de “no lugares” referido a los espacios de la modernidad tardía que son prácticamente iguales, desprovistos de identidad, en cualquier país del mundo (aeropuertos, autopistas, supermercados, shoppings). Murió el lunes pasado en su ciudad natal.

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