Un plan de mentirita y los sonidos del estruendoso silencio de la gente

Un plan de mentirita y los sonidos del estruendoso silencio de la gente

Por Hugo E. Grimaldi para LA GACETA.

FONDO MONETARIO INTERNACIONAL / IMAGEN DE ARCHIVO FONDO MONETARIO INTERNACIONAL / IMAGEN DE ARCHIVO
29 Julio 2023

En el país de los ruidos constantes que, por reiterados, ya son parte del paisaje en tiempos de tanta pobreza, deserción escolar, suba de precios, licuación de sueldos y jubilaciones, desorden de las cuentas, presión impositiva, presión impositiva y hambre de muchos, salió a la luz por fin, después de tantas dilaciones y mentiras desparramadas desde Economía, el arreglo de vuelo corto con el Fondo Monetario que ha hecho Sergio Massa para hacer de cuenta que consiguió Reservas. Arreglo que todavía necesita ser revalidado por el Directorio del organismo -que se reunirá después de las PASO- para que se traduzca en los desembolsos que se necesitan para… pagarle al mismo FMI.

El parche de crecientes distorsiones económicas que se puso en marcha durante la última semana, sustentado en una devaluación sectorial por vía de mayores impuestos y diagramado solamente para conseguir las divisas para durar hasta las elecciones, es una engañapichanga que no le tapa la visión a nadie. Y mucho menos confunde a quienes votan todos los días y compran dólares para cubrirse y no invierten y quienes, para placer de la portavoz presidencial, consumen en pesos para quemar lo que no quieren que les queme la inflación en los bolsillos.  

Entre decenas de cosas que ha traído a la sociedad patas para arriba hasta aquí, uno de esos ruidos es estrepitoso y tiene más que alterada a mucha gente porque parece ser una barrera casi infranqueable que la separa gravemente de la clase política: el desorden mental que se le atribuye a los candidatos, derivado de su supuesta incapacidad para asumir responsabilidades, planificar y darle respuestas a los ciudadanos antes que a sus propios intereses. 

Al menos, todo eso dicen los “focus group”, donde los analistas indagan, más allá de la ideología de cada uno, sobre los por qué de la bronca que se viene manifestando políticamente en el fenomenal ausentismo que se observó en las elecciones que se han ido celebrando durante el año. En el total, de los 16 distritos donde hubo comicios provinciales (gobernador y legisladores o bien PASO), el porcentaje de no votantes llegó en promedio a casi 32% de los padrones, salvo en el caso de Tucumán (16,3%).

Por más que en las provincias los votantes siempre ponderan lo local y se muestran bastante ajenos a la marcha del país a la hora de elegir autoridades, a las que no pueden culpar en general por los desaguisados de Buenos Aires, el desnutrido gobierno de Alberto Fernández, que termina tambaleándose por su notable manía dilatar todo y por los odios ideológicos que se acumularon contra él puertas para adentro de la coalición gobernante, ha sido el caldo de cultivo de la desilusión. A todo esto hay que sumarle de modo primordial la evidente vetustez del camino elegido y lo negativo de la cosecha, una situación típica de causa y consecuencia. “No se pueden esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo”, reza el dicho.

Quienes recogen opiniones  cualitativas de la gente se animan a decir que la mayor deserción a nivel nacional, ya sea por fatiga política ante recetas que conducen al abismo o por bien porque observan que hay poca vocación de cambio, le va a pegar más fuerte que a ninguno, al menos en las PASO, al oficialismo nacional de parte de personas que no quieren saltar el cerco de su pertenencia, pero que no quieren votarlo. 

Aunque es poco democrática la forma de protesta, es algo más que lógico que los resultados sean los que son y que la postración lleve más al repudio de aquellos que confiaron en el kirchnerismo que a los que eligieron a otras fuerzas. La simple pregunta sobre “¿a quién votó en las últimas elecciones” ya orienta a los analistas dónde se observa cuantitativamente el mayor drenaje por hastío.

En este contexto tan delicado de frustración de muchos y de dolor del bolsillo de  la mayoría y aunque no asegura que quiere cambiar todo lo que sus actuales mandantes han hecho mal durante tantos años, la ambición política de Massa parece ser igualmente la única bala de plata que puede exhibir hoy por hoy Unión por la Patria. Para darle cierto antídoto por izquierda, está la opción de Juan Grabois, cada día más delineada a ser el contrapeso del tigrense, pero fundamentalmente para buscar atraer otra vez al redil a la marea de decepcionados que se niega a ir a las urnas. En la poderosa provincia de Buenos Aires hay otro problema, ya que Axel Kicillof ha sido golpeado por el juicio contra YPF y sus derivaciones: ¿cuánto se debe por culpa de todas sus malas negociaciones? Respuesta: otro FMI.

Por el lado opositor, los caminos elegidos para la seducción al votante no son tampoco demasiado claros, ya que Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta han tensando la cuerda de tal modo que la suya no parece una elección interna entre pares, sino una refriega desde dos lados bien opuestos de la trinchera. Más allá de cuestiones metodológicas sobre si se puede salir o no del cepo el primer día, está muy bien que cada uno exprese el color del ala que quiere ocupar, pero la opinión pública siente que hay desmesura a veces y mucho prevén que, ante la escalada, los votantes del perdedor de la interna de Juntos por el Cambio no irán a votar a quien gane. Oportunidad para Massa si pierde Larreta, por ejemplo.

El caso de Javier Milei parece ser a estas alturas otro chasco, el mismo que imponen todas las modas cuando se consolidan como tal y empiezan a declinar: la ropa va a un cajón y los conjuntos musicales favoritos son reemplazados por otros. Hace un par de meses parecían tres tercios bien definidos y ahora el libertario parece arañar apenas un quinto de los votos, probablemente porque muchos votantes han comenzado percibir olor a “casta” también en ese espacio. Nada se trasvasa directamente, pero aquí hay una oportunidad para Bullrich si el libertario no llega.

Con todos estos condimentos especulativos sobre la mesa, a dos semanas nada más de las PASO nacionales, elecciones que no genera distribución de cargos ni de roles, los votantes no sólo deshojan la margarita de los nombres propios, sino que consultan con la almohada qué hacer. Lo ideal sería apretar los dientes para seguir adelante, pero a veces la salida facilista del abandono es un atajo que marca el cansancio de la carrera.

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