Guardias presidenciales retuvieron al presidente de Níger, Mohamed Bazoum, en el interior de su palacio en la capital, Niamey, en lo que los países vecinos condenaron como un intento de golpe de Estado. Naciones Unidas, Estados Unidos y la Unión Europea denunciaron cualquier intento de hacerse con el poder, ante el temor de que pudiera estar en marcha el séptimo golpe de Estado de África Occidental desde 2020.
Una toma del poder en la antigua colonia francesa sin salida al mar podría complicar los esfuerzos occidentales por ayudar a los países de la región del Sahel a luchar contra la insurgencia yihadista que se ha extendido desde Malí durante la última década.
Níger es un aliado para las potencias occidentales que ayudan a combatir la insurgencia y es fundamental para la Unión Europea en la lucha contra la inmigración irregular del África subsahariana. “Bazoum ha sido la única esperanza de Occidente en la región del Sahel. Francia, Estados Unidos y la UE han invertido gran parte de sus recursos en la región para reforzar a Níger y sus fuerzas de seguridad”, declaró Ulf Laessing, jefe del programa sobre el Sahel de la Fundación Konrad Adenauer.
Un golpe brindaría a Rusia y a otros actores la oportunidad de extender su influencia en Níger, agregó. La elección de Bazoum fue la primera transición democrática de poder en un Estado que ha sido testigo de cuatro golpes militares desde su independencia de Francia en 1960. (Reuters)