Las esposas de otros
03 May 2021
“La mayoría de los hombres jamás lo aceptaría, pero es innegable que hay un gusto especial en cogerte a la mina de otro” declara el desesperado protagonista de “Los catorce cuadernos”, novela del escritor argentino Juan Sklar. Sin duda, es una situación tan vieja como el mundo, por lo que hay toda una mitología al respecto… y cuando eso ocurre, ¿qué mejor que consultar al Kamasutra?
Según Vatsyayana, que un hombre se dirija a las mujeres de otros está consentido solo por razones especiales y “no por la simple satisfacción de un deseo carnal”.
Las veamos: “Esta mujer me ama ardientemente, y ella conoce mis flaquezas. Si yo rehúso el unirme a ella, publicará mis defectos, de modo que empañará mi carácter y mi reputación. O planteará contra mí una grave acusación de la que me será difícil desembrollarme, y estaré perdido. O quizás apartará de mí a su marido, que es poderoso y sobre el que ella ejerce dominación, y le hará tomar el partido de mi adversario, o tal vez ella misma se aliará con este último”.
Es lícito también encarar a una mujer comprometida si “La unión de esta mujer conmigo no supone daño ninguno y ella me traerá fortuna, de la que tengo gran necesidad dada mi pobreza y mi impotencia para mantenerme. Será, pues, un medio de apropiarme de sus riquezas sin ninguna dificultad”. O cuando “El esposo de esta mujer ha violado la castidad de mis mujeres: yo le devolveré, pues, esta injuria, seduciendo a las suyas”.
Vida o muerte
Y hay un motivo más contundente que contempla el sabio hindú, y es cuando un hombre necesita ganarse a la esposa de otro a fin de salvar su propia vida. Lo cual ocurre cuando se da cuenta de que su amor por ella va aumentando gradualmente en intensidad hasta un punto que podría llegar a matarlo. Un crecendo que va del uno al diez y se reconoce por los siguientes síntomas:
1-Amor de vista.
2-Atracción del espíritu.
3-Reflexión constante.
4-Insomnio.
5-Enflaquecimiento del cuerpo.
6-Desgano de placeres y diversiones.
7-Desechamiento del pudor.
8-Locura.
9-Desfallecimiento.
10-Muerte.
Si la mujer rechaza los acercamientos, “cualquiera sea la causa que el hombre llegue a adivinar”, debe, desde el principio, esforzarse en destruirla. “La vergüenza que pueden producir su gran posición o sus talentos, la combatirá demostrando que es un amor apasionado. Si la mujer alega la falta de ocasión o la dificultad de entrar en casa de él, le indicará el hombre algún medio de acceso fácil. Si ella siente hacia él un respeto excesivo, la animará él haciéndose muy familiar. Si ella sospecha que tiene carácter bajo, él le probará su valor y su discreción. A la acusación de negligencia, opondrá el aumento de atenciones, y al temor, las excitaciones propias para disiparlo.”
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