Ser hombres
Alrededor de la sexualidad, históricamente, nuestra cultura ha construido una serie de creencias erróneas –los llamados “mitos sexuales”- que se actualizan desde distintas voces: la familia, los amigos, las religiones, los medios de comunicación. Incluso la escuela y la universidad no están exentas de presentar información sesgada en base a prejuicios y opiniones, que contribuyen a crear y mantener vigentes ciertas falacias acerca de la sexualidad, el erotismo, los roles de género, etc. Por ejemplo la afirmación de que los hombres, para ser considerados tales, deben sostener determinadas actitudes y conductas en relación a lo sexual.
Ya lo supo advertir Bernie Zylberger, el especialista en sexualidad e investigador estadounidense, quien realizó un estudio exhaustivo a partir del cual describió una serie de mitos de esta época que condicionan la sexualidad masculina:
1-Los hombres no deben tener ciertos sentimientos, o al menos no deben expresarlos.
2-En sexo, como en cualquier otra cosa, lo que cuenta es el rendimiento.
3-El hombre es el encargado de iniciar u orquestar lo sexual y es el responsable del orgasmo femenino.
4-El hombre siempre debe desear y estar siempre listo para el sexo.
5-Todo contacto físico debe necesariamente terminar en una relación sexual.
6-Una relación sexual equivale sólo a coito vaginal.
7-Toda actividad sexual requiere, como condición básica, la erección.
8-Buen sexo es una progresión lineal de excitación creciente que termina exclusivamente en el orgasmo.
9-El sexo debe ser natural y espontáneo, instintivo.
Como si no fueran suficientes, Zylberger añadió un décimo mito: “En esta era tan avanzada, los mitos precedentes no tienen ya ninguna influencia sobre nosotros”.
¿Y cuál es el problema?
En su libro “La nueva sexualidad del varón”, el sexólogo argentino León Roberto Gindin retoma esta cuestión y se refiere a sus consecuencias. “Para un hombre común, hacer una pregunta sobre sexo, expresar preocupación o admitir tener un problema es un riesgo de ser considerado inferior”. Así, todavía es frecuente que un hombre piense que los otros tienen “una vida sexual mejor que la suya y un pene más grande y poderoso”. Ideas que, desde luego, son terreno propicio para que se desencadenen disfunciones sexuales.
“No podemos fingir erecciones, pero sabemos que muchos fingen orgasmos maravillosos como creen que tienen los otros. También se pueden fingir sentimientos de placer y satisfacción disimulando todas las dudas y preocupaciones”, plantea Gindin. Pero eso no es todo. Los mitos descriptos consideran hombres a los “cisgénero” –es decir, aquellos cuya identidad de género coincide con el sexo adjudicado al nacer- y… por supuesto, a los heterosexuales. Lo cual de por sí constituye una limitación a luz de la visión actual respecto de las masculinidades y la diversidad sexual.