Empanadas, locro y cómic

09 Jul 2015

No hay caso, parece que hacer patria va por el lado del estómago. Llegan estas fechas especiales y comenzamos a pensar con qué plato tradicional vamos a deleitarnos, bueno, empanzarnos. Este año hagamos un cambio: Apoyemos la industria cultural local. Compremos una buena historieta argentina. El problema es que hay demasiado para elegir y está el riesgo de comprar algo de cierto artista innombrable, muy popular en estos tiempos.

Las historietas no son basura

Nada mejor que comenzar por un clásico que ha sido reeditado. A pesar de haber sido un guionista que repetía fórmulas, Carlos Trillo se ganó un lugar destacado en la historieta mundial y siempre es bueno redescubrirlo. La magia de sus historias estaba realmente en sus personajes y una exploración de como el entorno los afectaba. Es cierto, en sus historietas estaban siempre presentes los guiños a la dictadura y la lucha del individuo contra la opresión, pero sabía dar giros interesantes. Uno de estos es Basura. Una historia cyberpunk, que sigue muchos de los lineamientos del género: La división social sumamente marcada y los individuos que al descubrir que las cosas son aún peor de lo que creen, se rebelan. Como ávido lector de Ballard, a Trillo le interesaba explorar la forma en la que estos mundos afectaban la naturaleza humana y por supuesto, le gustaba jugar con lo peor del individuo. En Basura el guionista peca de dar muchos saltos argumentales, lamentablemente, tantas elipsis que dejan una sensación de vacío. Es acorde a la obra, pero le faltó explorar muchos elementos de ese mundo. Basura en realidad destaca por el dibujo de Juan Giménez.  En realidad no importa el autor con el que esté, Juan Giménez se va a lucir siempre. Es un artista que logra un nivel de detallismo notable sin llegar a cargar nunca sus viñetas. El problema está en que entre tanto virtuosismo gráfico, si no tiene un buen guionista que lo guie, sus historietas fluyen con muchos problemas de tiempo narrativo. No son cambios manejados, son problemas que molestan bastante. Por suerte, Basura no es el caso y es una gran oportunidad para tener algo de este autor en sus bibliotecas.

Peor que un zombie, es alguien que tiene la tristeza

A estas alturas, hay que aceptar que los zombis o sus derivados hartan. Lo interesante y lo que hace que el género siga vivo, es la epopeya de los supervivientes y el renacer de la civilización. Allí está el germen que Matheson dejó plantado en Soy Leyenda. La supervivencia en esos entornos tan hostiles es entretenida, lo que pasa por la mente de los supervivientes es algo apasionante. Sin embargo, a pesar de ser historias que siempre funcionan bien, las sentimos distantes. El dúo Federico Reggiani y Ángel Mosquito acercan y adaptan este género a los suburbios bonarenes. El cambio gracias a este nuevo entorno es tan grande, que hasta parece otro género. Reggiani sabe condimentar sus historias con un poco de culebrones argentinos que le terminan de dar ese sabor local necesario y por suerte, no son como los de las telenovelas. No hay que dejar de lado el trabajo de Ángel Mosquito, ya que sin su dibujo esto se perdería. Su estilo tiene algo extraño, a simple vista parece que dejó hace poco el mundo amateur, pero a medida que nos sumergimos en sus páginas, nos damos con un artista muy inteligente. Tiene muy claro lo que es la simplificación casi minimalista del dibujo, pero se las arregla para crear personajes muy expresivos en todas sus facetas, y unos fondos que, con poco, dicen no solamente dónde están parados los personajes. Hablan de un entorno social, un contexto y sabe configurar el post apocalipsis bonaerense. Si Tristeza fuese una serie de televisión, no llegaría a ser un éxito, pero sería una serie de culto. Por ahora es un muy buen cómic.

Los autómatas y las tres culturas


Las mejores historietas nacionales actuales han sido pensadas para un mercado extranjero. Para ganar concursos en tierras lejanas e ir creciendo como autor. Así encontramos artistas como Diego Agrimbau y Fernando Baldó, que sin llegar a ser geniales, tienen un profesionalismo tan marcado, que sus obras parecen frías y demasiado calculadas. Las obras de Agrimbau son complejas y hay una riqueza simbólica muy interesante que invita a las relecturas. A veces peca de ser demasiado técnico, pero es entendible. Es de esos guionistas que apuntan muy alto y buscan crecer constantemente, lo que lo hace un poco snob a nivel creativo. Aun así, no es un artista difícil de leer. Con la historieta Los autómatas del desierto nos damos con una obra que ganó el concurso “Dibujando entre culturas” de la fundación Española Marroquí Tres culturas. Agrimbau se las arregló para lograr una coexistencia pacífica entre culturas y religiones en un espacio atemporal dónde los autómatas eran los grandes sabios y artífices de los grandes avances científicos. Hay muchos elementos que dicen que ese mundo tiene paralelismos con el nuestro e incluso, puede ser nuestra realidad. Uno de estos paralelismos son los nazis, sedientos de expandir su imperio… No se preocupen, los nazis no están gratuitamente como en obras mediocres como Hellsing, tienen su razón de estar. Además el guionista es culto e inteligente, así que se van a sorprender para bien. A Baldó también le tocó investigar, en sus páginas hay elementos de la cultura marroquí, pero este dibujante disfrutó mucho más crear autómatas y terminar de definir su modo de vida. Su ciudad, Axedra tiene una riqueza creativa notable. Lástima que a la hora de dibujar seres humanos se quede en un nivel correcto al que le falta desarrollar una identidad y roza lo estándar. Si buscan obras de artistas locales que publican en otras fronteras, les recomiendo comenzar por esta. Es una visión distinta del cómic argentino, rica a nivel técnico y muy original.

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