Desastre nuclear de Fukushima: siguen "muriendo" los robots
Hace seis años ocurría en Japón el desastre nuclear de Fukushima luego del Tsunami provocado por un fuerte terremoto con epicentro en el mar, frente a la Costa de Honsu, a unos 160 km de Sendai.
Unas 19000 personas murieron y miles de familias quedaron completamente desarmadas por lo que significó el maremoto y sus consecuencias. Pero la catástrofe ecológica más impactante del maremoto fue consecuencia de la destrucción de los sistemas de refrigeración de 3 reactores nucleares de la central nuclear Fukushima.
Para explicarlo (otra vez y básicamente) se puede decir que la planta nuclear se quedó sin electricidad para refrigerar los reactores, los cuales subieron ilimitadamente su temperatura terminando con lo que se conoce como 'Fusión de núcleo'.
En este punto nos detenemos para diferenciar dos conceptos clave: uno es la Fusión de núcleo, y otro es la Fusión nuclear, con el que no hay que confundir el primero.
La Fusión nuclear es la reacción atómica que se produce en el corazón de las estrellas, cuando por acción de la inmensa fuerza de gravedad, los núcleos de los átomos de hidrógeno se fusionan entre sí, liberando una gran cantidad de energía.
En cambio, la Fusión de núcleo es un término por el cual se designa a una clase de accidente grave que puede producirse en un reactor nuclear, y que consiste en que el combustible del reactor pasa de estado sólido a líquido y en el que se pierde el control de la refrigeración del sistema.
El núcleo, que en normal funcionamiento son barras de uranio o plutonio que se regulan por posicionamiento y se refrigeran con agua a presión, genera tanta energía calórica que derrite todo el sistema en una escalada incontrolable de calor y radioactividad, derritiéndose en una especie de crisol incandescente que comienza a hundirse bajo tierra por acción de la gravedad.
Este problema grave sucedió hace seis años en Fukushima, y aún hoy sigue en fusión de núcleo, en un pozo radiactivo, altamente contaminante, en los cimientos del edificio de la Planta Nuclear.
Los intentos de enviar robots a los reactores se vienen ensayando desde hace años -ya en 2016 hablamos de este tema- y la información a marzo de 2017 nos dice que la cosa está peor.
Las estimaciones de la empresa Tepco decían que la limpieza de la planta podría llevar unos 30 o 40 años. Y por ahora se bombean grandes cantidades de agua que luego, al quedar radiactiva, es recolectada en tanques. Esto constituye otro problema porque no se sabe aún qué hacer con toda esa agua potencialmente destructiva para los ecosistemas marítimos.
La idea para fines de 2016 era construir un 'muro de hielo' para proteger las aguas subterráneas alrededor de la planta nuclear colapsada. Aunque ya se construyó un muro de hormigón que rodea la planta y está por debajo del nivel del lecho marino, y que disminuyó considerablemente la contaminación radiactiva. Hasta aquí con lo hecho en 2016, en febrero de 2017 las cosas se complicaron más.
El último robot que había sido enviado a las entrañas de uno de los reactores dañados de Fukushima Daiichi, y cuyo seguimiento se hacía por control remoto, dejó de enviar señales. El combustible nuclear que se sobrecalentó cuando la planta sufrió una triple fusión luego del Tsunami e impidió que el robot avanzara.
Hace un mes, este robot de Toshiba llamado Escorpión, que tiene unos 60 centímetros de longitud y está equipado con un par de cámaras y sensores capaces de medir los niveles de radiación, fue abandonado a su suerte. El operador de la planta nuclear, Tokyo Electric Power (Tepco), intentó restar importancia al hecho de que otra misión de reconocimiento había fracasado. Esta última tenía el objetivo de determinar el estado actual y la ubicación exacta del combustible fundido.
Aunque la misión no se completó, los responsables de la planta se limitaron a indicar: “Hemos obtenido información de valor que nos ayudará a determinar qué métodos son los más adecuados para eliminar los contaminantes del combustible”. Los contratiempos de Escorpión, cuya misión debía durar diez horas y solo duró dos, pusieron en evidencia lo complicado que es desmantelar Fukushima Daiichi; una tarea sin precedentes. Un experto no ha dudado en afirmar que el desmantelamiento “escapa a la comprensión humana”.
Radioactividad para matar a una persona en un minuto
El tsunami mató a casi 19.000 personas; la mayoría de ellas en la zona de Fukushima. Unas 16.000 personas que vivían cerca de la central nuclear se vieron obligadas a abandonar sus hogares. Han pasado seis años y han sido pocas las que han podido volver a zonas que las autoridades consideran seguras. Para Tepco está resultando casi imposible fabricar robots que sean capaces de entrar en las partes más peligrosas de los reactores de Fukushima Daiichi y permanecer el tiempo necesario para recabar información de valor.
El escorpión, que se llama así porque lleva una cámara en su cola abatible, “murió” después de quedar encallado en un carril situado debajo del recipiente de presión del reactor. No pudo seguir porque los posos de combustible y otros desechos le bloquearon el paso. Puede ser que este robot y otros anteriores también hayan sufrido los efectos de la radiación. Antes de perderse, su dosímetro indicaba que en el tanque de contención número 2 los niveles de radiación eran de 250 sieverts por hora; suficiente para matar a un humano en un minuto.
El responsable de la planta nuclear, Shunji Uchida, reconoce que Tepco ha conseguido una información “limitada” sobre el estado del combustible fundido. En declaraciones a the Guardian y a otros medios que visitaron la planta nuclear, explicó que “de momento solo hemos conseguido echar un vistazo y el último experimento con un robot no ha funcionado”. Uchida admite que, por ahora, no tienen otro plan.
Yuichi Okamura, un portavoz de Tepco, reconoce que la estructura, que congela el suelo a una profundidad de 30 metros, todavía permite que a diario 150 toneladas de agua subterránea penetren en los sótanos del reactor [y se contaminen].
Se han mantenido abiertas expresamente cinco secciones para evitar que el agua de los sótanos de los reactores suba y se escape. “Tendremos que cerrar el muro de forma progresiva”, indica Okamura. “Nos gustaría que en abril el flujo de agua subterránea no superara las 100 toneladas diarias y nos gustaría haber conseguido eliminar el agua contaminada en 2020”.
Fukushima y los Juegos Olímpicos de 2020
Los más críticos con las tareas de desmantelamiento y de limpieza señalan que en 2020 Tokio será la ciudad anfitriona de los juegos olímpicos. Consiguió convertirse en la sede olímpica después de que Abe afirmara ante el Comité Olímpico Internacional que Fukushima estaba “bajo control”.
Sin embargo, Mitsuhiko Tanaka, un exingeniero nuclear de Babcock-Hitachi, acusa a Abe y a otros altos cargos del Gobierno de haber minimizado la ardua tarea de desmantelamiento con el propósito de que el público apoye sus planes de volver a poner en funcionamiento los reactores nucleares en todo el país.
“Abe dijo que Fukushima estaba bajo control cuando fue al extranjero a promocionar la candidatura de los Juegos Olímpicos, pero nunca ha hecho una afirmación parecida en Japón”, indica Tanaka. “En Japón todos podemos constatar que la situación no está bajo control”. “ Si alguien del prestigio de Abe repite esta afirmación a menudo, se convierte en verdad”, lamenta Tanaka.