Estoy en Facebook; ¿y ahora qué?

Estoy en Facebook; ¿y ahora qué?

¿Para qué sirve Facebook? Para infinidad de cosas... o para nada. Depende del grado de paranoia que el usuario cargue sobre su espalda. Por Guillermo Monti - Prosecretario de Redacción

07 Septiembre 2008

"Unete a nuestro grupo... Pero a través de Facebook". Ser invitado por una prestigiosa unidad académica a "formar parte" siempre es una tentación, por más que uno sepa, íntimamente, que un e-mail idéntico a ese repiqueteó por infinidad de casillas, por aquí y por allá. En fin, hay un problema: yo no tengo Facebook.
"No es cuestión de tener Facebook" -me explican-. Es cuestión de integrarse a Facebook. Es fácil: ingresás al sitio, te inscribís, llenás un perfil, subís una foto y listo". ¿Así de simple?
La pregunta del millón es: ¿para qué sirve esto? "Bueno, es una formidable herramienta para relacionarte, hacer negocios, buscar amigos...", me recitan con tono wikipediamente monocorde. Ya. Faltaría que digan: "si no estás en Facebook, no existís". ¿Y si es así?
Por las dudas, creo mi cuenta de Facebook. ¿Fecha de nacimiento? OK. Religión: pienso un poco... mejor no pongo nada. Ideología política: ¡ideología política, en dos palabras! Paso. Bueno, mi perfil va quedando demasiado escuálido. Al menos puedo subir algunos datos sobre la relación laboral.
Pero, ¿quién maneja esta información? ¿Dónde queda guardada? ¿Quiénes tienen acceso? Intentan frenar mi paranoia orwelliana: "esta es una herramienta de comunicación", me apuntan. Sí, pero mientras estamos conectados estamos vigilados. Por lo que al señor Windows, al señor Hotmail, al señor Messenger (¿es todo lo mismo?) y al señor Gmail, entre infinidad de grandes hermanos que saben todo sobre nosotros, le sumamos ahora al señor Facebook. ¿Quién está tranquilo?
Así que mejor echar un vistazo a algún perfil. Y para eso hay que hacerse de amigos. O sea, buscar en Facebook -a través del nombre- gente conocida y rogar a través de un clic ser aceptado en su círculo. ¿Y si yo estoy convencido de que fulano es mi amigo y rechaza el pedido? ¿Y si descubro que tengo muchísimos menos amigos de los que creo que tengo? ¿Y si a nadie le interesa ser mi amigo?
Algún alma caritativa accede al llamado y... wow. ¡Estos son perfiles! El tipo no sólo cuenta a sus amigos por decenas (¿quién es? ¿Roberto Carlos?); también llenó su página de fotos, mensajes, juegos, iconitos, y pertenece a una cantidad descomunal de comunidades y grupos. Y no hablemos de su background intelectual: sabe más que Erasmo de Rotterdam. Imposible no sentirse insignificante, abrumado por tal despliegue de chapa virtual. Ya no quiero ver más perfiles. Y mucho menos quiero que vean el mío.
Leo: "aunque se presenta como un inofensivo sitio web de redes sociales, el portal Facebook es en realidad un experimento de manipulación global. Es una sofisticada herramienta financiada por la CIA, que no sólo utiliza para el reclutamiento de agentes y la recopilación de información a lo largo y a lo ancho del planeta, sino también para montar operaciones encubiertas. La más reciente y exitosa fue la movilización internacional contra las FARC". Lo firma un periodista prestigioso, Walter Goobar. 
"Son teorías conspirativas... Facebook es el curro superexitoso de un estudiante de Harvard, que parece que les afanó la idea a unos compañeros. Levantan guita con pala. Microsoft quiso comprarlo y le dijeron que no"; me ¿tranquilizan?
Eso sí: me aceptaron desde aquella unidad académica. Sólo ruego que no caiga del cielo alguna invitación que exija disponer de un fotolog.

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