31 Diciembre 2007
TENSO. En el 81, Hopkins personificó a Adolf Hitler en “The Bunker”. ARCHIVO LA GACETA
NUEVA YORK.- Anthony Hopkins aparece apenas 16 minutos en la película de suspenso "El silencio de los inocentes", pero esos pocos instantes lo hicieron famoso a nivel mundial. Por su interpretación del psicópata y asesino serial Hannibal Lecter en una versión cinematográfica de Jonathan Demme recibió un Oscar en 1991. Hasta hoy esta figura se considera una de las mejores actuaciones dramáticas jamás realizadas.
"Simplemente puedo interpretar bien a los monstruos. Entiendo a los monstruos. Entiendo a los locos", afirmó alguna vez el excepcional actor británico- estadounidense que hoy cumple 70 años.
Y eso que sir Anthony Hopkins no parece un monstruo. Con su mirada llena de humor y las miles de arrugas que se le forman al sonreir, más bien se lo puede imaginar como un caballero inglés. Lo que transmite credibilidad a sus caracteres es una inusual, casi chispeante, presencia en la pantalla grande, ya sea como Adolf Hitler en "The Bunker" (1981), como Cuasimodo en "El jorobado de Notre Dame" (1982) o como el presidente norteamericano John Quincy Adams en "Amistad" (1997), de Steven Spielberg.
Respecto de su nominación al Oscar por el papel presidencial en "Nixon" (1995), de Oliver Stone, un diario alemán escribió: "a pesar de que no se parece en absoluto a (Richard) Nixon y ni siquiera se esfuerza por imitar su acento, logra con sus gestos y miradas, con la expresión de una personalidad acosada, completamente dividida, convertirse rápidamente en el presidente caído".
Anthony Hopkins ha filmado más de 100 películas en su carrera de 40 años y ha interpretado a grandes personajes de la historia. Sin embargo, para él sus filmes más importantes son el sacrificado y casi perfecto mayordomo en el drama "Lo que queda del día" (1993), además de "El silencio de los inocentes". En la cinta, que recibió cinco premios Oscar, interpreta a un asesino caníbal que, gracias a sus conocimientos sobre el comportamiento de la mente criminal, ayuda a la agente del FBI Clarice Starling (Jodie Foster) en la búsqueda de otro asesino serial. También tuvo el papel protagónico en las crueles secuelas "Hannibal" (2001) y "El dragón rojo" (2002). "Interpretar este papel nunca influyó negativamente en mí, pero me interesó por qué Hannibal es así. Creo que todos nos sentimos atraídos por los papeles pesados y oscuros en la literatura", declaró el actor.
Hopkins también conoció tiempos oscuros en su propia vida. Creció como hijo de una familia de panaderos en Gales y tuvo dificultades en el colegio. Lo consideraban un tipo raro por su amor a la pintura y el piano. Después de cumplir con el servicio militar logró en 1961 ingresar a la afamada Royal Academie of Dramatic Arts en Londres, que funcionó como un brillante trampolín en su carrera. Rápidamente ganó fama en el teatro como intérprete de múltiples facetas. Sólo con "King Lear" estuvo cien veces sobre el escenario. Sin embargo, era considerado difícil e impredecible, y frecuentemente se peleaba con sus directores. Cuando terminó su matrimonio con la actriz Petronella Barker y ante la imposibilidad de ver a su hija Abigail, sus problemas con el alcohol aumentaron de forma dramática. Sólo después de sufrir un colapso en 1975 logró, con ayuda de su segunda mujer, dar vuelta la página a su adicción y renunciar a la bebida. Se cuenta que, después de obtener el Oscar, asistió con la estatuilla a su grupo de autoayuda para agradecerles lo que habían hecho por él y por su carrera.
Hoy, Hopkins se ha casado por tercera vez y también es ciudadano norteamericano desde 2000. Sin embargo, pudo conservar su pasaporte británico y su título nobiliario de Sir.
En el cine sigue tan presente como siempre, en los últimos tiempos con la cinta de suspenso "Fracture" y la saga de héroes "Beowulf", a pesar de que según dice ya guarda más distancia hacia el mundo de la gran pantalla. "Amo mi trabajo y lo seguiré haciendo, hasta que no me ofrezcan más guiones; pero es sólo un trabajo", definió hace poco. (DPA)
"Simplemente puedo interpretar bien a los monstruos. Entiendo a los monstruos. Entiendo a los locos", afirmó alguna vez el excepcional actor británico- estadounidense que hoy cumple 70 años.
Y eso que sir Anthony Hopkins no parece un monstruo. Con su mirada llena de humor y las miles de arrugas que se le forman al sonreir, más bien se lo puede imaginar como un caballero inglés. Lo que transmite credibilidad a sus caracteres es una inusual, casi chispeante, presencia en la pantalla grande, ya sea como Adolf Hitler en "The Bunker" (1981), como Cuasimodo en "El jorobado de Notre Dame" (1982) o como el presidente norteamericano John Quincy Adams en "Amistad" (1997), de Steven Spielberg.
Respecto de su nominación al Oscar por el papel presidencial en "Nixon" (1995), de Oliver Stone, un diario alemán escribió: "a pesar de que no se parece en absoluto a (Richard) Nixon y ni siquiera se esfuerza por imitar su acento, logra con sus gestos y miradas, con la expresión de una personalidad acosada, completamente dividida, convertirse rápidamente en el presidente caído".
Anthony Hopkins ha filmado más de 100 películas en su carrera de 40 años y ha interpretado a grandes personajes de la historia. Sin embargo, para él sus filmes más importantes son el sacrificado y casi perfecto mayordomo en el drama "Lo que queda del día" (1993), además de "El silencio de los inocentes". En la cinta, que recibió cinco premios Oscar, interpreta a un asesino caníbal que, gracias a sus conocimientos sobre el comportamiento de la mente criminal, ayuda a la agente del FBI Clarice Starling (Jodie Foster) en la búsqueda de otro asesino serial. También tuvo el papel protagónico en las crueles secuelas "Hannibal" (2001) y "El dragón rojo" (2002). "Interpretar este papel nunca influyó negativamente en mí, pero me interesó por qué Hannibal es así. Creo que todos nos sentimos atraídos por los papeles pesados y oscuros en la literatura", declaró el actor.
Hopkins también conoció tiempos oscuros en su propia vida. Creció como hijo de una familia de panaderos en Gales y tuvo dificultades en el colegio. Lo consideraban un tipo raro por su amor a la pintura y el piano. Después de cumplir con el servicio militar logró en 1961 ingresar a la afamada Royal Academie of Dramatic Arts en Londres, que funcionó como un brillante trampolín en su carrera. Rápidamente ganó fama en el teatro como intérprete de múltiples facetas. Sólo con "King Lear" estuvo cien veces sobre el escenario. Sin embargo, era considerado difícil e impredecible, y frecuentemente se peleaba con sus directores. Cuando terminó su matrimonio con la actriz Petronella Barker y ante la imposibilidad de ver a su hija Abigail, sus problemas con el alcohol aumentaron de forma dramática. Sólo después de sufrir un colapso en 1975 logró, con ayuda de su segunda mujer, dar vuelta la página a su adicción y renunciar a la bebida. Se cuenta que, después de obtener el Oscar, asistió con la estatuilla a su grupo de autoayuda para agradecerles lo que habían hecho por él y por su carrera.
Hoy, Hopkins se ha casado por tercera vez y también es ciudadano norteamericano desde 2000. Sin embargo, pudo conservar su pasaporte británico y su título nobiliario de Sir.
En el cine sigue tan presente como siempre, en los últimos tiempos con la cinta de suspenso "Fracture" y la saga de héroes "Beowulf", a pesar de que según dice ya guarda más distancia hacia el mundo de la gran pantalla. "Amo mi trabajo y lo seguiré haciendo, hasta que no me ofrezcan más guiones; pero es sólo un trabajo", definió hace poco. (DPA)
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