31 Octubre 2007
Embotellamientos de tráfico de más de 100 kilómetros; periódicas jornadas de caos en aeropuertos; hospitales públicos sin equipos, camas ni personal suficientes; carreteras en mal estado; "guerras" urbanas entre policías y narcotraficantes... La decisión de la FIFA de designar a Brasil como sede del Mundial de 2014, ¿representará un reencuentro mágico entre el país pentacampeón con la máxima fiesta del fútbol o será una cita con el caos?
Hoy, realizar en Brasil un Mundial impecable parece ser una meta muy lejana. En el país no hay ni un solo estadio que cumpla las exigencias de la FIFA. Brasil tendrá que invertir alrededor de 1.100 millones de dólares en la construcción de cuatro estadios y en la reforma de otros ya existentes.
Más serio es el problema de la seguridad pública. Río de Janeiro está rodeada de cientos de favelas, en su mayoría controladas por bandas de narcotraficantes, que casi a diario protagonizan enfrentamientos armados con la Policía.
Otro reto es el tema del transporte. En muchas de las futuras sedes no hay servicio de subterráneo, lo que obligará el público a enfrentar el pesado tráfico diario para acceder a los estadios. Las enormes distancias a recorrer en un país de 8,5 millones de kilómetros cuadrados pueden convertirse en un grave problema, ya que las carreteras están en estado muy precario. Además, la aeronavegación vive la peor crisis de su historia en el país.
La red de salud pública, por su parte, enfrenta serios problemas. El diario "O Globo" reveló la situación dramática de varios hospitales, donde los médicos sacan dinero de su bolsillo para comprar hasta esparadrapo y usan taladros de ebanista para abrir el cráneo de los pacientes en cirugías.
Faltan siete años y muchas cosas pueden cambiar, en especial si el Gobierno logra atraer capitales privados para solucionar los problemas.
Hoy, realizar en Brasil un Mundial impecable parece ser una meta muy lejana. En el país no hay ni un solo estadio que cumpla las exigencias de la FIFA. Brasil tendrá que invertir alrededor de 1.100 millones de dólares en la construcción de cuatro estadios y en la reforma de otros ya existentes.
Más serio es el problema de la seguridad pública. Río de Janeiro está rodeada de cientos de favelas, en su mayoría controladas por bandas de narcotraficantes, que casi a diario protagonizan enfrentamientos armados con la Policía.
Otro reto es el tema del transporte. En muchas de las futuras sedes no hay servicio de subterráneo, lo que obligará el público a enfrentar el pesado tráfico diario para acceder a los estadios. Las enormes distancias a recorrer en un país de 8,5 millones de kilómetros cuadrados pueden convertirse en un grave problema, ya que las carreteras están en estado muy precario. Además, la aeronavegación vive la peor crisis de su historia en el país.
La red de salud pública, por su parte, enfrenta serios problemas. El diario "O Globo" reveló la situación dramática de varios hospitales, donde los médicos sacan dinero de su bolsillo para comprar hasta esparadrapo y usan taladros de ebanista para abrir el cráneo de los pacientes en cirugías.
Faltan siete años y muchas cosas pueden cambiar, en especial si el Gobierno logra atraer capitales privados para solucionar los problemas.