01 Septiembre 2006
Pican, pican los bichitos en las bancas de los ediles
Análisis. Por Miguel Velárdez - Redacción LA GACETA.
Hasta hace poco tiempo, el concejal Gustavo Usandivaras se enfurecía tanto cuando hablaba del Gobierno justicialista que parecía un gallo de riña. En el recinto de sesiones lanzaba sus palabras como espolones y solía acompañar sus dichos con el dedo índice en alto, casi enfurecido. Decir Alperovich o Amaya era como hablar malas palabras. Pero ahora Usandivaras parece haber sido picado por el mismo bichito que hace tiempo picó a Hugo Osvaldo Danesi. Se trata de un síndrome que atrapa a los políticos de la oposición que buscan una guarida en el poder. Ayer Usandivaras comenzó a evidenciar los primeros síntomas. En ningún momento se refirió ni al gobernador ni al intendente y lo más notorio de su nueva afección es que votó a favor de todos los proyectos que interesaban al oficialismo. Principalmente los que habían salido como pedidos expresos de la Casa de Gobierno.
Osado y entretenido, ese bichito parece haber deambulado ayer por todo el recinto de sesiones con absoluta libertad. Se acercaba a unos y después a otros, casi divirtiéndose. Por momentos alcanzó a dar su pinchazo sobre los radicales José Luis Avignone y Raúl Pellegrini que avalaron, en silencio, el pago de deudas a los acreedores. Una sensación de comezón envolvía a los radicales, cuando sonriente el peronista Juan Carlos Mamaní los definió como representantes de la seudo-oposición. A esa altura, el bichito ya se había ido del recinto, pero puede volver.
Osado y entretenido, ese bichito parece haber deambulado ayer por todo el recinto de sesiones con absoluta libertad. Se acercaba a unos y después a otros, casi divirtiéndose. Por momentos alcanzó a dar su pinchazo sobre los radicales José Luis Avignone y Raúl Pellegrini que avalaron, en silencio, el pago de deudas a los acreedores. Una sensación de comezón envolvía a los radicales, cuando sonriente el peronista Juan Carlos Mamaní los definió como representantes de la seudo-oposición. A esa altura, el bichito ya se había ido del recinto, pero puede volver.