07 Mayo 2006
Evo Morales decidió reestatizar los privatizados recursos energéticos de Bolivia para fortalecer su presidencia. Su acción debilitó a su vecino y aliado Lula Da Silva, que en Brasil recibió múltiples críticas por el efecto que causó la acción de Morales. El golpe de timón del boliviano también daño a Néstor Kirchner, en una Argentina donde afirman que lo que Evo hizo le saldrá caro al país, financieramente hablando. Hugo Chávez, el protector y asesor de Morales -según afirman algunos analistas-, tomó la decisión como un triunfo, en el marco de su lucha continental contra Estados Unidos.
Como en el juego del Antón Pirulero, cada presidente del Cono Sur parece seguir su juego y lejos están de mostrar un bloque regional donde, sin afectar la soberanía ni la autonomía de cada Estado, las decisiones se tomen de manera consensuada y buscando afectar lo menos posible a socios y vecinos. Los presidentes parecen, con acciones como estas, caminar por una cornisa, y cada paso en falso los coloca cerca del abismo de la desintegración, en un momento en el que los signos de acercamiento parecía mostrarlos encaminados a consolidar una unión sudamericana histórica.
La decisión de Morales de reestatizar los recursos energéticos de su país provocó no sólo daños económicos sino también políticos para la región. Brasil, que tiene inversiones a través de la estatal Petrobras en Bolivia, fue quizás el más perjudicado en lo económico. Argentina, que compra gas boliviano para poder satisfacer la demanda interna, seguramente también acusará el golpe cuando se ajuste el precio del ahora estatal gas boliviano. Según los analistas, la decisión de Morales de retomar el control de la explotación del gas natural no hizo más que encender la llama de la discordia en la región, en momentos en los que los virtuales socios latinoamericanos pretendían negociar como bloque con la Unión Europea un acuerdo comercial amplio. "El caso es que América Latina y el Caribe, a pesar del enorme potencial que tiene para concertar efectivamente -de manera colectiva- una verdadera asociación estratégica con la Unión Europea, con todos los beneficios individuales, subregionales, regionales y globales que ello significaría, está desperdiciando sus opciones", señaló Roberto Guarnieri, director del Sistema Económico de América Latina y el Caribe (SELA) a la agencia AFP. Guarnieri explicó que se trata de una situación preocupante, que impone una revisión urgente con mente abierta y con voluntad política para determinar causas y poner en marcha correctivos que lleven a los países del Cono Sur a encauzar una relación armoniosa.
Contradicciones
Dos días después del anuncio formulado por Morales, Kirchner recibió en Puerto Iguazú a sus pares de Bolivia, Brasil y Venezuela para tratar de enmendar las heridas. Los presidentes debatieron durante casi cinco horas, unieron sus manos para la foto y firmaron un documento en el que Bolivia se compromete a continuar vendiendo gas a sus pares a precio "razonable". Lula, tras la reunión, también se comprometió a buscar una salida negociada al conflicto con Bolivia, tras el bloqueo de los intereses de Petrobrás luego de la medida de Evo Morales.
Decisiones aisladas, desencuentros y muestras de unidad. Todo en menos de una semana, como prueba fehaciente de la contradicción que domina a los líderes sudamericanos. Un Morales que parece más cerca de Chávez y de Fidel Castro (afirman que estos dos mandatarios sí estaban al tanto de la decisión del boliviano, no así el resto) y un dúo Kirchner-Da Silva con apariencia de formalización de un tándem propio es la imagen que dejó en la última el sur del continente americano. Están cerca, pero no están juntos.
"Hay un reacomodamiento a nivel continental, como hace décadas que no se ve. En ese reacomodamiento, se observa claramente que hay diferencias ideológicas, históricas y que presenta varios puntos de inflexión". Con esta frase sintetiza el sociólogo y analista internacional Pedro Brieger su visión sobre lo que está sucediendo en América Latina. Según Brieger, el replanteo ideológico latinoamericano comenzó a gestarse tras la rebelión popular que se dio en la Argentina en 2001, se acentuó tras la Cumbre de las Américas de Mar del Plata y significó la imposibilidad de Estados Unidos de formalizar la creación del ALCA. "Todo esto llevó a que se abra el debate sobre la integración de los países de esta región, que hasta aquí es diferente de la que plantea EEUU", especifica.
- ¿Cómo se entiende entonces esta decisión de Evo Morales, que afecta a sus supuestos socios?
- Es una manera de avanzar políticamente. En este caso, más allá de las consecuencias económicas, que son importantes, Evo mostró cuál es su posición y cumplió con una de sus grandes promesas electorales.
-Sin embargo, su decisión molestó a sus vecinos...
- Sin dudas. Además, es muy posible que haya tomado esta decisión sin hablar con Lula y dialogando, en cambio, con Hugo Chávez y con Fidel Castro. Pero eso también es una muestra de hacia dónde apunta su ideología y sobre con quiénes se siente más cómodo políticamente.
- ¿Cómo queda la región entonces? ¿Habrá dos grupos de países en Sudamérica?
-No, porque una cosa no quita la otra. Tanto Chávez como Morales están teniendo suficiente habilidad como para decir que quieren una alianza con Brasil y Argentina y también otra con Cuba. Pero buscan ambas cosas sin romper con nadie y siempre intentan sumarse a cuanto proyecto propicia Kirchner o Lula.
-¿Qué puede pasar con este bloque en un contexto tan complicado?
-Hay todo un debate que marca líneas políticas diferentes y afinidades ideológicas entre determinados países. Ello provoca que algunas naciones intentan convencer a otras de que se sumen a sus propuestas. En este bloque regional hay muchas asimetrías porque, además, EEUU sigue ejerciendo presión para que se sumen a su proyecto de libre comercio. Esto todavía no está cerrado ni definido; el debate regional sigue abierto.
Por Analía del Franco - directora de la consultora Analogías
¿La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia tiene que sorprendernos? No, ya que la gran sorpresa -o, mejor dicho, el gran impacto- estuvo dada en la decisión del pueblo boliviano (más del 50%) de darle su apoyo, como nunca antes, a un presidente que surge de los sectores más relegados de la sociedad boliviana. El resultado electoral mostró, muy a las claras, cuál es el rumbo que la mayoría del pueblo de Bolivia quiere.
En cualquier país es legítimo preguntarse por qué no nacionalizar las reservas de un país, aunque las voces cantantes de la década neoliberal hayan demonizado este tipo de interrogantes. En honor a la verdad, la pregunta "bizarra" sería, en todo caso, por qué privatizarlas. Y en esto los argentinos ya tenemos experiencia.
Claro que todo lo que se plantea con exceso, con fanatismo, puede ser perjudicial. Tanto la privatización como la nacionalización suelen ser vistas como llaves maestras para la solución de muchos problemas. Sin embargo viejas preguntas siguen en pie, opere quien opere el sistema. ¿Por qué, en tantos años, no se pudo o no se quiso armar una red de gas natural en la capital boliviana, independientemente de que fuera privada o pública? ¿Es un déficit exclusivo de los inversores privados? ¿O es también responsabilidad de los gobiernos? Y, por otro lado, ¿la nacionalización es condición suficiente para traer el bienestar deseado? Probablemente sí, siempre que esté presente la voluntad política de hacerlo.
Dando una mirada a la reacción del contexto, se puede considerar favorable la postura que tomaron los países involucrados en pos de la buena convivencia de la región. Evo Morles contó con un apoyo rápido por parte de los preocupados líderes regionales, que también supieron mostrar reflejos y capacidad para encontrar un consenso básico y llevar tranquilidad a productores y consumidores. Parecen haber logrado desmentir, con este espacio de diálogo, los anuncios de inminentes tiranteces. El precio -que no es un detalle menor- queda pendiente, pero esto se puede manejar mejor si se consolida el espíritu de cooperación. Y un último detalle, muy doméstico: la reunión de Puerto Iguazú estaría también llevando tranquilidad a aquellos argentinos habitualmente tan preocupados por los modales de Néstor Kirchner, que esta vez mantuvo el protocolo y hasta hizo de "mediador". (Especial para LA GACETA)
Como en el juego del Antón Pirulero, cada presidente del Cono Sur parece seguir su juego y lejos están de mostrar un bloque regional donde, sin afectar la soberanía ni la autonomía de cada Estado, las decisiones se tomen de manera consensuada y buscando afectar lo menos posible a socios y vecinos. Los presidentes parecen, con acciones como estas, caminar por una cornisa, y cada paso en falso los coloca cerca del abismo de la desintegración, en un momento en el que los signos de acercamiento parecía mostrarlos encaminados a consolidar una unión sudamericana histórica.
La decisión de Morales de reestatizar los recursos energéticos de su país provocó no sólo daños económicos sino también políticos para la región. Brasil, que tiene inversiones a través de la estatal Petrobras en Bolivia, fue quizás el más perjudicado en lo económico. Argentina, que compra gas boliviano para poder satisfacer la demanda interna, seguramente también acusará el golpe cuando se ajuste el precio del ahora estatal gas boliviano. Según los analistas, la decisión de Morales de retomar el control de la explotación del gas natural no hizo más que encender la llama de la discordia en la región, en momentos en los que los virtuales socios latinoamericanos pretendían negociar como bloque con la Unión Europea un acuerdo comercial amplio. "El caso es que América Latina y el Caribe, a pesar del enorme potencial que tiene para concertar efectivamente -de manera colectiva- una verdadera asociación estratégica con la Unión Europea, con todos los beneficios individuales, subregionales, regionales y globales que ello significaría, está desperdiciando sus opciones", señaló Roberto Guarnieri, director del Sistema Económico de América Latina y el Caribe (SELA) a la agencia AFP. Guarnieri explicó que se trata de una situación preocupante, que impone una revisión urgente con mente abierta y con voluntad política para determinar causas y poner en marcha correctivos que lleven a los países del Cono Sur a encauzar una relación armoniosa.
Contradicciones
Dos días después del anuncio formulado por Morales, Kirchner recibió en Puerto Iguazú a sus pares de Bolivia, Brasil y Venezuela para tratar de enmendar las heridas. Los presidentes debatieron durante casi cinco horas, unieron sus manos para la foto y firmaron un documento en el que Bolivia se compromete a continuar vendiendo gas a sus pares a precio "razonable". Lula, tras la reunión, también se comprometió a buscar una salida negociada al conflicto con Bolivia, tras el bloqueo de los intereses de Petrobrás luego de la medida de Evo Morales.
Decisiones aisladas, desencuentros y muestras de unidad. Todo en menos de una semana, como prueba fehaciente de la contradicción que domina a los líderes sudamericanos. Un Morales que parece más cerca de Chávez y de Fidel Castro (afirman que estos dos mandatarios sí estaban al tanto de la decisión del boliviano, no así el resto) y un dúo Kirchner-Da Silva con apariencia de formalización de un tándem propio es la imagen que dejó en la última el sur del continente americano. Están cerca, pero no están juntos.
ENTREVISTA
"Hay un replanteo ideológico""Hay un reacomodamiento a nivel continental, como hace décadas que no se ve. En ese reacomodamiento, se observa claramente que hay diferencias ideológicas, históricas y que presenta varios puntos de inflexión". Con esta frase sintetiza el sociólogo y analista internacional Pedro Brieger su visión sobre lo que está sucediendo en América Latina. Según Brieger, el replanteo ideológico latinoamericano comenzó a gestarse tras la rebelión popular que se dio en la Argentina en 2001, se acentuó tras la Cumbre de las Américas de Mar del Plata y significó la imposibilidad de Estados Unidos de formalizar la creación del ALCA. "Todo esto llevó a que se abra el debate sobre la integración de los países de esta región, que hasta aquí es diferente de la que plantea EEUU", especifica.
- ¿Cómo se entiende entonces esta decisión de Evo Morales, que afecta a sus supuestos socios?
- Es una manera de avanzar políticamente. En este caso, más allá de las consecuencias económicas, que son importantes, Evo mostró cuál es su posición y cumplió con una de sus grandes promesas electorales.
-Sin embargo, su decisión molestó a sus vecinos...
- Sin dudas. Además, es muy posible que haya tomado esta decisión sin hablar con Lula y dialogando, en cambio, con Hugo Chávez y con Fidel Castro. Pero eso también es una muestra de hacia dónde apunta su ideología y sobre con quiénes se siente más cómodo políticamente.
- ¿Cómo queda la región entonces? ¿Habrá dos grupos de países en Sudamérica?
-No, porque una cosa no quita la otra. Tanto Chávez como Morales están teniendo suficiente habilidad como para decir que quieren una alianza con Brasil y Argentina y también otra con Cuba. Pero buscan ambas cosas sin romper con nadie y siempre intentan sumarse a cuanto proyecto propicia Kirchner o Lula.
-¿Qué puede pasar con este bloque en un contexto tan complicado?
-Hay todo un debate que marca líneas políticas diferentes y afinidades ideológicas entre determinados países. Ello provoca que algunas naciones intentan convencer a otras de que se sumen a sus propuestas. En este bloque regional hay muchas asimetrías porque, además, EEUU sigue ejerciendo presión para que se sumen a su proyecto de libre comercio. Esto todavía no está cerrado ni definido; el debate regional sigue abierto.
PUNTO DE VISTA
"Hay un replanteo ideológico"Por Analía del Franco - directora de la consultora Analogías
¿La nacionalización de los hidrocarburos en Bolivia tiene que sorprendernos? No, ya que la gran sorpresa -o, mejor dicho, el gran impacto- estuvo dada en la decisión del pueblo boliviano (más del 50%) de darle su apoyo, como nunca antes, a un presidente que surge de los sectores más relegados de la sociedad boliviana. El resultado electoral mostró, muy a las claras, cuál es el rumbo que la mayoría del pueblo de Bolivia quiere.
En cualquier país es legítimo preguntarse por qué no nacionalizar las reservas de un país, aunque las voces cantantes de la década neoliberal hayan demonizado este tipo de interrogantes. En honor a la verdad, la pregunta "bizarra" sería, en todo caso, por qué privatizarlas. Y en esto los argentinos ya tenemos experiencia.
Claro que todo lo que se plantea con exceso, con fanatismo, puede ser perjudicial. Tanto la privatización como la nacionalización suelen ser vistas como llaves maestras para la solución de muchos problemas. Sin embargo viejas preguntas siguen en pie, opere quien opere el sistema. ¿Por qué, en tantos años, no se pudo o no se quiso armar una red de gas natural en la capital boliviana, independientemente de que fuera privada o pública? ¿Es un déficit exclusivo de los inversores privados? ¿O es también responsabilidad de los gobiernos? Y, por otro lado, ¿la nacionalización es condición suficiente para traer el bienestar deseado? Probablemente sí, siempre que esté presente la voluntad política de hacerlo.
Dando una mirada a la reacción del contexto, se puede considerar favorable la postura que tomaron los países involucrados en pos de la buena convivencia de la región. Evo Morles contó con un apoyo rápido por parte de los preocupados líderes regionales, que también supieron mostrar reflejos y capacidad para encontrar un consenso básico y llevar tranquilidad a productores y consumidores. Parecen haber logrado desmentir, con este espacio de diálogo, los anuncios de inminentes tiranteces. El precio -que no es un detalle menor- queda pendiente, pero esto se puede manejar mejor si se consolida el espíritu de cooperación. Y un último detalle, muy doméstico: la reunión de Puerto Iguazú estaría también llevando tranquilidad a aquellos argentinos habitualmente tan preocupados por los modales de Néstor Kirchner, que esta vez mantuvo el protocolo y hasta hizo de "mediador". (Especial para LA GACETA)