09 Abril 2006
La lluvia ha apaciguado el polvo que se levanta en las calles y el aire se percibe límpido. Un grupo de obreros de la comuna rellena con ripio la entrada al pueblo, donde se ha formado un badén que se ha cubierto de agua. Trabajan sin apuro y con buen humor. La misma tranquilidad se respira en la sede de la comuna, instalada en lo que fue la antigua estación ferroviaria 7 de Abril. "Aquí no hay estrés y no nos faltan cosas para hacer", afirmó a LA GACETA Carlos Coronel, encargado de personal de la comuna.
La localidad de 7 de Abril es uno de los tantos pueblos argentinos que Ferrocarriles Argentinos dejó en total orfandad cuando los trenes dejaron de rodar. Las casas se levantan a un lado y otro de las vías en desuso. Su característica principal es que está enclavado en una zona de "triple frontera" ya que limita con el sur de Salta, donde tienen contacto asiduo con los pobladores de Antilla; y con el noreste de Santiago del Estero, donde frecuentan las localidades de Nueva Esperanza y de Rapelli.
Aproximadamente 250 familias viven en esa localidad, de 800 habitantes, cuyas principales fuentes de ingresos la constituyen el empleo en la comuna y los planes Jefas y Jefes de Hogar. La actividad comercial es casi nula y las extensas fincas de soja que enmarcan la ruta 304 no toman mano de obra del lugar.
Fútbol, pool y billar
María Silvana Arroyo, encargada comunal de acción social, comenta que los jóvenes se reúnen a jugar al pool o al billar y que el fútbol es su actividad favorita. "Eso los mantiene alejados de los vicios; en este pueblo no ven droga ni alcoholismo", asegura. Sus palabras fueron ratificadas por Armando Sosa, presidente del club. "Cada tanto hacemos algún baile para sacar fondos y, de paso, para divertirnos. Tenemos unos 50 jugadores y participamos en torneos de cuarta y de primera división", contó. Los chicos de 7 de Abril forman parte de la Liga Pellegrinense, y se hacen torneos interclubes con los pueblos vecinos de Salta y de Santiago del Estero, a los que asisten familias enteras.
Se conocen todos
"Lo bueno es que en 7 de Abril las chicas pueden andar hasta cualquier hora de noche sin ningún peligro. No cerramos con llave las puertas de las casas. Es más, en verano, hasta dormimos con puertas y ventanas abiertas", puntualizó Sara Cristina Almaraz, también empleada comunal. "Es que aquí todos nos conocemos y, si no somos parientes, somos vecinos o amigos. No hay robos, no hay secuestros, no hay droga. En ese sentido, es mejor vivir en este pueblo que en la ciudad", acotó Coronel.
RELIGIOSIDAD.- La capilla de Nuestra Señora del Valle (foto) está muy cuidada y en sus jardines juegan los chicos que van a hacer la catequesis. El párroco de Burruyacu visita el lugar al menos dos veces al año: para la fiesta del 7 de abril y para el 8 de diciembre, fecha en la que se realizan bautismos y primeras comuniones. Los pobladores contaron que también suele ir a dar misas especiales pero, en esos casos, hay que colaborar con $ 50 para el traslado.
AMBULANCIA Y CAJERO.- Los pobladores de 7 de Abril consideran que hay dos elementos que mejorarían su vida. Una es la existencia de una ambulancia permanente en el CAPS, ya que este centro de atención primaria funciona con un solo médico, de lunes a viernes y de 7 a 13. La otra es que se habilite un cajero humano en Garmendia para que puedan cobrar los sueldos o planes, ya que al trasladarse a la capital, gastan $ 16 en pasaje y otro tanto en comida.
SUPERSTICIONES.- La vieja casona que albergó al Molino Harinero Tucumano, que data de 1945, genera temores entre un sector de los residentes en 7 de Abril. Afirman que allí "espantan". Eso no impidió, sin embargo, que el edificio fuera saqueado. "Se robaron de todo", cuenta María Arroyo. De hecho, sólo quedan las firmes paredes de ladrillo, una escalera y un entrepiso de una resistente madera.
DIVERSIONES CRIOLLAS.- Los pobladores de 7 de Abril no se aburren. Se divierten a la antigua y con actividades muy criollas, como las riñas de gallo o las carreras cuadreras. En la foto, Lorenzo Amaya, criador de gallos, muestra uno de sus mejores ejemplares. Quienes compiten son los tucumanos del lugar contra los salteños de Antilla o los santiagueños de Nueva Esperanza y de Rapelli.
La localidad de 7 de Abril es uno de los tantos pueblos argentinos que Ferrocarriles Argentinos dejó en total orfandad cuando los trenes dejaron de rodar. Las casas se levantan a un lado y otro de las vías en desuso. Su característica principal es que está enclavado en una zona de "triple frontera" ya que limita con el sur de Salta, donde tienen contacto asiduo con los pobladores de Antilla; y con el noreste de Santiago del Estero, donde frecuentan las localidades de Nueva Esperanza y de Rapelli.
Aproximadamente 250 familias viven en esa localidad, de 800 habitantes, cuyas principales fuentes de ingresos la constituyen el empleo en la comuna y los planes Jefas y Jefes de Hogar. La actividad comercial es casi nula y las extensas fincas de soja que enmarcan la ruta 304 no toman mano de obra del lugar.
Fútbol, pool y billar
María Silvana Arroyo, encargada comunal de acción social, comenta que los jóvenes se reúnen a jugar al pool o al billar y que el fútbol es su actividad favorita. "Eso los mantiene alejados de los vicios; en este pueblo no ven droga ni alcoholismo", asegura. Sus palabras fueron ratificadas por Armando Sosa, presidente del club. "Cada tanto hacemos algún baile para sacar fondos y, de paso, para divertirnos. Tenemos unos 50 jugadores y participamos en torneos de cuarta y de primera división", contó. Los chicos de 7 de Abril forman parte de la Liga Pellegrinense, y se hacen torneos interclubes con los pueblos vecinos de Salta y de Santiago del Estero, a los que asisten familias enteras.
Se conocen todos
"Lo bueno es que en 7 de Abril las chicas pueden andar hasta cualquier hora de noche sin ningún peligro. No cerramos con llave las puertas de las casas. Es más, en verano, hasta dormimos con puertas y ventanas abiertas", puntualizó Sara Cristina Almaraz, también empleada comunal. "Es que aquí todos nos conocemos y, si no somos parientes, somos vecinos o amigos. No hay robos, no hay secuestros, no hay droga. En ese sentido, es mejor vivir en este pueblo que en la ciudad", acotó Coronel.
Tradición y y modernidad
SIN SEÑAL PARA CELULARES .- Por una cuestión de ubicación geográfica, en 7 de Abril no tienen señal los celulares ni tampoco los canales de televisión de aire. Sólo se puede ver TV satelital. Además, sólo hay una cabina de telefonía fija. Para trasladarse a San Miguel de Tucumán tienen dos empresas de ómnibus y ocho viajes de ida y vuelta a lo largo del día. El pasaje cuesta $ 8. RELIGIOSIDAD.- La capilla de Nuestra Señora del Valle (foto) está muy cuidada y en sus jardines juegan los chicos que van a hacer la catequesis. El párroco de Burruyacu visita el lugar al menos dos veces al año: para la fiesta del 7 de abril y para el 8 de diciembre, fecha en la que se realizan bautismos y primeras comuniones. Los pobladores contaron que también suele ir a dar misas especiales pero, en esos casos, hay que colaborar con $ 50 para el traslado.
AMBULANCIA Y CAJERO.- Los pobladores de 7 de Abril consideran que hay dos elementos que mejorarían su vida. Una es la existencia de una ambulancia permanente en el CAPS, ya que este centro de atención primaria funciona con un solo médico, de lunes a viernes y de 7 a 13. La otra es que se habilite un cajero humano en Garmendia para que puedan cobrar los sueldos o planes, ya que al trasladarse a la capital, gastan $ 16 en pasaje y otro tanto en comida.
SUPERSTICIONES.- La vieja casona que albergó al Molino Harinero Tucumano, que data de 1945, genera temores entre un sector de los residentes en 7 de Abril. Afirman que allí "espantan". Eso no impidió, sin embargo, que el edificio fuera saqueado. "Se robaron de todo", cuenta María Arroyo. De hecho, sólo quedan las firmes paredes de ladrillo, una escalera y un entrepiso de una resistente madera.
DIVERSIONES CRIOLLAS.- Los pobladores de 7 de Abril no se aburren. Se divierten a la antigua y con actividades muy criollas, como las riñas de gallo o las carreras cuadreras. En la foto, Lorenzo Amaya, criador de gallos, muestra uno de sus mejores ejemplares. Quienes compiten son los tucumanos del lugar contra los salteños de Antilla o los santiagueños de Nueva Esperanza y de Rapelli.
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