Una resolución debe ser justa e inteligible

Una resolución debe ser justa e inteligible

En julio, el especialista Bonifacio de la Cuadra dio una conferencia en la Escuela de Periodismo del diario "El País", de España, de la cual efectuamos una síntesis.

SOLO PENAL. Según De la Cuadra, no existe un delito civil. LA GACETA / ANTONIO FERRONI SOLO PENAL. Según De la Cuadra, no existe un delito civil. LA GACETA / ANTONIO FERRONI
09 Octubre 2007
En general, los jueces no son criticados por la prensa, pese a que más del 80% de los ciudadanos españoles suele considerar que la Justicia no goza de buena imagen, que no es clara, que es poco inteligible la jerga judicial... Frente al problema de que el lenguaje de la Justicia no se entiende, los periodistas jurídicos tenemos que convertirnos en traductores. Cada vez que hablo con los jueces trato de explicarles que, si la materia prima viene en buen estado, será más fácil la tarea de trasladarla. Si viene fatal, nos las podemos ver negras.
La cuestión es importante porque la sociedad tiene derecho a entender al Poder Judicial. Por eso el periodista, además de traducir, debe criticar esa oscuridad. Una cita lo expresa correctamente: “la premura con la que casi siempre trabaja el periodista y la indolencia con la que abordan el plus de laboriosidad son los dos pretextos que abonan la reproducción mimética del lenguaje judicial. De allí proviene el acento en que la mercancía venga en buenas condiciones”.
Es importantísimo convencer a los jueces de que su función jurisdiccional no acaba en la resolución justa, sino que se extiende también a que la resolución sea entendible para el afectado y el público en general. Si ellos lo hacen mal, nosotros no podemos dejar de hacerlo bien.
Tengo una recopilación de absurdos judiciales y de lenguaje barroco impresentable. Hay que conservar ciertos términos jurídicos por tradición, aunque en este tema es muy difícil llegar a conclusiones absolutas sobre lo que se puede o no mantener. Hay que desechar lo que es confuso, y no es necesario tampoco hacer un lenguaje demasiado fácil y demasiado vulgar en cosas que son inteligibles. Por ejemplo, “fallo” podría ser confundido con error, pero es sabido que “fallo” es sinónimo de “sentencia”. En el lenguaje deportivo se impuso “córner” y ya se sabe lo que es. “Casación”, que viene del francés “romper”, es un recurso. “Pena”, “sobreseimiento”, “hábeas corpus” son cosas que se entienden. No hay que hacer fundamentalismo; a veces, a lo mejor, hay que poner entre paréntesis algo en caso de duda, pero sin ser exagerados.
Lo que hay que evitar son los términos confusos, que se están imponiendo y de mala manera. “Auto” se puede confundir con “coche”. Siempre es oportuno decir “decisión” y “resolución”, que son palabras claras. “Trámite” es una solución para “diligencia”. Los escatológicos “evacuar” y “deponer” deben ser reemplazados por “declarar”. Entre los latinazgos, el “a quo” es el tribunal de origen, de donde viene la cosa; y los “in fine” o “ut supra” son términos que deben ser suprimidos.
“Incoar” es algo tan simple como “iniciar”. “Exhorto”, una palabra muy rara, es el encargo que un juez le hace a otro del domicilio de la persona. “Dolo” parece vinculado con dolor; “extradición” no es otra cosa que la entrega de la persona. Luego hay abreviaturas incorrectas, remisiones que se quedan en el camino, muletillas, reenvíos que no nos dicen nada y no nos dan información. Expresiones extensas como “el fiscal intervino en los términos que interpretó convenientes”; “el abogado formuló las consideraciones que figuran en autos”. Si una sentencia menciona un artículo de la Constitución o de la ley y no lo transcribe, el periodista debería hacer el ejercicio de buscarlo en la fuente. Hay muchas resoluciones que se remiten a los autos y al sumario, y que quien las lee no tiene ni idea sobre qué tratan. A la sentencia le faltan un montón de cosas. Uno no se entera de nada porque está todo en lo anterior. Los actos judiciales debería ser mucho más explícitos.
Hay una cosa que es llamativa y contra la cual sigo luchando, cada vez con menos éxito, con un fracaso que confieso absolutamente: el “presunto”, que los periodistas creen mucho más elegante que el “supuesto”. Lo peor es que los jueces lo están tomando. Aplicar “presunto autor de un delito” es decir lo contrario de lo que uno pretende, porque no hay “presunto homicida” sino “supuesto o aparente homicida”. “Presunto” es lo que por ministerio de la ley es así; por ello hay que decir “presunto inocente acusado de...”, pero no “presunto violador” en la creencia de que se le hace un favor. Su uso ha llegado hasta el extremo de que, en alguna ocasión y frente a un cadáver, el periodista habló del “presunto muerto”. Hay que huir de ese término como de la peste, porque sólo sirve para la presunción de inocencia; a lo demás, lo contamina.
Hay otros errores, como esa manía que tienen los medios de decir que el juez acusa. El juez no acusa nunca, a lo sumo imputa, inculpa, procesa y hasta condena, pero no acusa porque el procedimiento delega esa facultad al Ministerio Público Fiscal. También es muy importante no confundir la fianza exigida por el juez: concretamente hay una para eludir la prisión provisional y otra para responder de las posibles e hipotéticas responsabilidades pecuniarias cuando acabe el proceso mediante una sentencia firme. No tienen nada que ver pero suelen ser confundidas.
Tampoco es correcto decir “delito penal” porque no hay “delito civil” o “delito administrativo”. El delito es delito y existe dentro del Código Penal. Hay gente que consigan “delito penal” con cierto aire de erudición y de superioridad.

Bonifacio de la Cuadra
Periodista español
(Primera parte de su disertacion)

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