09 Octubre 2007
EN SU HONOR. Desde su convalescencia, Fidel Castro rindió tributo a su amigo y compañero de lucha. REUTERS
BUENOS AIRES.- Ernesto Che Guevara fue un viajero incansable, un caminante cargado de ideales, cuyo recorrido sólo concluyó con su muerte el 9 de octubre de 1967, en las montañas de Bolivia, donde dio el primer paso para convertirse en un mito mundial.
A ese viaje lo había comenzado 11 meses antes, con la idea de transformar a las sierras bolivianas en génesis de una nueva revolución latinoamericana, que se desarrollaría primero en el país del altiplano para luego saltar a su patria natal, Argentina.
A 40 años de su muerte, luego de ser capturado por miembros de la CIA y del Ejército boliviano, su figura ya no genera la polémica de décadas anteriores, y su imagen se ha convertido en un ícono de la publicidad y del marketing.
Esas nuevas aceptaciones populares del Che no desmerecen su lucha política y su afán revolucionario, que marcó a fuego la vida de generaciones de jóvenes que lo idolatraron y también de aquellos que lo denostaron.
Su primer aventura
A los 23 años, el Che comenzó su primera gran aventura: el recorrido por América Latina, a bordo de una vieja moto, junto con su amigo Alberto Granados quien, al ser mayor, le sirvió de guía.
El estudiante de medicina descubrió un nuevo mundo alejado de la realidad que lo había contenido en Rosario y en Buenos Aires, con su vida centrada en sus estudios y la práctica de deportes como el rugby.
Tras un segundo periplo por el continente, el camino de la vida lo depositó en la ciudad de México, donde conoció a un joven abogado cubano, Fidel Castro, que inflamaba los ambientes que recorría con un discurso lleno de sueños revolucionarios para su isla.
Ya involucrado en las luchas populares, el Che aceptó una invitación de Castro para integrar un comando de invasión a la isla con el fin de derrocar la dictadura de Batista, en un viaje que se inició el 25 de noviembre de 1956 a bordo del barco Gramma y del que sólo pudieron sobrevivir 11 guerrilleros.
Vocero de la revolución
Durante los tres años posteriores, los revolucionarios iniciaron una guerra de guerrillas que sedujo a los cubanos y acosó al gobierno de Batista, quien fue finalmente derrocado el 1 de enero de 1959.
Un día antes, el argentino había hecho otro viaje clave en su vida al bajar con parte de un ejército de militantes y tomar la ciudad de Santa Clara, episodio que precipitó la caída de la dictadura.
En el gobierno de Castro, Guevara fue ministro de Economía y uno de los voceros internacionales más fuertes de la revolución, motivo que lo llevó a recorrer muchos países del mundo.
Su viaje final
Luego de tomar distancia con el gobierno de Castro, sin que eso afectara su relación con el líder de la revolución, el 3 de noviembre de 1966 dio comienzo a su viaje final ingresando a Bolivia con un nombre falso.
Se perdió en la selva de ese país y, junto con integrantes del Partido Comunista local, intentó dar forma a un gen revolucionario que contó en realidad con muy poca vida.
Con la persecución constante de la CIA y de las fuerzas armadas bolivianas, su fuerza fue diezmada por capturas o deserciones hasta que el 8 de octubre fue herido y detenido.
Lo interrogaron durante 24 horas hasta que sus captores decidieron asesinarlo y exhibirlo ante los pobladores de Valle Grande, el lugar donde el hombre comenzó a ser mito. Al apagarse su vida no terminaron sus viajes, ya que su cuerpo estuvo desaparecido por tres décadas hasta que el julio de 1997 fue rescatado por grupos de antropología forense de Cuba.
Hoy, su rostro inunda millones de remeras en todo el mundo, y su boina calada es un símbolo que supera el escenario político para convertirse en un icono cultural tan influyente como su pensamiento ideológico. (NA)
A ese viaje lo había comenzado 11 meses antes, con la idea de transformar a las sierras bolivianas en génesis de una nueva revolución latinoamericana, que se desarrollaría primero en el país del altiplano para luego saltar a su patria natal, Argentina.
A 40 años de su muerte, luego de ser capturado por miembros de la CIA y del Ejército boliviano, su figura ya no genera la polémica de décadas anteriores, y su imagen se ha convertido en un ícono de la publicidad y del marketing.
Esas nuevas aceptaciones populares del Che no desmerecen su lucha política y su afán revolucionario, que marcó a fuego la vida de generaciones de jóvenes que lo idolatraron y también de aquellos que lo denostaron.
Su primer aventura
A los 23 años, el Che comenzó su primera gran aventura: el recorrido por América Latina, a bordo de una vieja moto, junto con su amigo Alberto Granados quien, al ser mayor, le sirvió de guía.
El estudiante de medicina descubrió un nuevo mundo alejado de la realidad que lo había contenido en Rosario y en Buenos Aires, con su vida centrada en sus estudios y la práctica de deportes como el rugby.
Tras un segundo periplo por el continente, el camino de la vida lo depositó en la ciudad de México, donde conoció a un joven abogado cubano, Fidel Castro, que inflamaba los ambientes que recorría con un discurso lleno de sueños revolucionarios para su isla.
Ya involucrado en las luchas populares, el Che aceptó una invitación de Castro para integrar un comando de invasión a la isla con el fin de derrocar la dictadura de Batista, en un viaje que se inició el 25 de noviembre de 1956 a bordo del barco Gramma y del que sólo pudieron sobrevivir 11 guerrilleros.
Vocero de la revolución
Durante los tres años posteriores, los revolucionarios iniciaron una guerra de guerrillas que sedujo a los cubanos y acosó al gobierno de Batista, quien fue finalmente derrocado el 1 de enero de 1959.
Un día antes, el argentino había hecho otro viaje clave en su vida al bajar con parte de un ejército de militantes y tomar la ciudad de Santa Clara, episodio que precipitó la caída de la dictadura.
En el gobierno de Castro, Guevara fue ministro de Economía y uno de los voceros internacionales más fuertes de la revolución, motivo que lo llevó a recorrer muchos países del mundo.
Su viaje final
Luego de tomar distancia con el gobierno de Castro, sin que eso afectara su relación con el líder de la revolución, el 3 de noviembre de 1966 dio comienzo a su viaje final ingresando a Bolivia con un nombre falso.
Se perdió en la selva de ese país y, junto con integrantes del Partido Comunista local, intentó dar forma a un gen revolucionario que contó en realidad con muy poca vida.
Con la persecución constante de la CIA y de las fuerzas armadas bolivianas, su fuerza fue diezmada por capturas o deserciones hasta que el 8 de octubre fue herido y detenido.
Lo interrogaron durante 24 horas hasta que sus captores decidieron asesinarlo y exhibirlo ante los pobladores de Valle Grande, el lugar donde el hombre comenzó a ser mito. Al apagarse su vida no terminaron sus viajes, ya que su cuerpo estuvo desaparecido por tres décadas hasta que el julio de 1997 fue rescatado por grupos de antropología forense de Cuba.
Hoy, su rostro inunda millones de remeras en todo el mundo, y su boina calada es un símbolo que supera el escenario político para convertirse en un icono cultural tan influyente como su pensamiento ideológico. (NA)
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