Arte tucumano: entre la tradición y la innovación
Dentro del programa "Argentina Pinta Bien", se inaugura esta noche en el Museo "Arte de Tucumán", en la que participan 58 artistas. Fotografías, pinturas, grabados e instalaciones. En la sala central del edificio se exponen paisajes en la pared y dibujos apenas visibles. Un repliegue sobre el propio lenguaje. De calendarios y vitrinas, y una línea abstracta.
La muestra pertenece al programa "Argentina Pinta Bien", una iniciativa del Centro Cultural Recoleta y de la empresa Repsol-YPF. El guión curatorial selecciona obras que contienen discursos sobre universos personales como los que se vinculan con problemáticas sociales, y también aquellas que cuestionan la representación.
Una muestra exhibe mundos privados y retratos sociales
Universos personales, realidades compartidas y el repliegue del arte sobre sí mismo, conforman el guión de la exposición "Arte de Tucumán" que se inaugurará esta noche a las 20.30 en el Museo Timoteo Navarro. Con la participación de 58 artistas en disciplinas como el dibujo, la pintura, el grabado, la escultura, la fotografía, el video, la instalación y la performance, la muestra pertenece al programa "Argentina Pinta Bien", del Centro Cultural La Recoleta y la empresa Repsol-YPF, que ya ha abarcado otras provincias como Chubut, Córdoba, Mendoza, Neuquén, San Juan, Río Negro y Salta, entre otras.
En las salas de adelante, la curadora Cristina Rossi instaló aquellas obras que tienen un discurso personal, "aunque nunca son personales del todo", aclara Rossi, a quien acompañó la directora de la programación del Recoleta, María Rita Fernández Madero.
Pueden observarse allí, entre otras piezas, una enorme escultura de Sandro Pereira ("El novio"), una fotoperformance de Marcos Figueroa (el artista registra un particular corte de cabello), una ornamentada y brillosa urna de Jorge Lobato Coronel, así como la pintura "One Rodo", del desaparecido Rodolfo Bulacio (su rostro aparece en el centro de un billete de un dólar); los retratos de Rolo Juárez (en el interior del contorno de su rostro se ven otras figuras) y los lúdicos diseños en la obra de Rubén Kempa.
En la sala central del edificio de 9 de Julio 44, el tono del discurso se modifica, y se orienta hacia un tinte social, decididamente. Unos dibujos de Enrique Guiot (fechados en 1972) revelan imágenes de la tortura de ese momento histórico, así como la pintura de Miriam Holgado ("Los tres poderes") y los acrílicos de Ezequiel Linares; aportan a cargar esa dirección los trabajos de Alejandro Gómez Tolosa, Santiago Olivera, los "tipitos" de Alejandro Contreras Morigahi y los personajes de Marcelo Lazarte. La ironía se expone en "La última cena", de Leonel Marchese, y un tema similar parece indicar la fotografía de Ramón Teves ("Los peregrinos"); un plotter casi transparente que Carlota Beltrame instaló sobre una de las paredes, donde se reproduce la imagen de una protesta; el tinte social se respira, igualmente, en los trabajos de Víctor Quiroga.
Cuestionando la representación
"No hay ninguna frontera tajante que separe lo individual de lo social", afirmó la curadora Cristina Rossi. Por eso, tal vez, es que se decidió a comprender en "Arte de Tucumán" otros recorridos.
En el centro de la sala principal, diminutos dibujos de Geli González y un cuadro en apariencia totalmente blanco, cuestionan la representación en el arte. Un poco más atrás, la fotografía intervenida de Damián Díaz, los objetos de Mané Guantay o la "linterna" de Pablo Guiot dan cuenta también del repliegue sobre el lenguaje o el sistema de circulación artístico; así como la fotoperformance de Flavia Romano. Ocupando el centro del centro, se encuentra una llamativa instalación de Martín Guiot.
Por otro lado, en esta sala no faltan las obras de Marisa Rossini, Roberto Koch, Rolando González Medina, Florencia Ortiz Mayor, Sebastián Rosso, Sergio Tomatis y Mónica Herrera, entre otros. Sobre una de las paredes laterales, Andrea Elías dibujó un imperceptible paisaje, y a su lado, otros son los paisajes con los que trabajó Rosalba Mirabella.
En una línea supuestamente abstracta la curadora ubicó en otra sala pinturas de Ricardo Fatalini, Federico Ortega y una instalación de Marcela García. En el fondo, el espacio se dividió en tres, y allí se puede ver una fotoperformance del grupo La Baulera y una serie de videos; una pintura de Gerardo Medina, el calendario de modelos masculinos de Menos Nosotras Dos, y la vitrina de Javier Juárez.