04 Diciembre 2006
GRAN BRETANA 2000. Así se lo vió a Pinochet, cuando regresó a Chile. ARCHIVO LA GACETA
El principio del ocaso del poder de Augusto Pinochet se escribió el 16 de octubre de 1998, cuando la Policía británica arrestó al dictador en Londres, por un pedido de extradición del juez español Baltasar Garzón, que investigaba sobre la Operación Cóndor y la represión de la dictadura argentina (1976-1983). Este operativo mantuvo una estructura que coordinó el accionar represivo institucional de las dictaduras del Cono Sur, en los años 70.
La detención de Pinochet se produjo en la lujosa London Clinic, cuando se reponía de una operación de hernia de discal. Y, a partir de esa intervención de Scotland Yard, se desató una serie de batallas judiciales y diplomáticas internacionales que insumieron 503 días y que terminó con sabor a triunfo para los pinochetistas. El ministro del Interior Británico, Jack Straw, rechazó la extradición al considerar que el dictador no estaba apto mentalmente para ser sometido a juicio.
De esta manera, Pinochet regresó a Chile en un avión militar, donde lo aguardaban 59 querellas en su contra, por delitos de lesa humanidad. En aquel momento, a los 84 años, se mencionaban 15 dolencias que lo afectaban: diabetes, depresión y ansiedad, dos accidentes cerebrovasculares, incontinencia, pérdida de memoria y de equilibrio, mareos, hiperplasia prostática, un episodio isquémico, dolencia atrioventricular con extrasístoles y marcapaso permanente, entre otras.
De todas maneras, héroe o villano, Pinochet desató un gran impacto político en su país, cuyos remezones llegan hasta estos días. En la Justicia chilena no hay nada claro respecto de su situación en sonados casos de represión, como el Operativo Cóndor y la Caravana de Muerte. Tampoco, sobre las denuncias de enriquecimiento ilícito y defraudación al Estado.
En cuanto a los juicios que estaban en marcha, la Corte de Apelaciones de Santiago dio un fallo histórico: los pararon porque, afirmaron, “está demente”. Y esa decisión es inapelable e implica la cancelación de todo el proceso.
Pinochet creyó, cuando dejó el poder en 1998, que durante la transición y en la nueva era democrática, que la guerra no declarada en Chile no lo iba a tener entre los responsables. Incluso se jactó en el “The New Yorker” de que él no era lo que decían: “sólo era un aspirante a dictador, porque la historia nos enseña que los dictadores nunca terminan bien”.
En 2003, buscando refutar las acusaciones en su contra, Pinochet reivindicó los 17 años de régimen militar en Chile, durante una entrevista con un canal de Miami, EEUU. Entonces tenía 88 años, negó haber ordenado ejecuciones durante su gobierno y, con tono desafiante, llegó a decir: “no tengo que pedirle perdón a nadie”.
A esa altura de los acontecimientos, ya nadie pensaba que Pinochet estaba demente o senil. Incluso tenía un proyecto de escribir un libro sobre su historia. Sólo se llegó a desaforarlo (era senador vitalicio) para avanzar hasta un juicio.
AUGUSTO PINOCHET protagonizó un golpe de Estado el 11 de setiembre de 1973. Derrocó al presidente constitucional socialista Salvador Allende, que se negó a entregarse y se suicidó ese mismo día en el Palacio de La Moneda.
DURANTE 17 AÑOS gobernó con mano de hierro un país en el cual, decía, no se movía una hoja sin que él lo supiera.
EN 1990, cuando abandonó el poder, el dictador dejó tras de sí una pesada cuenta en materia de derechos humanos, con más de 3.000 muertos y desaparecidos.
DESDE 1998, cuando fue detenido en Londres, fue objeto de múltiples procesos por esos crímenes y también por corrupción.
AL CUMPLIR 91 años, el pasado 25 de noviembre, Pinochet entregó un mensaje a sus partidarios y al país, en el que expresó: “hoy, cerca del final de mis días, quiero manifestar que no guardo rencor a nadie, que amo a mi patria por encima de todo y que asumo la responsabilidad política de todo lo obrado”.
EL LUNES 27 de noviembre último, el juez del caso “Caravana de la Muerte”, Víctor Montiglio, dictó el cuarto procesamiento en su contra y además ordenó su arresto domiciliario. Por esta causa, Pinochet fue procesado en 2001, pero al año siguiente la Corte Suprema la sobreseyó definitivamente, al aceptar que padecía una demencia subcortical de origen vascular.
DESPUES DE 2004, al descubrirse sus millonarias cuentas secretas, diversas cortes han aceptado nuevos desafueros considerando que no está incapacitado, ya que manejó complejas operaciones financieras tras el período en que fue declarado interdicto. Además, enfrenta un procesamiento por torturas, desapariciones y un homicidio ocurrido en el centro de detención ilegal Villa Grimaldi.
POR SUS CUENTAS SECRETAS está en la misma situación judicial, así como por la llamada Operación Colombo, un montaje de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) para encubrir la matanza de 119 personas entre 1974/75. La última denuncia, habla de que tiene 9.000 kilogramos de oro, en Hong Kong. (Especial)
La detención de Pinochet se produjo en la lujosa London Clinic, cuando se reponía de una operación de hernia de discal. Y, a partir de esa intervención de Scotland Yard, se desató una serie de batallas judiciales y diplomáticas internacionales que insumieron 503 días y que terminó con sabor a triunfo para los pinochetistas. El ministro del Interior Británico, Jack Straw, rechazó la extradición al considerar que el dictador no estaba apto mentalmente para ser sometido a juicio.
De esta manera, Pinochet regresó a Chile en un avión militar, donde lo aguardaban 59 querellas en su contra, por delitos de lesa humanidad. En aquel momento, a los 84 años, se mencionaban 15 dolencias que lo afectaban: diabetes, depresión y ansiedad, dos accidentes cerebrovasculares, incontinencia, pérdida de memoria y de equilibrio, mareos, hiperplasia prostática, un episodio isquémico, dolencia atrioventricular con extrasístoles y marcapaso permanente, entre otras.
De todas maneras, héroe o villano, Pinochet desató un gran impacto político en su país, cuyos remezones llegan hasta estos días. En la Justicia chilena no hay nada claro respecto de su situación en sonados casos de represión, como el Operativo Cóndor y la Caravana de Muerte. Tampoco, sobre las denuncias de enriquecimiento ilícito y defraudación al Estado.
En cuanto a los juicios que estaban en marcha, la Corte de Apelaciones de Santiago dio un fallo histórico: los pararon porque, afirmaron, “está demente”. Y esa decisión es inapelable e implica la cancelación de todo el proceso.
Pinochet creyó, cuando dejó el poder en 1998, que durante la transición y en la nueva era democrática, que la guerra no declarada en Chile no lo iba a tener entre los responsables. Incluso se jactó en el “The New Yorker” de que él no era lo que decían: “sólo era un aspirante a dictador, porque la historia nos enseña que los dictadores nunca terminan bien”.
En 2003, buscando refutar las acusaciones en su contra, Pinochet reivindicó los 17 años de régimen militar en Chile, durante una entrevista con un canal de Miami, EEUU. Entonces tenía 88 años, negó haber ordenado ejecuciones durante su gobierno y, con tono desafiante, llegó a decir: “no tengo que pedirle perdón a nadie”.
A esa altura de los acontecimientos, ya nadie pensaba que Pinochet estaba demente o senil. Incluso tenía un proyecto de escribir un libro sobre su historia. Sólo se llegó a desaforarlo (era senador vitalicio) para avanzar hasta un juicio.
17 AÑOS DE MANO DURA
AUGUSTO PINOCHET protagonizó un golpe de Estado el 11 de setiembre de 1973. Derrocó al presidente constitucional socialista Salvador Allende, que se negó a entregarse y se suicidó ese mismo día en el Palacio de La Moneda.
DURANTE 17 AÑOS gobernó con mano de hierro un país en el cual, decía, no se movía una hoja sin que él lo supiera.
EN 1990, cuando abandonó el poder, el dictador dejó tras de sí una pesada cuenta en materia de derechos humanos, con más de 3.000 muertos y desaparecidos.
DESDE 1998, cuando fue detenido en Londres, fue objeto de múltiples procesos por esos crímenes y también por corrupción.
AL CUMPLIR 91 años, el pasado 25 de noviembre, Pinochet entregó un mensaje a sus partidarios y al país, en el que expresó: “hoy, cerca del final de mis días, quiero manifestar que no guardo rencor a nadie, que amo a mi patria por encima de todo y que asumo la responsabilidad política de todo lo obrado”.
EL LUNES 27 de noviembre último, el juez del caso “Caravana de la Muerte”, Víctor Montiglio, dictó el cuarto procesamiento en su contra y además ordenó su arresto domiciliario. Por esta causa, Pinochet fue procesado en 2001, pero al año siguiente la Corte Suprema la sobreseyó definitivamente, al aceptar que padecía una demencia subcortical de origen vascular.
DESPUES DE 2004, al descubrirse sus millonarias cuentas secretas, diversas cortes han aceptado nuevos desafueros considerando que no está incapacitado, ya que manejó complejas operaciones financieras tras el período en que fue declarado interdicto. Además, enfrenta un procesamiento por torturas, desapariciones y un homicidio ocurrido en el centro de detención ilegal Villa Grimaldi.
POR SUS CUENTAS SECRETAS está en la misma situación judicial, así como por la llamada Operación Colombo, un montaje de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) para encubrir la matanza de 119 personas entre 1974/75. La última denuncia, habla de que tiene 9.000 kilogramos de oro, en Hong Kong. (Especial)
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