03 Agosto 2006
El cierre de los ingenios fue una medida tomada por el Gobierno nacional sin tener en cuenta los impactos que sobre los más débiles iba a causar. En el plano socioeconómico, esta medida constituyó una verdadera expropiación de las capacidades de los obreros de fábrica y surco. Los esfuerzos por abrir oportunidades fueron muy dispares: el denominado Operativo Tucumán posibilitó la instalación de algunas plantas fabriles, que no empleaban a los desocupados azucareros. Se cambió el perfil ocupacional dando preferencia a las mujeres. Muchos de esos emprendimientos cerraron cuando se terminó el subsidio.
Desde la Dirección de Desarrollo Comunitario trabajé en coordinación con el INTA para la formación de las Primeras Cooperativas de Trabajo Agropecuario con propiedad común de la tierra. Fue un esfuerzo mancomunado del que nacieron las Cooperativas de Campo de Herrera, Mayo y La Merced. Se iniciaba una solución de largo plazo que hoy alcanza a la tercera generación, en los hijos y nietos de los pioneros. Fueron verdaderos instrumentos de pedagogía social, porque pusimos énfasis en la transferencia de nuevos conocimientos y tecnologías, al mismo tiempo que se cambiaba la mentalidad de peones de colonia por la de propietarios, posibilitando la inclusión y el desarrollo personal y familiar.
Junto con el objetivo de producir diversificadamente, con eficacia, se buscó también la instauración de nuevos lazos de solidaridad entre los nuevos cooperandos: al poco tiempo de formada, la Cooperativa de Campo de Herrera ayudó a la creación de las Cooperativas Mayo y La Merced donándoles un millón de pesos a cada una. De esta forma se sentaban las bases de una acción económica comprometida con la verdad y la ética.
Desde la Dirección de Desarrollo Comunitario trabajé en coordinación con el INTA para la formación de las Primeras Cooperativas de Trabajo Agropecuario con propiedad común de la tierra. Fue un esfuerzo mancomunado del que nacieron las Cooperativas de Campo de Herrera, Mayo y La Merced. Se iniciaba una solución de largo plazo que hoy alcanza a la tercera generación, en los hijos y nietos de los pioneros. Fueron verdaderos instrumentos de pedagogía social, porque pusimos énfasis en la transferencia de nuevos conocimientos y tecnologías, al mismo tiempo que se cambiaba la mentalidad de peones de colonia por la de propietarios, posibilitando la inclusión y el desarrollo personal y familiar.
Junto con el objetivo de producir diversificadamente, con eficacia, se buscó también la instauración de nuevos lazos de solidaridad entre los nuevos cooperandos: al poco tiempo de formada, la Cooperativa de Campo de Herrera ayudó a la creación de las Cooperativas Mayo y La Merced donándoles un millón de pesos a cada una. De esta forma se sentaban las bases de una acción económica comprometida con la verdad y la ética.