La crisis se desató el año pasado, tras la tragedia de Cromagnon, en la que murieron 194 personas en un recital de Callejeros. Todo empeoró hace poco más de un mes, por la serie de clausuras impulsadas tras la muerte de la estudiante Paulina Lebbos, ocurrida después de que salió de un pub del ex Abasto.
"Sería de mucha utilidad que el Estado implemente una política de desarrollo cultural orientada a los jóvenes, que sea inclusiva, abierta y que abrace todas las expresiones culturales y artísticas", dijo Darío Souza, de Burritos.
El cantante y violero agregó que el sector privado, para el que es necesario que el rock sea redituable (que en la mayoría de los casos lo es), necesita que el Estado garantice que no van a estar clausurando locales cada dos por tres. "Los dueños deben poner y mantener los lugares en condiciones". dijo.
Según Alfredo Socci, de Pelops, "el Estado debería enseñar con el ejemplo y refaccionar los lugares que tiene, en lugar de clausurar hasta sus propios salones".
"El Estado debe pedir cosas coherentes, porque las medidas de seguridad son exageradas y escapan a la posibilidad de los dueños de locales; ahí es donde aparece la misma coima que mató a tanta gente en Cromagnon", aseguró Daniel Fares, de Harakiri.
"Los lugares están; lo que falta es que el Gobierno reconozca al rock como el movimiento cultural que es", señaló Chipi Merino, cantante de Nómine.
"La solución a corto plazo es que se hagan las obras necesarias, que no son muchas, en el Centro Cultural Juan B. Terán, que depende de la Secretaría de Cultura; pero a un precio razonable y no a $ 500, como cobraban", señaló Darío, de Solperpetuo.
"Están matando al semillero"
"Con esto están matando al gran semillero del rock de Tucumán; pareciera ser que el rock está molestando a alguien y hubiera que callarlo, ya que los mismos lugares que no están habilitados para el rock sí lo están para festivales folclóricos, artistas melódicos o de otros géneros", enfatizó Tony Molteni, de Karma Sudaca. "Debe quedar claro que lo que estamos pidiendo no es la apertura de lugares así porque sí; nosotros también queremos que la gente esté en locales seguros", agregó.
Destacan el nivel de la movida
"Es una situación ambigua, porque hay una explosión creativa y un nivel que no tiene nada que envidiarle a Buenos Aires. La otra cara es que no hay estructura para aprovechar ese potencial, ni quien apoye la movida. Está todo dado para hacer de Tucumán la capital del rock, pero no se hace más que sofocar un fenómeno que es mágico", dijo Daniel Fares, guitarrista de Harakiri, al analizar el presente del rock tucumano.
La idea es compartida por varios músicos, como Darío Souza, de Burritos. "Artísticamente, el rock tucumano está en un gran nivel, y sigue creciendo", dijo.
Bacha, violero de Malas Lenguas, consideró: "es una vergüenza lo que está pasando, porque el rock es la actividad cultural que más gente lleva. Es por eso que debería recibir mucho apoyo de las autoridades"."A nivel musical está en un altísimo nivel; hay bandas de todos los estilos y con un profesionalismo impresionante. A nivel organización o estructura está medio flojo, ya que el público no siempre es suficiente y evidentemente falta ayuda del Estado para que la movida crezca", dijo Máximo Decoud, de So Happy.
Según Rolo Marín (Rolo & the fucking adictos), la situación del rock local es mala "porque si no hay un espacio para que las bandas puedan mostrarse, estás listo; se caerá todo y las bandas no podrán mostrar su música", agregó.
"Es un movimiento enorme y rico, pero está acorralado. Las bandas que editaron discos no tienen cómo mostrarlos; es el ejemplo de una producción gigante que no encuentra cómo zafar de los que por desconocimiento tienen miedo de darnos un espacio", afirmó Alfredo Socci, de Pelops.
"Nos están empujando a la clandestinidad"
"Como siempre, aquí las cosas se prohíben; nunca hay una campaña, nunca hay un acuerdo, sólo clausuras y prohibiciones. Esto provoca que la gente busque alternativas, y eso muchas veces suele ser más perjudicial, porque están por debajo de la legalidad y no puede ser bueno para nadie", dijo Alfredo Socci, de Pelops.
La idea de que la situación puede empeorar es generalizada. "El mayor peligro es que seamos empujados a la clandestinidad y a la ilegalidad, porque no vamos a dejar de tocar. Queremos hacerlo bien, de manera digna y segura", dijo Darío Souza, de Burritos.
0"Esto de cerrar los lugares por situaciones absurdas va a llevar a la gente a lugares en peores condiciones", señaló Carlos Abregú, de So Happy. Según Chipi Merino, de Nómine, "vamos en camino a ser un movimiento 100% clandestino. Empezará a haber reuniones privadas, zapadas en baldíos o galpones, y ahí sí que las posibilidades de que ocurra una tragedia van a aumentar".
Afirman que no hay persecución al rock
"Soy rockero", respondió el secretario de Gobierno de la Municipalidad, Germán Alfaro, cuando LA GACETA le preguntó si había algún tipo de directiva especial para clausurar espacios donde tocan bandas locales.Ante las inquietudes y preocupaciones que mostraron los rockeros consultados por nuestro diario, el funcionario aclaró que no hay persecución contra nadie, ni nada parecido.
"Mientras los locales estén en regla y cumplan con las normas de seguridad, serán habilitados; pero si no cumplen, habrá clausura o inhabilitación", aclaró Alfaro.
Mientras tanto, el secretario de Cultura de la Provincia, Mauricio Guzman, está en Buenos Aires haciendo varias gestiones, entre las que se cuenta la de buscar soluciones para la crisis del rock local. El funcionario recibió la semana pasada a una comisión de bandas que le planteó el problema y le solicitó que tome medidas para solucionarlo.