La librería más linda del mundo

La librería más linda del mundo

Así calificó la revista National Geographic al Ateneo Grand Splendid, de Buenos Aires, que este año cumple un siglo. Icono porteño por el que pasa un cuarto de millón de turistas al año y centro de un imperio librero, combina en su interior una amplísima oferta bibliográfica con una escenografía que nos remite a las décadas de mayor esplendor argentino.

17 Febrero 2019

(Por Daniel Dessein) Giulio Camillo, un pensador italiano del siglo XVI, se hizo famoso en Europa por un libro en el que proyectaba la construcción de un “teatro de la memoria”, cuya particularidad residía en que las gradas estaban reservadas al espectáculo y el escenario al espectador. El teatro representaría al universo y sus visitantes tendrían acceso a todo conocimiento imaginable. Camillo nunca construyó su teatro pero su proyecto pudo haber influido en la decisión de Eduardo y Ricardo Grüneissen de transformar a un viejo teatro en una librería.

El proyecto tuvo como antecedente la compra por parte de los Grüneissen, ex propietarios de la petrolera Astra, de la tradicional librería El Ateneo, en la calle Florida de Buenos Aires. Esa fue la primera de una cadena que, con medio centenar de locales, se convertiría en la más grande de la Argentina. En el año 2.000 el teatro Grand Splendid, cerrado por varios años, volvió a la vida como nave insignia del grupo.

Inaugurado en 1919, en la Avenida Santa Fe del Barrio Norte de Buenos Aires, fue un símbolo del apogeo argentino alcanzado en las primeras décadas del siglo XX. Tenía cuatro hileras de palcos, 500 butacas, una cúpula pintada por el italiano Nazareno Orlandi y esculturas de Troiano Troiani. Por allí pasaron grandes figuras del espectáculo, especialmente cantores de tango, como Roberto Firpo, quien le dedicó un tango al teatro.

Las señas del Grand Splendid original siguen hoy allí gracias a un extraordinario proceso de restauración: los palcos, las esculturas, la cúpula, el escenario, el telón original. Muchos palcos fueron transformados en espacios de lectura y los libros se distribuyen en los 2.000 metros cuadrados que tiene el local.

En 2008, el diario inglés The Guardian ubicó al Grand Splendid en el podio de las librerías más bellas del mundo. El primer lugar se lo adjudicó a la Bockhandel Slexyz Dominicanen, de Mastrich (Holanda). Y recién el segundo a la librería argentina, por arriba de Librería Lello, de Oporto (Portugal). Este año, National Geographic la coloca por arriba de todas.

Sobre el escenario se montó un café que conserva las maquinarias y los artefactos de iluminación originales. Allí cantó Carlos Gardel y en una de las mesas que hoy se apoyan sobre él, hablamos con Juan José Sebreli acerca del cantante, a propósito de un libro suyo en el que le dedicaba un capítulo. Son muchos los escritores locales y extranjeros -Vargas Llosa, Rosa Montero, por ejemplo- que suelen incluir un café en el Grand Splendid como parte de sus rutinas en la ciudad. También figuras internacionales del cine -Viggo Mortensen, Tommy Lee Jones o Francis Ford Coppola- o presidentes como Emmanuel Macron o Giuseppe Conte, quienes la visitaron durante su reciente estadía en Argentina por el G20.

Desde las sillas del café montado sobre el escenario es desde donde se contempla el espectáculo que imaginaba Giulio Camillo. Un conjunto de anaqueles, en el lugar que ocupaban las butacas, exhibiendo casi 100.000 títulos. Un lector veloz, que quisiera leerlos a todos, necesitaría dedicar el siglo de vida que tiene el teatro, sin dormir y sin detenerse, para lograr su objetivo. La librería, apreciada desde allí, es una metáfora de la condensación del conocimiento humano. Una biblioteca de Babel.

© LA GACETA

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