BOGOTÁ.- Despertó a la vida política al ver llorar a su padre con la muerte del argentino “Che” Guevara y militó en el grupo guerrillero M-19, pero ahora Gustavo Petro deberá dar el mayor salto en su carrera: seducir a millones de electores para convertirse en el primer presidente izquierdista de Colombia.
El ex alcalde y ex guerrillero de 58 años convirtió sus humildes comienzos y su pasado revolucionario en un movimiento que ha atraído a jóvenes y pobres. Aunque el candidato de la coalición Colombia fue superado por Iván Duque en la primera vuelta y en las encuestas aparece 20 puntos por debajo de su rival, el fuerte respaldo de Petro en las urnas preocupa a muchos en un país tradicionalmente conservador e históricamente gobernado por líderes de centro derecha o de derecha.
Conocido por sus apasionados discursos en el Congreso contra la corrupción y los grupos paramilitares, Petro -quien es economista- dice que su despertar político empezó en 1967 cuando vio a su padre llorar viendo una fotografía del cuerpo sin vida del revolucionario argentino Ernesto “Che” Guevara.
Petro también ha relatado que se sintió conmovido por el asesinato del entonces presidente socialista de Chile Salvador Allende. Fue entonces cuando se comprometió a luchar contra la “oligarquía” que, según él, se enriqueció a costa de los pobres excluidos de las decisiones, la riqueza y el progreso.
“La política dinámica del Siglo XXI es entre partidarios de la política de la vida y partidarios de la política de la muerte”, dijo en una entrevista, en la que aseguró que sus propuestas son de vida, cambio y transformación.
Sus planes de cambiar el modelo económico subiendo los impuestos a los dueños de grandes extensiones de tierras improductivas y de alejarse de la dependencia económica del petróleo y del carbón para dar paso a energías limpias, asustan a inversionistas que temen que su idea de combatir la pobreza signifique convertir a Colombia en otra Venezuela.
Destacado por su buen rendimiento académico en un colegio público, que le permitió cursar becado su carrera de economía en una universidad privada, en su infancia despertaba la ira de sus profesores católicos al leer biografías políticas y obras de Karl Marx y de Federico Engels.
Aunque nunca fue un combatiente, lo persiguen sus años de militancia en el desaparecido grupo guerrillero M-19.
La elección de Petro en 2011 como alcalde de Bogotá, el segundo cargo más importante de Colombia después de la presidencia, se vio como una prueba de que la política era el camino a seguir por movimientos guerrilleros como las FARC, que finalmente se desmovilizaron y formaron un partido político.
Su eventual victoria podría ayudar a asegurar el frágil proceso de paz, que puso fin a cinco décadas de conflicto armado con las FARC, pero que enfureció a millones que se oponen a que ex comandantes rebeldes ocupen cargos políticos en lugar de ir a cárceles a pagar por sus crímenes. (Reuters)