En el barrio Echeverría anhelan abrazar al capitán del ARA San Juan
Vecinos del tucumano Pedro Martín Fernández, al mando del ARA San Juan, recuerdan su infancia y lo califican como un hombre intachable. El capitán de fragata que conduce el navío desaparecido desde el miércoles 15 pasó su niñez en un barrio de la capital tucumana. “Me había contado que este iba a ser su último viaje en submarino. Después se quedaba en tierra”, contó Emma Nelly Juárez, madre del líder del ARA San Juan.
Los televisores de parte de los vecinos del barrio Echeverría permanecen encendidos durante la mayor parte del día. En esa zona, ubicada al oeste de la capital tucumana, es donde creció el capitán del submarino ARA San Juan, Pedro Martín Fernández. Por eso, sus vecinos y amigos siguen con angustia la suerte de la nave que lleva ocho días desaparecida en las aguas del océano Atlántico Sur.
En una fase crítica por la falta de oxígeno, se investiga un ruido
La mayoría sigue los detalles del operativo de búsqueda y vive de cerca el dolor de la familia Fernández. “Él tenía cinco años y yo tenía 10. Lo hacía jugar todo el tiempo. Él vivió en la casa de mi hermana cuando estudió en La Plata, así que más que una amistad, somos como una familia”, relató Josefina, la mejor amiga de Martín. La mujer vive al lado de la casa de la madre del comandante, Emma Nelly Juárez. Cada vez que Fernández viene a la provincia, visita a Josefina y a su familia. Y ella, ahora, visita a Nelly varias veces al día para contenerla en este momento de dolor. “No hay aspecto que pueda criticar de Martín. Es una excelente persona, muy honesto y con muchos valores. Muy bien educado por sus padres y muy recto”, detalló.
Lo que se sabe sobre la desaparición del submarino
Soledad, otra vecina, es íntima amiga de Nelly. Vive a sólo una cuadra de su casa; sin embargo, admitió que aún no puede visitarla porque no sabe cómo enfrentar la situación. “No me animo a verla. No imagino su dolor, porque yo lo siento como si fueran hijos nuestros”, manifestó; y agregó que tiene mucho miedo de que no los encuentren. La mujer definió al comandante como un chico estudioso y muy buena persona, como el resto de sus hermanos.
TRANQUILO. Remigio Arroyo e Isabel Romano cuidaban de niño al capitán. LA GACETA / FOTOS DE JORGE OLMOS SGROSSO
El almacén de Mercedes es el lugar de encuentro, donde los vecinos intercambian información y sus opiniones con respecto a la desaparición del submarino y manifiestan el deseo de tener buenas noticias. La dueña del local contó que Martín era muy amigo de su hijo cuando eran niños y que jugaban juntos después de salir de la escuela. “Lo recibí muchas veces en mi casa. Después se hicieron grandes y no se vieron más, pero lo tuve aquí y era un muy buen niño”, contó. El matrimonio de Remigio Arroyo e Isabel Romano vive al frente de casa de Nelly. Ellos son quienes cuidaban a Martín cuando su mamá se iba a enseñar a Leales. “Yo le hacía la leche y lo cuidaba. Era un niño muy tranquilo y se portaba muy bien. Jugaban y eran muy unidos con nuestros hijos”, dijo Isabel. Su marido agregó: “no decía ni una mala palabra”.
Dolor de madre
ANGUSTIA. “No entiendo cómo no pueden encontrarlos”, pregunta Nelly. .
Nelly, de 80 años, apenas puede contener las lágrimas al dialogar con este diario. En las paredes del living de su casa, entre fotos familiares, están las menciones y diplomas del capitán. “Viajó por todo el mundo y navegó dos veces en el Fragata Libertad”, recuerda con orgullo ella. “Me había contado que este iba a ser su último viaje en submarino. Después se quedaba en tierra”, añadió. Durante la charla, otros de sus hijos la llamaron para ver cómo se sentía. “Él era muy buen padre. Era muy cariñoso con los hijos”, dice Nelly, e inmediatamente se corrige: “es… muy cariñoso”. “No entiendo cómo no pueden encontrarlos”, se preguntó. En la casa sólo esperan una buena noticia.
Fernández nació hace 45 años y estudió en la escuela Normal. Emprendió luego su formación militar hasta alcanzar el grado de capitán de fragata. Vive desde hace casi una década junto a su familia -esposa y tres hijos- en Mar del Plata. Junto al cabo Luis Esteban García, de 31 años, son los dos tucumanos de la tripulación.