Los motivos por los que Atlético hizo historia en Formosa y avanzó a la final
Usted vio cómo Cristian Lucchetti limpió el desastre de un penal que pudo haberse evitado. Usted también vio cómo su relevo, el enorme “Oso” Sánchez se vistió de Cristian David de los 10.000 milagros y se hizo tan grande como Argentina misma. Sí, señor, porque Atlético hoy es Argentina, es finalista de la Copa, del torneo más federal del país y bien merecido lo tiene.
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Pero amigo, piénselo bien, esto no es de anoche, viene desde que se armó este grupo, que empezó desparejo, intentando sobrevivir en la cancha, en la Sudamericana, en la Superliga, en esta Copa Argentina. Y zafó de una, se cayó en otra. Pero este Atlético, el Atlético de los milagros lo hizo de nuevo. Y lo hizo con carácter, con coraje, con fútbol. En Mendoza, en Salta, en Santa Fe y en Formosa. Así fue barriendo rivales, a veces bien, a veces no tanto, pero jamás sin hacer lo que sabe o, mejor dicho, lo que Ricardo Zielinski les pidió a sus jugadores: formarse como un equipo práctico para reconvertirse en medio de un partido; o ser intenso cuando le encontraba el punto a su fútbol y al del rival.
Y llegó Atlético a la final, es la final del mundo para este grupo que se anima a todo. Y que se venga River. O Morón. Da lo mismo. En serio, da lo mismo a este grupo que tiene casi en la palma de la mano la fase de grupos de la Copa Libertadores 2018. Que tiene “ahí” de cerquita un título grande como es el de esta Copa Argentina.
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Entienda amigo que tembló Formosa. Tembló a partir de los tiros en los palos estrellados de Central, por las jugadas eléctricas de Favio Álvarez, de Francisco Grahl, el hombre de toda la cancha. Si hasta el sábado pasado nadie lo tenía en cuenta. Muchos dudaban de él, pero este partido fue el de su consagración en Atlético. Hizo todo lo que se le pidió y más: fue el hombre nuclear, multiplicándose ante el error y buscando la chance de gol.
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Grahl es la síntesis de lo que Atlético se ha convertido hoy, en un equipo que vuela bajito pero que pega alto. Y juega aun mejor que como si estuviera en el cielo. Puede no gustar, no ser vistoso, pero nadie le sacará de encima el crédito de que, con el overol, el pico y la pala en mano, erigió un nuevo capítulo en su historia dorada reciente.
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Ser finalista de la Copa Argentina y estar “ahí” de la Libertadores 2018. Puff, qué locura. Y si lo consiguió, simplemente fue porque Atlético hoy es grande. Y sabe cómo jugarle y ganarle a cualquiera.