NUEVA YORK.- Se acabó el sueño para Juan Martín del Potro. Tras su gran victoria sobre el suizo Roger Federer en cuartos de final, el tandilense no pudo contra el español Rafael Nadal y terminó cayendo en cuatro sets en la semifinal del US Open: 4-6, 7-5, 6-3 y 6-4, en dos horas y 31 minutos de juego.
Había empezado bien la historia para “Delpo”, ilusionado con la posibilidad de reconquistar el título en Flushing Meadows, donde ya se había impuesto en 2009. Como si el partido ante el suizo no hubiera terminado, “Delpo” comenzó el encuentro con la misma concentración. Sabía que no podía permitirse que el campeón de 15 Grand Slams tome ventajas rápidas y se escape en el marcador.
El español, un poco más conservador, salió a ver qué proponía su adversario y se encontró con un Del Potro agresivo desde el saque, dominante con la derecha y muy sólido con su revés. Esas virtudes del rival le hicieron tomar nota: no podía especular si no quería llevarse una sorpresa ingrata.
Su problema en ese momento es que cuando lo hizo, el argentino ya había logrado un quiebre. Pero lo positivo es que lo hizo reaccionar pronto en el partido. Si bien no pudo recuperar la desventaja en el parcial, lo enfocó de lleno en el match, para empezar a jugar profundo, para no dejar que Del Potro domine con su derecha y para buscar variantes para que su rival no pegue bien apoyado.
Lo que era una ventaja para el tandilense, trajo dos consecuencias que no lo beneficiaron. Lo hizo relajarse, con la consecuente baja de intensidad, y metió de lleno en el partido a Nadal.
Derechas ganadoras, defensas heroicas, passings a la carrera, bolas a contrapierna y drops para cortar el ritmo incluía el repertorio del español. Era una exhibición, porque además de todo, no cometía errores. Por el contrario, el campeón de 2009 no lastimaba con su derecha, no encontraba su primer saque y sufría con su revés.
El número uno del mundo sabía a esa altura que era muy difícil que el desarrollo se revierta. Por eso, salió decidido a no dejar respirar a su rival. Otra vez jugó alto y profundo, presionó desde la devolución y atacó cada pelota corta que dejó el de Tandil. Con la determinación habitual, Nadal coronó la tarea y se quedó con el boleto para la final ante el sudafricano Kevin Anderson, que derrotó en la otra semifinal al español Pablo Carreño-Busta por 4-6, 7-5, 6-3 y 6-4 en dos horas y 55 minutos de juego. “Rafa” no arribaba a esa instancia desde 2013, cuando se impuso por segunda vez después del título de 2010.
A Del Potro le quedó el consuelo de un gran torneo y la ovación de despedida, incluido Nadal, que se llevó del público neoyorquino (DPA-Especial).