Luego del triunfo sobre Independiente por Copa Sudamericana, la semana de Atlético previa al debut en la Superliga, se asemejaba a uno de esos vuelos tranquilos con un cielo despejado y en el que nada parece alterar la tranquilidad de los pasajeros y la tripulación. Sin embargo, la filtración de una de las camisetas de arquero que diseñó la marca que viste al equipo generó turbulencias.
El color predominante del tercer buzo de arquero es naranja, lo que provocó la ira de muchos hinchas que se manifestaron a través de redes sociales lo que provocó dos inusitadas consecuencias: que entre el arquero, el club y la marca hayan decidido no usar el buzo y que probablemente tampoco salga a la venta.
Para los hinchas, el naranja se asemeja al rojo, color del clásico rival. Algo similar sucedió en octubre de 1993, antes de jugar con Talleres de Córdoba. El equipo salió al campo con una camiseta naranja con vivos blancos, lo que generó el rechazo generalizado.
Los jugadores no tuvieron otra opción que volver al vestuario a ponerse otra camiseta alternativa, muy similar a la que tenía la “T”.
“Igual sólo había 150 de esas camisetas para la venta”, dijeron voceros de Umbro. Tal fue la negativa obtenida que serán muy pocos (o casi nadie) el que llegue a vestirla.
El resto de los buzos sí están a la venta. En realidad son dos: uno negro y otro turquesa que incluso pudo vérselos en la calle, en el torso de varios hinchas.
Luis Rodríguez, goleador histórico del equipo, dio su opinión al respecto tras la filtración de la imagen y la polémica en torno a los hinchas.
“Me parece que el naranja no es un color para una camiseta de Atlético. Negra, verde, gris, blanca... Hay muchos colores para elegir. Menos el que salió. Creo que no deberían usarlas los arqueros”, manifestó el simoqueño, que no tendrá que usar esa ni ninguna otra similar. Sólo la celeste y blanca, o a lo sumo azul.
La titular será estrenada, en principio, mañana ante Godoy Cruz en el Monumental y probablamente Lucchetti salga a la cancha con la negra, la primera de esas tres.
Esa nueva camiseta titular “decana” sí fue del agrado de la mayoría de los hinchas que ahora estaban a la espera de la suplente. La semana que viene el “Kit Número 2” saldrá a la luz y buscará convencer (y sobre todo calmar) a los fanáticos, que no tuvieron piedad con el último diseño.
PUNTO DE VISTA
Una discusión que no suma
Nicolás Iriarte - LG Deportiva
Algunos hinchas de Atlético tienen serios problemas con ciertos colores. En 1993 impidieron desde la tribuna con silbidos e insultos, que el equipo juegue con una camiseta naranja por ser próximo al rojo de San Martín. En 2012, el problema fue con el negro. El color de piel de Jairo Castillo antecedía toda crítica a su pobre nivel de juego.
Ahora, el enojo surgió por el tercer buzo de arquero que diseñó Umbro, también naranja. “No a la naranja” y “Respetemos nuestra identidad” son los lemas que enarbolaron los hinchas, enojadísimos.
La situación nos recuerda a la destrucción de la instalación artística del fotógrafo Res en la Casa Histórica el año pasado, a manos de un furioso hombre que obraba movido por “la falta de respeto a la patria”. El arquero, a todo esto, es Cristian Lucchetti, uno de los tres mejores en la historia del club.
Ojo, son los mismos hinchas que han seguido incondicional e internacionalmente al equipo. Nadie dice que un diseño deba agradarle a todos, pero de ahí a hacer campañas en contra y lograr que un buzo de arquero (que ni siquiera es rojo como el del “Santo”) no se use y no salga a la venta, hay un trecho.
No se trata de una modificación permanente al escudo, no. Tampoco a los colores tradicionales. Era sólo uno de tres diseños que hubiese usado el “Laucha” en un año.
Todos sabemos lo que pasó con la camiseta naranja, pero fue hace 24 años. Hace 80, las personas de tez morena no podían ni sentarse al frente de un colectivo en Estados Unidos, entre muchísimas otras cosas. En nuestro país, hace 70 las mujeres no votaban; hace siete, los homosexuales no podían casarse entre ellos; hace apenas dos meses, las mujeres no podían inscribirse en el Gymnasium y hace tres años, Boca no tenía una camiseta rosa dentro de un ambiente puramente machista. Por suerte, todo eso ha cambiado. Menos el odio hacia el color naranja, claro. Que nada ni nadie no lo permitan.