Luego de escuchar a todos los testigos en el juicio en el que se lo acusa por homicidio y lesiones, el ex policía federal Marcelo Acosta tomó la palabra. Durante la hora y media que declaró sin parar, jamás negó ser el asesino de Marcos Nazur, a quien acribilló de 11 balazos cuando lo vio en una camioneta con su ex esposa, Cecilia Figueroa (quien recibió dos tiros pero sobrevivió). Pese a que pidió disculpas a la familia de su víctima, negó haber maltratado a la mujer durante el matrimonio y dijo que se sintió humillado y traicionado antes de accionar el gatillo. De hecho, les anticipó a los jueces: “yo no dependo de su condena, yo ya estoy condenado”.
"Nunca pude lograr que dejara de disparar su arma"
“Siento arrepentimiento; una culpa eterna”, fue lo primero que dijo ante el tribunal, mientras la esposa de Nazur, Verónica Galván, negaba con la cabeza desde la primera fila, como si no aceptara la disculpas. Luego, argumentó que no planificó el crimen y que debía aclarar algunas cosas de la historia. “Por ustedes, y por mi conciencia”, explicó.
Así, comentó que a su ex esposa la había conocido durante la secundaria, y que incluso dejó pasar la primera oportunidad que tuvo de integrar la fuerza para estar con ella: “No aguantaba estar lejos, tenía miedo de perderla”. Luego advirtió que sentía que la vida se iluminaba con la llegada de su primera hija, quien durante la jornada de ayer declaró en su contra. También dijo que en ese momento, la familia de su esposa siempre intervenía y la relación con ellos no era la mejor. “Yo no aceptaba que mi hija se hiciera un tatuaje y se lo hizo acompañada de mi cuñada”, ejemplificó.
Declara la mujer herida en el crimen de la plaza Alberdi
“¿Cómo denigrar a una mujer, si vengo de una mujer y tengo dos hijas mujeres?”, planteó al tocar el tema de las casi 20 denuncias por violencia de género que había recibido. “Se preguntarán por eso; yo también me lo pregunto”, relató. Luego deslizó que la mujer las habría hecho influenciada por su familia. En la sala no había ni siquiera un susurro.
Dos episodios
Según Acosta, su esposa tomó un trabajo y comenzó a cambiar: iba al gimnasio, salía con amigos, se compraba ropa. En todo momento intentó aclarar que se decía a sí mismo que no debía ser machista, que ella no era su propiedad, pero admitió que el cambio le costaba y que desgastaba a la pareja. “No voy a negar que era celoso, pero era celoso bien, no enfermizo”. Siempre según su versión, para arreglar todo, un día fue a la puerta del gimnasio al que ella iba. “La esperé con la ignorancia de lo que iba a ver. Vi llegar una EcoSport roja. Adentro iba mi esposa, con una actitud anormal, como si quisiera esconderse; la camioneta dio la vuelta y ella llegó poco después, caminando. Le pregunté con qué necesidad; ella se molestó, me insultó y amenazó. Cuando el amor se va, informarle al otro no cuesta nada”, aseveró. Sobre esta situación, su ex cuñada dijo que en realidad fue más violenta, y que a la mujer la protegió un “trapito” del lugar.
Una semana después, supuestamente después de comprar unos repuestos, Acosta volvió a ver la camioneta. Figueroa dijo ante toda la sala que su relación con Nazur era de amistad cuando se lo preguntó el fiscal; Acosta la contradijo. “Los vi besarse. Sentí algo en el pecho; dolor, traición, humillación y mierda. Me bajé del auto, creo que con el arma en la mano. Ella bajó al mismo tiempo y no recuerdo si dijo algo. Yo me acerqué y disparé. Es lo que recuerdo”, cerró.
Los querellantes, Gustavo Carlino y Álvaro Zelarayán, junto con el fiscal Carlos Sale, estaban ansiosos por interrogarlo. El acusado primero aceptó, pero luego de un cuarto intermedio dio marcha atrás y avisó que no se sentía en condiciones de seguir hablando.
Hoy serán los alegatos y luego los jueces, María Elisa Molina, Alfonso Zóttoli y Gustavo Romagnoli, dictarán su sentencia.