› Perfil de un transgresor
Nació en Pekín el 28 de agosto de 1957. Es diseñador, activista social, arquitecto, escultor, consultor y pintor, formado en China y en Estados Unidos (en las universidades de Pensilvania y California en Berkeley). También incursionó en la música.
El artista disidente chino Ai Weiwei abogó en Buenos Aires por un arte que llegue a mucha gente, sin un lenguaje elitista, y aunque reconoció que es difícil cambiar la realidad en su país natal, cada vez más poderoso, sentenció: “es imposible que China domine el mundo”.
“El arte puede lograr muchas cosas, puede permitir que los individuos puedan transmitir sus sentimientos y eso hace que la humanidad sea más poderosa”, declaró Ai en la Fundación Proa, la institución de arte del barrio porteño de La Boca donde en noviembre inaugurará su muestra más importante en América Latina.
Ai es un duro crítico del Gobierno, lo que le costó varios meses de detención en 2011 y luego unos cinco años de estricta vigilancia hasta que en 2015 recuperó su pasaporte y pudo viajar al exterior. Hoy día vive gran parte del año en Alemania.
Weiwei se mostró escéptico de poder liderar un cambio en su patria. “Durante esta lucha yo he cambiado, cada vez tengo mis ideas más claras, pero creo que cambiar la sociedad no es posible porque China tiene 1.300 millones de personas y estuvo bajo un régimen comunista durante demasiado tiempo, es muy difícil -apuntó-. La sociedad va a cambiar cuando la sociedad esté lista, una sola persona no la puede cambiar”.
En ese sentido, denunció que es muy compleja la formación de un movimiento disidente en China. Se estima que hay cerca de 300 abogados y activistas de los derechos humanos detenidos en su país. “Es una situación extremadamente triste, con sociedades que se desarrollan tan rápido pero retrasándose en materia de derechos humanos y libertad de expresión”, lamentó en una entrevista con DPA.
Por ello, consideró que China nunca puede ser un modelo a seguir. “Creo que es imposible que China domine el mundo ni que vaya a contribuir a la humanidad. ¿Cómo puede un Estado que no reconoce a su propia gente, no confía en su propia gente ni en los derechos humanos, ser líder del mundo?”, cuestionó. En cambio, puntualizó: “Latinoamérica es mucho más avanzada, mucho más abierta, tiene una fuerte calidad democrática y de respeto a la libertad personal”.
“Misterioso”
Ai lamentó la reciente muerte del Nobel de la Paz chino Liu Xiaobo y consideró que fue muy misterioso como se desencadenaron su enfermedad y súbito fallecimiento. Y pese a los cuestionamientos al Gobierno chino por la muerte de Liu, “ni siquiera en China hay gente que lo defienda, ni en Occidente”, dijo.
Pocos días antes de la muerte de Liu, Pekín había firmado un acuerdo en Alemania para la compra de 140 aviones Airbus, una operación gigantesca por 20.000 millones de euros. “Es tan fácil hacer negocios con China... Básicamente porque China no tiene una condición democrática y se hace un sacrificio enorme en materia de medio ambiente, educación y derechos humanos”, cuestionó.
“Todos los capitales están unidos, más unidos de lo que pensamos, nadie puede saber quién es el dueño de cada uno. El poder, el capitalismo, las dictaduras, están todas unidas, actúan de diferentes maneras pero juntos. Es muy difícil identificarlos”, alertó el artista.
La crisis de los refugiados ocupa hoy gran parte del tiempo de Ai Weiwei. Filmó el documental “Human Flow” en base a más de 600 horas de entrevistas a inmigrantes en campos de refugiados. La película competirá en la sección oficial del Festival de Venecia en septiembre.
“Es un abuso de la dignidad humana. ¿Por qué tenemos esta tragedia, esta herida tan grande en el mundo?”, lamentó el artista, que abrió un taller en la isla griega de Lesbos y realizó varias instalaciones sobre el tema, como por ejemplo cuando llenó de chalecos salvavidas el Konzerthaus, de Berlín, o llevó botes al Palazzo Strozzi, de Florencia.
Para todos
Ai Weiwei usa el arte para llevar su mensaje a mucha gente, según subraya. “El arte contemporáneo, en cambio, ha sido una actividad de una elite que deja de lado al público al crear un lenguaje que no se entiende”, alertó el creador chino.
“El arte le pertenece a todo el mundo y todo el mundo tiene el derecho de disfrutar el arte. Si el arte no tiene ese objetivo, creo que el arte es falso”, enfatizó.