Cuando se afirma que los tucumanos somos corajudos y parecemos no temerle a la muerte, se podría pensar en el general Gregorio Aráoz de La Madrid (1795-1950), que peleó junto a Manuel Belgrano en las batallas de Tucumán y Salta, y se caracterizó por su arrojo. Muchos comprovincianos parecieran haberle heredado esta cualidad al guerrero de la independencia, pero no la emplean para causas nobles, sino para atentar contra la propia vida y la del prójimo. Ellos desafían la muerte a diario apretando el acelerador en las calles, avenidas y rutas. Los accidentes suelen incrementarse en el invierno, durante la época de zafra, cuando cobran un trágico protagonismo las rastras cañeras.
En la mañana de ayer, en la ruta nacional N° 9, a la altura de Romera Pozo, un ómnibus de larga distancia embistió a un camión que transportaba caña de azúcar, con un saldo de 18 pasajeros que debieron ser asistidos en el Hospital Padilla y el Centro de Salud, tres de ellos se hallaban en estado crítico.
No es, por cierto, el primer accidente que se registra desde que comenzó la zafra. Anteriormente hubo otros con diferentes consecuencias. El 4 de junio, un motociclista murió al ser embestido por una rastra cañera a 100 metros aproximadamente del portón de ingreso al Ingenio Santa Rosa. El 5 de junio, dos jóvenes que circulaban en una motocicleta fueron atropellados por una rastra en un camino vecinal de León Rougés y uno de ellos falleció en el acto. El 12 de junio, un automóvil chocó contra la parte trasera de una rastra, alrededor de las 22.45, a la altura del paraje María Elena, en la ruta 38, y su conductor murió. El 3 de julio, en la ruta N° 38, cerca de Alberdi, el conductor de una rastra cañera perdió el control del vehículo, se incrustó contra una gomería y derribó una inmensa columna del tendido eléctrico; no hubo heridos. El 4 de julio, nuestra crónica señala que una rastra cañera volcó sobre la avenida Bicentenario, que une la nueva traza de la ruta 38 con la ciudad de Concepción; el conductor se lesionó levemente y el rodado quedó destruido.
A mediados de junio, el secretario provincial de Transporte y Seguridad Vial dijo que era habitual que estos vehículos circularan incumpliendo las normas viales y fueran en la causa de muchos accidentes. “En época de zafra, en las rutas conviven las rastras que circulan a baja velocidad con otros vehículos que se desplazan a una velocidad promedio bastante más alta, como autos y camionetas. Nos encontramos en una misma ruta con dos velocidades dispares y no tenemos una red terciaria, que es fundamental”, afirmó y agregó que había acercado esta idea a la Legislatura, así como la extensión del horario de prohibición de circulación de este tipo de vehículos, pero no había obtenido respuestas.
Sugerimos en alguna oportunidad que se efectuara un censo de rastras que determinara su cantidad, sus propietarios y el trayecto que cubren, de modo que pueda hacerse una inspección al comienzo de la zafra y luego un seguimiento de estos vehículos. Desde hace años que esta trágica realidad sucede de mayo a noviembre en las rutas, siempre con lesionados y muertos. Sin embargo, las autoridades vienen demostrando una preocupante incapacidad para poner fin o reducir a su mínima expresión estos accidentes, pese a que el gobernador declaró hace más de un año que los accidentes viales eran una epidemia.